Le siguen llamando Pablito, pero que la candidez de su nombre no despiste a los lectores. Porque nos encontramos ante un ejemplar peligroso. Un animal voraz. Pablo, Pablito o Pablón. Da igual la edad, el equipo o el estilo que le toque jugar. El resultado es siempre el mismo: el gol. Un killer del área que a sus 38 años regresa a la liga española de la mano del Barcelona. Sus seis temporadas en el Liceo le sirvieron para situarse en el top diez de máximos artilleros de la historia del equipo verdiblanco con 229 dianas. Un héroe a favor. Pero cuando le toca jugar enfrente tiene la misma efectividad. Porque a la vez es el jugador en activo que ha castigado en más ocasiones al Liceo, con 43 goles. Un verdugo en contra. “Esperamos que siga siendo así, lo siento por los de allí”, bromea por teléfono. La misma sangre fría ante la periodista que ante el portero.
Sus últimas dos visitas, ya en las filas del Benfica, contribuyeron a engordar sus ya abultadas estadísticas. Un tanto el año pasado en la fase regular de la Liga Europea. Y los cuatro con los que los lisboetas eliminaron al Liceo en las semifinales de la Golden Cup que acogió el Palacio de los Deportes de Riazor en 2022. Con las Águilas marcó cinco tantos que le hicieron subir en el ranking de máximos goleadores en contra del equipo coruñés. Ahora lleva 43, cuando se fue del Barça eran 38 y aún le superaban los 41 de Marc Torra, otro que también jugó tanto en el conjunto azulgrana como en el Benfica.
Pepe Guillín “Es como un padre para mí, siempre que voy aprovecho para ir a verlo”
Esto le convierte en el primero de la actualidad aunque aún ocupa la sexta posición de la lista histórica, lejos de los líderes. Beto Borregán, alma del arrollador Barça de la primera década de este siglo, es la auténtica bestia negra de los liceístas, con 65 tantos en contra, por delante de Santi Cardá (57), que jugó en Noia, Monza e Igualada; David Páez (52), todos en su etapa en el Barça; Joan Ayats (50), en las filas de Tordera, Barça e Igualada; y Joan Feixas (45), gran capitán del Noia Freixenet.
“No sabía yo esto, voy a tener que jugar un par de años más entonces... Pero va a ser difícil superar eso”, reconoce. Ahora que ha vuelto al Barça tendrá más oportunidades. En el Benfica solo se encontró tres veces en tres años con el Liceo. Esta temporada ya tiene asegurados tres duelos. Los dos de liga más las semifinales de mañana en la Supercopa; sin tener en cuenta posibles cruces en Copa del Rey o en los playoffs. “Siempre estoy con ganas de volver a Coruña, a mis terras galegas”, dice. Además viene con hambre: “Se me hizo muy larga la pretemporada por el Mundial. Muchas semanas entrenando. Ya tengo ganas de que empiece la competición”. Primer aviso.
El destino es así. Vuelve a España, al Barça, y el primer partido es contra su exequipo. “El más fácil toca para empezar”, ironiza. Además “va a ser un partido muy bonito”, continúa, “lo voy a disfrutar mucho porque son muchas cosas: volver a jugar en España, volver a A Coruña, a pisar el Palacio que le tengo mucho cariño...”. Aunque ya no queda prácticamente nadie de la gente con la que coincidió en la ciudad. “Se han ido casi todos... Ha pasado mucho tiempo, eso quiere decir que estamos bastante mayores también”, comenta.
Uno de los que sigue es el utillero y delegado Fran Tato. “¡Qué buena gente es!”, se alegra de su próximo reencuentro. Aunque siempre hay alguien por encima del resto cuando viene a A Coruña: Pepe Guillín. “Tengo que coordinar con él. Ahora que voy a estar ahí unos días, quiero verlo. Siempre que voy aprovecho para visitarlo. Pepe me ayudó muchísimo, fue un grandísmo apoyo, como un padre para mí cuando estuve en A Coruña. Es una excelente persona”. Guillín precisamente ya recibió la semana pasada la visita de otro ilustre exliceísta argentino, Carlitos López. “Algo vi, estuvieron recordando y mirando fotos. Pepe fue un padre para todos los argentinos. Siempre estaba presente y es muy querido no solo por nosotros, sino por toda la gente del deporte que le conocía”.
Pablo y Carlos tienen en común no solo la nacionalidad, haber jugado en Liceo, Barcelona y en el Benfica. A los dos les siguen llamando y conociendo por sus diminutivos. De hecho, cuando se marchó de A Coruña dijo que había llegado como un niño y que se iba como un hombre. Pero trece años después sigue siendo Pablito. “Me hace gracia, ya me quedó el apodo así. Me gusta. Aunque ya no lo sea. Mejor Pablito que Pablón”, se ríe.
Nacido en San Juan hace 38 años, Pablo Álvarez es la elegancia hecha jugador de hockey sobre patines. Un manual con patas de patinaje y técnica que viene de “disfrutar” con la rienda suelta que supuso el hockey portugués para su estilo. “Es mucho más directo. Llevaba diez años en el Barcelona y seis en el Liceo y el juego aquí es más estructurado. Allí es pura diversión, ida y vuelta. Lo he disfrutado muchísimo. Me costó adaptarme. Tuve que captar que tenía que crear y sacar ese lado ofensivo, que siempre lo he tenido, pero lo tenía un poco dormido”. Asombra del que es el máximo goleador histórico de la OK Liga (551).
Ahora espera no tener que volver a dormir ese deseo. “Ojalá poder seguir con la misma dinámica de Portugal y darle ese toque al equipo. Que no se borre y siga eso ahí presente, porque viene bien. Nunca me he considerado un jugador plano, pueden pasar fases del partido en los que tienes que tener ese orden, y otras en las que tiene que existir ese desequilibrio”, valora.
Sobre la semifinal contra el Liceo, entiende que por más que hayan cambiado los dos equipos, todo seguirá igual: “Va a ser un partido durísimo, como siempre lo son los partidos contra el Liceo y más en Coruña. Pero también un partido atractivo, bonito y para disfrutarlo. Por el prototipo de jugadores que tenemos tanto en el Barça como en el Liceo va a ser para disfrutar y para que la gente disfrute. Un lindo espectáculo, sobre todo en lo ofensivo, con jugadores mágicos”.
Tiene claro que ahora el objetivo es disfrutar. “No tengo pensado hasta cuántos años voy a jugar, supongo que hasta que vea que no puedo más”, indica. También tiene ejemplos cerca de longevidad. Sin ir más lejos, el propio Carlitos (47). Pero también algunos de sus excompañeros en el Liceo: Jordi Bargalló (44) y Jaume Llaverola (49). ¿Estará en A Coruña el elixir de la eterna juventud del hockey? “Será el agua templada de Riazor”, se ríe.