Unai Cereijo (Arteixo, 2007) apura una merecida semana de vacaciones. Flamante campeón de Europa juvenil de patinaje artístico el pasado fin de semana en Ponte Di Legno (Italia), el último fenómeno del prolífico Club Maxia coruñés volverá en unos días a calzarse los patines para empezar a preparar su próxima temporada, la del salto a la categoría júnior, con dos nuevos programas, corto y largo, para competir por todo y con un sueño: su primer Mundial.
“Fue un año bastante largo y con muchos campeonatos, pero estoy muy contento con los resultados”, celebra Unai, que al título continental suma sendas medallas de plata en las finales de la Copa del Mundo de San Juan (Argentina) y en el Campeonato de España. “No me esperaba conseguir el oro en el Europeo, la verdad. Tenía ganas, pero no me lo imaginaba”, reconoce.
El patinador arteixano aprovechó la lesión de su gran rival generacional, Guillermo Gómez, oro en San Juan (Argentina) y en el Nacional, que sufrió un esguince de tobillo durante la prueba de pista en Ponte Di Legno. “Salí con un poco más de presión porque tenía que demostrar todo lo que sabía hacer para ganar”, admite Cereijo, que pese a la medalla de oro lamenta dos errores.
“Tanto en el programa corto como en el largo tuve pequeños fallos que podía haber mejorado, pero a la gente le gustó mucho y mi entrenadora (Rosa García) y yo salimos súper contentos”, recuerda Unai, que pese a “un par de saltos sucios” mantuvo la compostura durante el resto de sus discos: “Me dio rabia porque entrenando me salían perfectos, pero hay que tener la cabeza fría y seguir porque no se puede parar. Es muy difícil arreglar un error sobre la marcha”.
Acompañado por su familia en Ponte Di Legno, el deportista del Club Maxia agradece el apoyo de sus padres y de su entrenadora y preparador físico, Rosa y Esteban, que además son sus tíos, aunque pasó más tiempo con su otra 'familia' en la concentración de la selección española: “Hace años que viajamos juntos y nos lo pasamos súper bien, aunque estamos un poco locos. Siempre tenemos alguna anécdota o historias que contar”, ríe al recordar las partidas de billar en el último campeonato.
Cereijo, habitual en los podios nacionales e internacionales desde edades muy tempranas, disfruta del patinaje artístico, “una forma para desconectar del mundo”, a pesar de la dureza en los entrenamientos, de lunes a sábado en sesiones de entre dos y cuatro horas: “Repetir tantas veces un mismo salto y que no te salga cansa muchísimo, pero el que la sigue la consigue”.
Disciplina dominada tradicionalmente por catalanes, el patinaje artístico ha vivido en los últimos años la explosión en otras zonas de España, mención especial para A Coruña con los éxitos del Maxia, personificados en Unai y su compañero Lucas Yáñez, doble campeón mundial júnior: “Estamos muy orgullosos de llegar tan arriba”, festeja.
Sin competición oficial hasta 2024, la próxima semana empezará a preparar su paso a la categoría júnior. “Voy a dar lo mejor de mí para inentar ir al Mundial (en cadetes y juveniles no hay competición interncontinental) y, por qué no, ganar otra medalla. En el patinaje voy a seguir mientras lo disfrute y el cuerpo aguante”, avisa.