Z.R. / Enviada especial en Famalicão

La afición blanquiazul desafía a los kilómetros, a las altas temperaturas e incluso a las velutinas. A las distancias porque este martes en el partido ante el Famalicão había seguidores venidos desde A Coruña, pero incluso de vuelta desde Huelva a Galicia. 

Al calor, porque con más de 30 grados en esta localidad interior de Portugal no era sencillo seguir un partido de fútbol bajo un sol de justicia. Y también a las velutinas, porque estos incómodos insectos quisieron apuntarse a la fiesta que tenían montada los seguidores del Dépor en la grada. Pero, vayamos por partes.

La hinchada blanquiazul siempre está presente cuando el Dépor juega a domicilio, no importa lo lejos que esté. Ya en las inmediaciones del estadio se pudieron ver a seguidores esperando por el autocar herculino.
Algunos no venían sólo a este partido, sino que también estarán hoy en Barcelos, donde el equipo juega contra el Gil Vicente (20.30 hora española, retransmitido por el YouTube del RC Deportivo). 

Otro grupo de seguidoras admitía que habían venido tan sólo a disfrutar del partido para a la conclusión emprender regreso. También hubo los que aprovecharon la recta final de las vacaciones. Fue el caso de una familia coruñesa que había estado de vacaciones en Huelva. Y, en su camino de vuelta decidió hacer una última, pero no por ello menos importante parada, para ver en directo al Deportivo. 

Cualquier excusa es buena y los seguidores tienen muchas ganas de ver al equipo en acción.
El Dépor llegó hora y media antes del choque, pero entre estrictas medidas de seguridad. La policía lusa no permitió a los aficionados acercarse al autocar. Ya dentro, la afición deportivista ocupó un sector del lateral de la grada enfrente al palco. Animaban, a pesar de ser minoría, pero se llevaron un susto al filo del descanso. Quedaban sólo cinco minutos para el intermedio y unos gritos hicieron que tuvieran que acudir las asistencias médicas.

No era un golpe de calor, era la amenaza de un enjambre de velutinas lo que hacía que los seguidores entraran en pánico. Se desalojaba la grada y empleados del club procedían a espantar a las velutinas con una manguera. Mientras, ambas escuadras aprovechaban para hidratarse en la banda. Un buen susto que propició que la afición no pudiese seguir viendo el partido hasta el descanso.

La hinchada coruñesa, irreductible hasta al ataque de las velutinas, aparecía en el campo de nuevo y era recibida entre aplausos por los seguidores locales. No habían tenido muchas alegrías hasta ese momento en la primera parte y tampoco empezaba bien la segunda, con el tanto encajado de penalti.

A pesar de ello no cesó en su empeño de animar y su fe se vio recompensada. Dos dianas para poner las tablas en el marcador de un partido en el que pasó de todo. Y no precisamente mucho de ello fue fútbol.