Pierre Oriola (1992, Tárrega, Lleida) es uno de los veteranos del próximo rival del Leyma Básquet Coruña, el Força Lleida, al que este pívot, campeón del mundo en 2019, regresó el pasado verano, tras formarse en su cantera y jugar en el primer equipo en la temporada 2012-13. Compañero de Brandon Taylor la campaña anterior, advierte del peligro que tiene el pequeño gran base de West Hollywood.
¿Qué tal va todo? Le pregunto, sobre todo, por los rumores de que se avecinan cambios en la plantilla.
Bien. La verdad es que no soy mucho de fijarme en las redes sociales y los diarios, así que ni idea. A lo mejor otros jugadores están más al tanto, pero, la verdad, yo siempre pienso en lo que depende de mí: entrenar, jugar, pasarlo bien... Lo otro es cosa del director deportivo y del entrenador. Cada uno a su trabajo.
¿El objetivo del equipo es la permanencia o aspiran a algo más o lo fijará lo que vaya pasando en la pista?
El objetivo principal para un equipo que es nuevo en la liga tiene que ser la permanencia. Ojalá lo podamos conseguir lo más temprano posible, que no tengamos que sufrir mucho, que no se alargue. En esta primera vuelta intentamos sacar adelante el máximo de partidos posible para poder tener cierto margen en la segunda. Pero, sobre todo, intentar no sufrir, pese a que la ACB es una liga muy exigente, muy complicada, y cualquier pista y cualquier rival son difíciles. A partir de ahí, si logramos el primer objetivo, pues veremos en qué posición nos encontramos y si se puede soñar con más. Pero sería erróneo pensar más allá del seguir un año más en la ACB.
Tres victorias en el zurrón, que tranquilamente podrían ser cuatro, incluso cinco. ¿Cuántas cree que pueden bastar para la salvación?
Esa es la pregunta que muchos equipos se hacen cada año. No lo sé, porque creo que esta es una de las ligas más igualadas de los últimos años. Sí que es verdad que hay tres o cuatro equipos arriba que van a desmarcarse de los demás, pero después hay un grupo muy amplio; incluso los de más abajo han ganado ya dos partidos. Todo está muy apretado. Si todo sigue igual, yo te diría que once o doce victorias podrían bastar para salvarse.
Coruña es un equipo difícil de jugarle, muy peligroso, muy físico y te exige mucho
¿Considera, pues, que esta temporada pueda haber más equipos de los habituales batallando por evitar las dos últimas posiciones?
Hay muchos equipos en esa lucha. A la que tienes dos malos partidos, puedes estar ahí abajo; y si tienes dos buenos, puedes incluso luchar por estar en la Copa del Rey o en los playoffs. Ahora mismo, tal como está la liga, no sabría decir qué equipos podrían estar [luchando por la permanencia]. Peso seguro que no son solo dos o tres. Nosotros somos nuevos y con menos experiencia que la mayoría de los equipos.
Experiencia que a usted no le falta, precisamente.
No, no (risas). Pero en la plantilla hay muchos jugadores que no habían jugado en ACB, que, repito, es una liga muy exigente. Ha habido cambios de jugadores. Veremos si llega alguien o no. Todo este proceso, para un equipo nuevo, no es fácil. Por eso tenemos que centrarnos en ir partido a partido, que cada uno de ellos cuente y sea importante y en ponerle las cosas difíciles a todos los rivales. Yo me pongo en ese grupo porque somos nuevos.
Aunque la cuenta de victorias haya podido ser mayor, ¿considera que el 3-6 es un buen balance?
Yo lo valoro positivamente, porque, aunque podrían ser una o dos más victorias, también podría haber sido alguna menos. Por ejemplo, el día del Breogán, faltando tres minutos íbamos seis o siete abajo. Hemos sido capaces de ganar a dos muy buenos equipos como Manresa y Andorra. Contra el Zaragoza fue una lástima, porque dominamos prácticamente todo el partido, y en Vitoria no terminanos de cerrar el partido, y a estos equipos de Euroliga hay que matarlos varias veces.
La hostia de realidad que tuvimos en Málaga nos vino muy bien
Sorprende el buen y rápido acoplamiento de una plantilla prácticamente nueva. ¿Cuál es el secreto?
Nuestro entrenador, Gerad [Encuentra]. Creer en lo que nos dice, en su filosofía, en su idea de juego. Al final pasa por eso, porque lo jugadores entendamos lo que quiere, y ejecutarlo al cien por cien. La identidad del equipo es un poco su identidad: no dar por perdido ningún partido, luchar siempre hasta el final, tener en la pista a doce guerreros que se dejen la piel. Intentamos correr, dominar el rebote, ser agresivos en defensa... En ataque hemos ido mejorando y entendiéndonos los unos a los otros. El proceso no ha sido fácil; en las tres primeras jornadas nos costó. Creo que la hostia de realidad que tuvimos en Málaga [derrota por 101-63] nos vino muy bien para ver que a lo mejor no estábamos yendo por el buen camino y que había que cambiar cosas. Lo hicimos, y creo que ahora el equipo, pese a las dos últimas derrotas, está muy bien y en línea ascendente.
