Los primeros pasos de una futura campeona olímpica
lll
17º-23º

Los primeros pasos de una futura campeona olímpica

Sofía Toro empezó en el deporte base coruñés y llegó hasta el oro en los Juegos de Londres 2012
Los primeros pasos de una futura campeona olímpica
Sofía Toro como campeona olímpica en Londres 2012 | EFE

Usuario

Cintillo Premios DXT
 

Cada día entra por la puerta de un club de la ciudad un posible futuro campeón olímpico. Así fue en el caso de Sofía Toro (A Coruña, 1990) la primera vez que pisó el Real Club Náutico de Vela de A Coruña. “Mis inicios fueron igual que los de muchos otros niños. No tienen nada de especial. Iba el club a pasar el día y pasármelo bien”, recuerda. Y de ahí a la gloria en Londres 2012 una década después. Lo que ha quedado de esos comienzos, sin embargo, no son las medallas sino las vivencias como las duchas interminables cantando La Oreja de Van Gogh. Esa esencia que acompaña al deporte base y que presidirá la gala de los Premios al Talento Base con los que mañana jueves DXT Campeón, primer periódico deportivo de Galicia, celebrará en el Palacio de la Ópera (19.30 horas), reconocerá a once deportistas, entrenadores, clubes, directivos y entidades de la ciudad.


Toro tenía ocho años, antes había practicado natación (ganó la Travesía del Dique de su categoría con diez años y un poco más tarde se apuntó a la que unía San Amaro con el Náutico, que no terminó pero sí su madre, de la que recuerda sentirse muy orgullosa) y como muchos hermanos pequeños, acompañaba al mayor de la casa, Jano, a sus clases. “Jugaba por lo barcos en tierra” hasta que le llegó su turno. “Llegábamos al club, y los monitores nos llevaban al gimnasio para darnos una charla y repartirnos en los barcos que navegaríamos, porque había diferentes y también cambiaban los compañeros”, resalta.

 

Sofía Toro
Sofía Toro |  cedida


“Me acuerdo de navegar hasta Mera, donde muchas veces comíamos un bocadillo, nos bañábamos y volvíamos navegando. También de lo difícil que era a veces llegar a tierra de vuelta y sortear los barcos que antes estaban fondeados cerca de la rampa del club, donde nos bañábamos al terminar el día”, dice.


Después pasó al equipo de regatas e “iba heredando” las cosas de su hermano. Incluso el barco. “Cuando él se cambió de clase, a mí me dieron su optimist, que era verde menta y se llamaba Coitadiño, como el barco que tenía mi abuelo”, echa la vista atrás. “En el 2000 se celebró el Mundial de Optimist en A Coruña y las familias del club recibieron una ayuda para comprar uno. El día que lo fuimos a recoger al Parrote, lo llevé por el carril bici hasta el dique de Abrigo. Tenía que ir parando porque me cansaba de arrastrarlo”.


Una escuela de vida. “No me gustaba ponerme el neopreno, sobre todo los domingos que estaba mojado del día anterior. Aunque yo solía navegar en chándal, casi nunca me ponía nada más que eso o un traje de aguas roto”. No necesitaba más para ser feliz: “Guardábamos el material en una caseta, endulzábamos el barco y pasábamos el tiempo en el vestuario duchándonos y cantando todo el repertorio de La Oreja de van Gogh”. 

 

Faldón patrocinadores BUENO
 

Los primeros pasos de una futura campeona olímpica

Te puede interesar