El Valencia buscaba su noveno título, el último precisamente conseguido en el campo del Betis, el Benito Villamarín, en 2019 ante el Barcelona, y el conjunto verdiblanco el tercero tras el logrado en 2005 en el ya desaparecido Vicente Calderón de Madrid ante Osasuna.

Triunfó el Betis en los lanzamientos desde el punto de penalti.

Los dos equipos presentaron sus onces de gala para la final de la Copa del Rey en el Estadio La Cartuja, con seis cambios en el equipo titular verdiblanco respecto a la pasada jornada de Liga y Borja Iglesias en punta, y diez en el valencianista, con el central brasileño Gabriel Paulista, recuperado de su lesión, y en el que sólo repite Carlos Soler.

El técnico bético, el chileno Manuel Pellegrini, apostó para la final por su compatriota Claudio Bravo, en lugar del portugués Rui Silva; por los laterales Héctor Bellerín y Álex Moreno; y el argentino Guido Rodríguez y el luso William Carvalho en la media; además de su goleador Borja Iglesias, en vez del brasileño Willian José, como novedades.

Su homólogo en el Valencia, José Bordalás, revolucionó su once al introducir hasta diez cambios respecto al que perdió por 2-0 el pasado martes en Villarreal en LaLiga, pues sólo se mantiene el centrocampista Carlos Soler, mientras que confía la punta del ataque al portugués Gonçalo Guedes y Hugo Duro, además de recuperar para la zaga a Paulista, tras haber estado dos semanas lesionado.

Mucha intensidad

La final comenzó con mucha intensidad en el juego, tal como se preveía, con el Betis con un mayor dominio del balón que le dio sus frutos pronto, al cabecear Borja Iglesias, solo en el área y en un despiste de la zaga valencianista, un centro de Héctor Bellerín, aunque el Valencia reaccionó bien al golpe recibido y a los 30 minutos, en una contra en la que el guineano Ilaix Moriba le puso un gran balón a Hugo Duro para que batiera, con un toque sutil, al chileno Claudio Bravo

El Betis llevó la iniciativa ante un cuadro, el mediterráneo, que por momentos acumulaba diez hombres por detrás del balón. Los andaluces dispararon más sobre la meta rival, pero con poco acierto. De hecho, de tres disparos entre los tres palos, dos béticos y uno ‘ché’, llegaron dos goles, uno para cada escuadra. De esta manera, empataban ambos contendientes al descanso.

La segunda parte se inició con la misma tónica. El Betis quería marcar y el Valencia dominar el encuentro por su férreo posicionamiento. Los dos equipos pusieron de nuevo sobre la mesa sus argumentos vitales, el Betis buscando más fútbol, pero el marcador no se movía y ambos conjuntos, por momentos, se enzarzaban en entre entradas duras y férreas. Una final es una final y la igualdad suele ser lógica como hoy , en Sevilla.

A falta de un cuarto de hora Fekir protagonizó dos acciones claras para desnivelar la contienda pero el Valencia solucionó la papeleta, en una final marcada por las buenas acciones de los porteros. La prórroga fue lógica. Pellegrini se fue a por el triunfo antes de los lanzamientos desde el punto de penalti, se quedó sin sus mejores lanzadores y buscó velocidad pero la lotería desde los once metros fue la que decidió al campeón en un último penalti de Miranda.