La lógica dice que lo ideal es renovar al máximo de jugadores posible durante el mayor tiempo posible, pero el Lleida, en contraposición al Leyma, está negando esa teoría.
A nivel de adaptación, obviamente lo que ha hecho Coruña la facilita. Es una filosofía que está muy bien. Lo que hemos hecho nosotros es un bloque con una mezcla de juventud, jugadores que llevamos muchos partidos en la ACB y jugadores contrastados en Europa. Son dos maneras de planificar una plantilla; ni una es mejor ni la otra es peor.
¿Qué destacaría del Leyma Básquet Coruña?
Es un equipo difícil de jugarle, que tiene puntos en las manos con Taylor, Scrubb, Thompkins, Figueroa... Es muy peligroso, muy físico, que te exige mucho, es agresivo en los bloqueos directos y cierra mucho la pintura, y eso provoca que, si no metes de fuera, se sienta cómodo y pueda jugar a su juego. No será un rival fácil, y más si juega con el ritmo y la energía increíbles con que jugó contra el Real Madrid.
Si todo sigue igual, once o doce victorias podrían bastar para salvarse
¿Y de sus enemigos íntimos, los pívots?
Diagne es muy físico, muy grande, juega mucho por encima del aro... Hay que intentar sacarle de la pintura. Es muy bueno, y muy rápido, en continuaciones con el balón arriba. A Lima todos lo conocemos; un jugador de trabajo, de oficio, duro en el rebote y que sabe las mil y una. A Huskic algunos le dicen el Jokic que juega en Europa (risas). Pasa muy bien el balón, tiene una gran visión de juego y hacer jugar al equipo. Son tres pívots totalmente diferentes, que no va a ser fácil pararlos.
La temporada pasada compartió vestuario con Brandon Taylor, que en Manresa era el segundo base del equipo. ¿Le sorprende su alto rendimiento en la actual?
No. Adaptarte a una liga como la ACB no es fácil. Y el año pasado ya dejó muchos destellos de calidad. Tiene mucho gol (sic), es muy eléctrico, muy rápido en el bloqueo directo, capaz de jugar en transición, de finalizar con contacto, tiene muy buena mano de tres... Es muy completo; muchas veces por su físico, al ser bajito, se puede pensar que puede sufrir con los contactos, pero te puedo decir que es de los bases con más calidad, a nivel individual, con los que he jugado, y mira que he jugado con bases muy buenos; y, repito, tiene mucho gol y puede hacer muchas cosas.
Me gusta eso de que tiene mucho gol.
Es que lo tiene (ríe). Si empieza enchufado el partido, puede ser un problema para nosotros, porque es un jugador que va creciendo a medida que se va sintiendo cómodo. Si somos capaces de que pierda un balón, de que haga un tiro forzado, de que no se sienta cómodo..., será bueno para nosotros. Si no, se nos va hacer larga la tarde, porque cuando está con ese picorcito, es muy complicado pararle.
Creo que esta es una de las ligas más igualadas de los últimos años
Cuarenta partidos con la selección española. Campeón del mundo en 2019 y bronce europeo en 2017. ¿Capítulo cerrado, o las ventanas FIBA lo mantienen abierto?
Creo que es difícil volver, porque la competencia es muy alta. Y también está habiendo ahora mismo un cambio generacional. Me encantaría poder volver y ayudar en lo que sea, tanto jugando como si es solo para la preparación de un campeonato, pero entiendo que es muy complicado. Mi momento fue el que fue, y ya está. Haberlo disfrutado, haber vivido la experiencia ha sido increíble, pero el presente es otro ahora mismo, las futuras generaciones están subiendo con mucha fuerza y hay que darles paso.
¿Cuántos años de baloncesto le quedan a Pierre Oriola?
No sé. Lo que quiero es retirarme cuando yo lo vea; es decir, no cuando mi físico y mi cabeza me digan “hasta aquí”, sino cuando yo decida que ya está bien, porque no quiero llevar mi cuerpo al límite; quiero dejarlo teniendo minutos en pista, sintiéndome importante dentro de un equipo, más allá de que juegue veinticinco o diez minutos. Puede ser de aquí a dos años, a tres, a cinco... El tiempo no lo sé, pero sí cómo quiero hacerlo: con la convicción de haberlo dado todo y de no alargarlo, porque si lo haces, las expectivas que tienes en la cabeza generalmente no llegas a cumplirlas. Ya he disfrutado muchísimo. En mi vida hubiese imaginado hacer todo lo que hecho.