A pesar de que el Barça llegaba a la cita con Leyma Coruña con tres partidos en las piernas y muchos kilómetros en los seis días anteriores, a la hora de la verdad la naturaleza se ciñó a su guion: el pez grande se comió al chico.
Joan Peñarroya, técnico azulgrana, distribuyó con mucho criterio los minutos entre sus jugadores, y con ello logró evitar una posible fatiga en el tramo final del duelo. Los anfitriones del Palau Blaugrana sufrieron en el primer acto, donde los naranjas explotaron casi al cien por cien los defectuosos cambios defensivos del otro grande de España.
Esta fue la clave positiva del Leyma, que durante los 10 primeros minutos jugó un excelente baloncesto. Pero para para tumbar a un gigante hace falta jugarlo una porción mayor de los 40 reglamentarios.
Los ajustes atrás de Peñarroya trajeron consigo el resto de las claves de la reacción azulgrana. En el primer periodo, la relación asistencias-balones perdidos de los de Diego Epifanio fue de 8 a 1. En cuanto el Barça corrigió los cambios, no solo provocó una enorme crecida de las pérdidas naranjas (el balance final fue de 19, solo una menos que pases de canasta), también media docena de canastas encajadas al contraataque. La cuarta parte del total de las que ha recibido en las seis jornadas consumidas. La media en las cinco primeras fechas fue de 3,6.
Las canastas fáciles y la puntería del Barça desde el arco (11 de 24) son otras pinceladas del cuadro de una derrota que, por otra parte, entra en los planes del conjunto herculino. Y en los de cualquiera de los otros 16 de la ACB, incluido el Real Madrid. Porque ganar en el Palau Blaugrana es muy difícil.
Además de canastas fáciles, el Barça también consiguió muchos puntos fáciles a mayores, los anotados desde los 4,60 metros: un total de 31. Fruto de una abismal diferencia –algo muy raro ver en un partido de baloncesto de élite– de 32 tiros libres (41-9). Una diferencia en la que los árbitros –aun siendo más permisivos con los locales en los contactos– tuvieron menos que ver que la floja defensa del Leyma, especialmente en la pintura, donde encajó 30 tantos, 10 menos que su rival.