“Ricardo Ares [entrenador del Porto] siempre bromea conmigo y me dice: ‘¿Quieres ganar la liga? ¡Llama a Edu!’. He tenido la suerte de jugar siempre en equipos grandes y así es más fácil que lleguen los éxitos”, comenta Eduard Lamas. El jugador, nacido en Barcelona en 1990, pero coruñés de pura cepa, se acaba de proclamar campeón de la liga lusa con el Porto para conseguir algo inédito en el mundo del hockey sobre patines: ganar la competición doméstica con los dos grandes de España, Liceo y Barcelona; y Portugal, Benfica y Porto. “Me voy a tener que ir para Italia”, ríe. Aunque en realidad, en sus planes de futuro siempre aparece volver a casa. “Me queda un año de contrato. Nunca se sabe. Yo el Liceo lo considero mi casa y me encantaría acabar aquí mi carrera deportiva. Ya no me quedan tantos años”, desea.
“Ha sido un año muy bueno, tanto que se me pasó volando. Ganamos la Liga, que para mí es el torneo más complicado, con un playoff dificilísimo, la Copa y la Continental. Se nos escapó la Champions, pero yo creo que fue un curso brillante”, repasa sobre el curso en el Porto, al que llegó directamente desde el máximo rival, el Benfica, al que venció precisamente en la final de la liga. “Hubo un poco de polémica”, reconoce. “A mí se me acababa el contrato y yo les di hasta febrero para renovar. Cuando pasó ese plazo y no me hicieron oferta, era libre para negociar con quien quisiese”, apunta, “pero cuando se enteraron de que el que me quería fichar era el Porto, entonces ya querían que siguiera. Pero era tarde. Se lo tomaron mal, pero yo tenía la conciencia tranquila”.
Este hecho emborronó un poco sus últimos meses en Lisboa después de cuatro temporadas en la capital portuguesa. “Me tuvieron sin jugar todo el playoff. Un día me encontré con el entrenador del equipo de balonmano, el español Chema Rodríguez, y me dijo que me preparara porque seguro que les iba a hacer falta, que el deporte da muchas vueltas”, dice. Y la lesión de Pablo Álvarez le abrió las puertas en los dos últimos partidos de la final contra el Sporting. “El equipo no estaba demasiado bien y llegué yo, que estaba fresco, y creo que les di un impulso. Mucha gente lo reconoció”, comenta. Por eso la afición benfiquista no se lo tuvo en cuenta: “Me quedé sorprendido. El primer partido de liga ya fue en las primeras jornadas, que estaba todo muy reciente. Yo pensé que me iban a insultar y a silbar... pero la gente me respetó muchísimo y la verdad que eso me hace estar orgulloso”.
Tampoco fue fácil el cambio del Liceo al Barça. Canterano del equipo verdiblanco desde los tres años, dio el salto al primer equipo, donde cada vez tuvo más protagonismo a las órdenes de Carlos Gil hasta ganar, codo con codo con su hermano Josep, siempre su ídolo, dos Champions y una Liga. “Fueron los años que más disfruté del hockey. Aparte de pasárnoslo bien, ganábamos”, apunta. Hasta que llegó la llamada del Barça. Al contrario que su hermano, que estuvo toda su carrera en el Liceo, Eduard decidió marcharse, con la mala suerte de lesionarse de gravedad (una osteocondritis disecante, el desprendimiento de hueso y cartílago en la parte posterior del fémur) que le tuvo un año sin jugar, la segunda mitad del primero y la primera del segundo, pero en ambas aportó a los títulos de liga conquistados.
Lamas también es campeón de Europa y del mundo con la selección española. Solo le faltaba la Copa de Portugal y la ganó este año. Ahora se fija en la Champions. “La última la gané con el Liceo hace muchos años ya... así que lo firmaba antes de empezar la temporada. Además, le dije a mi hermano que le iba a superar y aún nada. Él tiene tres con el Liceo. Eso es un gran mérito”. El hambre no se acaba.