El Club Maxia es la aldea gala del patinaje mundial. Y Rosa García, su entrenadora, tiene la pócima mágica, como el druída Panoramix. Por sus manos han pasado los mejores patinadores gallegos, que cada año se suben a los podios nacionales, europeos y mundiales.
De una aldea a otra: Rosa y tres irreductibles coruñeses, Lucas Yáñez, Unai Cereijo y su hijo, David Rama, la nueva promesa del club, viajaron el miércoles a Ponte di Legno, pasando por Madrid y Milán, un pueblo italiano incrustado en las montañas de los Alpes, para disputar el Campeonato de Europa que se celebra desde el jueves 7 hasta el domingo 10.
El primero de los tres en saltar a la pista será Lucas, bicampeón mundial júnior que este año ya compite con los mayores, el jueves afronta el programa corto y el sábado cierra su concurso con el largo. El objetivo está claro: clavar sus dos discos, ‘Espinas de una rosa’ y ‘Vikingo’, y esperar que los rivales no tengan el mejor día para optar a las medallas.
“Tiene 18 años y está compitiendo con chicos de casi 30. La diferencia de edad y experiencia se palpan. En las categorías inferiores era extraordinario y ganaba todo, pero en sérnior es muy complicado”, asume Rosa.
¿Cómo gestiona Lucas su cambio de estatus? “Vive con ello y es realista. En la categoría sénior se mide a los que hasta ahora eran sus ídolos y referentes. Es consciente de que tiene un nivel técnico parecido, pero sus rivales le llevan años de experiencia y eso se nota en los saltos o la interpretación. Para ganar a los que tiene por delante, se tienen que caer. Le hacen falta un par de años para volver arriba”, reconoce su entrenadora.
El oleirense ya se subió al podio en las finales de la Copa del Mundo –fue segundo– y se quedó a un puesto del cajón en el último Campeonato de España: “Fue cuarto haciendo un programa impecable, pero es que fue uno de los campeonatos con más nivel de la historia, y la federación decidió llevarlo al Europeo como un premio por ser campeón mundial júnior los dos últimos años y porque su nivel es muy alto. No quieren que un patinador como él esté parado”, desvela Rosa.
Salvo extrañas circunstancias, la única medalla segura para el Maxia es la de Unai Cereijo, ahijado de su entrenadora y que compite en edad juvenil, “un año de transición entre las categorías inferiores y júnior, en la que podrá ir al Mundial”.
Subcampeón en la Copa del Mundo y en el Campeonato de España, el patinador arteixano intentará asaltar el trono del madrileño Guillermo Gómez, su gran rival generacional: “De momento es segundo en el ranking mundial y la medalla de plata estaría muy bien”, asume García.
El benjamín de la expedición es David Rama, hijo de Rosa, que cambió las botas de fútbol por los patines en 2020 durante la pandemia. “Es un niño muy activo y como en el fútbol estuvieron muchísimo tiempo con limitaciones, no le llenaba. Como nosotros podíamos entrenar a toda pista, empezó y ahí sigue, hasta hoy”, recuerda la directora del Maxia.
¿Cómo es la relación madre-hijo en los entrenamientos? “Antes estaba en el patinaje para jugar, no para competir. Esto llegó de sopetón y nos cae grande a todos, pero estamos aprendiendo y ahora lo llevamos mejor. Está madurando y aguantando un ritmo cada vez más duro en los entrenamientos. Tiene dos referentes donde mirar (Lucas y Unai): si trabaja y se comporta tiene una salida”, indica Rosa.
David realizará un programa corto con “música melódica y lenta” y en el largo “representará a un astronauta del Apolo XI en su llegada a la luna que en el Nacional le gustó mucho a los jueces”.
Tercero en el Campeonato de España cadete, el coruñés disputará en Ponte Di Legno su primer Europeo: “Intentará hacer un buen papel y quedar lo más arriba posible, el año que viene tendrá más opciones”, confía Rosa, la arquitecta de la aldea gala del patinaje mundial.
Rosa García: “Ganamos títulos y medallas, pero no nos ayuda ni el tato” |
Rosa García se resigna ante la falta de apoyos y de visibilidad que sufre el patinaje artístico en A Coruña. “Me siento más valorada fuera de casa. Por X por Y, aquí siempre nos encontramos con envidias, problemas para entrenar...”, desvela.
La entrenadora recuerda que Lucas, Unai y ella tuvieron que costearse el viaje a San Juan para participar en las finales de la Copa del Mundo: “Lucas recuperó todo el dinero con el ‘gofunding’, pero las máximas aportaciones fueron de su familia. Al final todo queda en casa. Ganamos muchos títulos y medallas, pero no nos ayuda ni el Tato. Y no creo que cambie”, lamenta. |