Once Superligas, seis Copas de la Reina, siete Supercopas y 167 partidos con la selección absoluta ilustran el palmarés de Helia González Fernández (29 de agosto de 1985, A Coruña), una leyenda del voleibol español. Quién se lo iba a decir cuando empezó en el patio del colegio Liceo.

“Jamás creí que iba a conseguir todo esto. Cuando era una niña jugué a todo tipo de deportes de pelota, pero entonces ya tenía claro que quería dedicarme al vóley”, recuerda en una entrevista con este diario después de varios días de celebraciones y actos instituacionales.

La undécima Superliga

La receptora coruñesa celebró el pasado lunes su undécimo título de la Superliga, el segundo con el Olímpico de Gran Canaria. “Cada año y cada título son diferentes, se viven estados y circunstancias distintas. Todos son importantes, bonitos y este tiene mucho valor”, apunta Helia.

“A priori contábamos con una de las plantillas más fuertes, pero ha sido una temporada complicada. Hemos tenido momentos mejores y peores y ha sido luchado hasta el final. El rival contra el que nos tocó en la final (Tenerife La Laguna) nos lo puso difícil y ha sido muy bonito y gratificante”, detalla.

Gran Canaria, inicio y... ¿final?

Helia volvió en 2020 al Olímpico, precisamente el mismo club con el que dio el salto a la Superliga en 2005: “Cuando llegué aquí por primera vez tenía 18 años, era una inconsciente, con mucha ilusión y valentía, pero era una jugadora más despreocupada. Ahora  veo el voleibol de una manera completamente diferente y sé perfectamente qué tipo de jugadora soy. Lo he tenido que ir descubriendo con los años”, analiza.

Tras casi dos décadas en la élite, la coruñesa ya prepara su futuro fuera de la pista: “Me queda poquito: un año o, como mucho, dos. El vóley me ha dado para vivir como un trabajo normal, pero con contratos de meses, ni siquiera de un año entero. Es un deporte que no te da la calidad de vida que tienen un jugador de fútbol o de baloncesto”, asume González, que acaba sus estudios en Psicología.

Deporte y salud mental

“Encaminaré mi futuro entre el deporte y la psicología, los dos ámbitos que me apasionan. El vóley, porque es lo que más me gusta desde que tengo uso de razón, y la psicología, una parte que siempre ha estado más oculta, pero que es muy importante para la estabilidad mental de los deportistas”, arguye Helia, que defiende la importancia de la salud mental.

“Antes era muy importante todo lo relacionado con la cancha, el físico, ganar... Pero en el deporte puedes tener mucho éxito y a la vez tener una vida personal vacía. El deportista está siempre muy solo, fuera de casa, viajando... Es una profesión muy bonita, pero también muy dura y es importante exponer esa otra parte”, razona.

Una coruñesa que añora la lluvia

Helia, que se marchó de A Coruña con 15 años, ha perdido el acento, pero no la morriña: “Sobre todo echo de menos a mi familia, a la gente cercana y la comida pero también echo mucho de menos la lluvia, aunque parezca extraño (ríe). Me gusta nuestro clima, soy muy del norte, de esa forma de ser, y cuando me doy un paseo por Coruña me siento muy afortunada de ser coruñesa y a la vez me da mucha pena no poder disfrutarla más”, lamenta.

Una de las mejores jugadora de la historia del voleibol español tuvo que dejar su ciudad en busca de un futuro mejor: “Si quería crecer no tenía más remedio que salir de Galicia. Y no he podido volver porque no hay proyectos en condiciones. Sin ayudas es muy difícil. En Canarias, el Cabildo hace mucho por el deporte, en general. Hay otra cultura y mucha más afición. Se nota en el ambiente”.

El abismo con Europa

Más allá de sus éxitos en la Superliga, con el Ciutadella de Menorca, el Haro y el Murillo riojanos o el Olímpico canario, además de un breve paso por la liga francesa, Helia vistió la camiseta de la selección española en 167 partidos y fue la capitana durante años, tiempo suficiente para darse cuenta del abismo que hay entre el voleibol español y europeo.

“Aquí es un deporte minoritario y fuera de nuestras fronteras hay ligas muy potentes que mueven mucho dinero: Italia, Polonia, Turquía, Alemania... Cuando sales y ves lo que hay, crees que no puede ser verdad y competir contra eso es inviable”, lamenta.

El sueño de los Juegos Olímpicos nunca fue tal para Helia: “Nuestro objetivo era clasificarnos para un Europeo. ¡Imagínate! Plantearse llegar a unos Juegos era surrealista. Habría que hacer un proyecto a largo plazo, de muchos años y trabajo”. Años de voleibol no le sobran a la coruñesa, que en 2019 dejó la selección después de muchos veranos sin parar. Que le quiten lo bailao.