Una pizca de orden, una pizca de compromiso, una pizca de rebote, un poquito de escasa puntería lejana, una cucharada grande de rebotes y un puñado grande de esfuerzo. Son los ingredientes de la resistencia heroica del Leyma Básquet Coruña contra el Valencia Basket. Faltó la guinda, un poco más de batería, para dar una de las sorpresas del curso.

Los ocho jugadores sanos, a los que se unió brevemente Omar Thiam, cumplieron casi a rajatabla lo que Diego Epifanio pidió en la previa: controlar el rebote, compartir mejor el balón, mejorar el spacing, defender mejor el perímetro... Solo fallaron la puntería desde larga distancia (7 de 25) y la principal asignatura pendiente del curso, los balones perdidos.

Aunque 14 es una cifra de posesiones sin lanzar a canasta asumible ante más de la mitad de la ACB, no tanto contra un equipazo como el Valencia, líder de la liga y del Grupo B de la EuroCup.

Hay un dato estadístico que demuestra lo bien que el Leyma jugó como equipo: 26 de sus 32 canastas llegaron tras asistencia. Seis de los ocho jugadores repartieron al menos dos y Taylor y Lundqvist dispensaron ocho por barba.

Ante el equipo que más rebotea del torneo, los de Epi, terceros del ránking tanto en totales como en ofensivos, firmaron unas casi tablas (41-45), Y, además, cumplieron otro deseo del técnico, limitar el aprovechamieno por parte del rival de las capturas en ataque: 0 puntos de 14 rechaces del Valencia Bassket en el aro local.

La buena labor en el rebote y una estimable cantidad de balones robados (7) permitió al Básquet Coruña prácticamente doblar a los de Pedro Martínez en puntos anotados al contraataque: 21-12.

Lo peor del partido para los naranjas –que el domingo jugaron de  azul– llegó al final. La fatiga. Lógica habida cuenta de la precariedad de efectivos y los 12 jugadores con los que rota el potente conjunto levantino. 

Empezó a notarse mediado el cuarto periodo, cuando el Valencia firmó tres mates seguidos, los tres primeros del encuentro. Los tres sin oposición real. Síntoma inequívoco, viendo lo bien que el Leyma había defendido en la pintura,  de que la batería había entrado en zona roja.