Hay dos máximas en Segunda División. Por norma general, los partidos acaban decidiéndose en pequeños detalles y, salvo que seas uno de los peces gordos, los mejores delanteros no están en tu equipo. Las estrecheces económicas han ido a más durante la última década y cada vez son menos los participantes en la Liga Hypermotion que cuentan con atacantes diferenciales. Básicamente porque a poco que alguno destaque, tendrá hueco en el escalón superior. Sea en España o en otro país.
Lo tuvo claro desde el principio Óscar Gilsanz, que pese a ser un recién llegado a la categoría cuando tomó las riendas del Deportivo, conocía perfectamente la naturaleza de ese fútbol que se desarrolla apartado de los grandes focos. Ese en el que el margen de mejora está en lo que uno puede entrenar y trabajar en el día a día, porque para hacer goles, a menudo, no hay otro camino que el dinero. Que no abunda.
Así, el técnico de Betanzos empezó por matizar la idea de un Imanol Idiakez que redobló la valiente apuesta que había devuelto al equipo al fútbol profesional. Un plan que la nueva exigencia expuso en ambas áreas hasta el punto de convertirlo en kamikaze.
Ya que no puedes marcar más goles, haz que los que consigas tengan más valor. Esa fue la premisa principal tras el cambio en el banquillo y la doctrina que deben seguir la mayor parte de los equipos de plata. Tanto los que buscan dar un paso más como los que tratan de huir del barro a toda costa. Y los resultados en ambos objetivos suelen acabar dando la razón.
Lo entendió todo Alessio Lisci, entrenador de un Mirandés que empezó agosto suspendiendo amistosos porque no tenía suficientes jugadores en plantilla y hoy es el líder de Segunda después de 30 jornadas. Más allá de exprimir hasta la última gota de todo el talento joven que consiguieron reclutar a última hora en Anduva, el técnico italiano apostó por una fórmula tan simple como la de construir la casa por los cimientos.
Una línea de cinco que todavía hoy mantiene y la solidez de un muro de hormigón para sacarle máxima rentabilidad a cada tanto que consiguiera su equipo. 39 van en total para 54 puntos que lo colocan en lo más alto de la clasificación. Excelencia en servicios mínimos.
Lo que está ocurriendo en Miranda del Ebro es la sublimación de los equipos que deciden seguir este patrón. Pero incluso los que no encuentran la manera de elevar tanto su techo, suelen conseguir una consistencia que les permite establecer un suelo más que suficiente. Por ahí aparece el Burgos, que lleva varias campañas sin salirse del carril marcado. En los últimos seis días ha logrado dos victorias por 1-0, un total de ocho de las once que suma este curso fueron así. 25 tantos en 30 partidos, menos de uno por encuentro, pero que dan para sumar 39 puntos gracias a lo que sucede en el otro extremo del campo.
Ningún equipo hace valer más sus goles en Segunda, superando el punto y medio por cada diana.
Desde una propuesta diferente, Elche y Huesca también están consiguiendo que sus aciertos sean muy valiosos, lo mismo que el Eibar en una temporada de transición en la que está peleando por abajo después de quedarse a las puertas de Primera varios años. Por supuesto, siempre existe la excepción que confirma la regla. La pone el Racing de Ferrol. El equipo de A Malata cumple a la hora de sacarle partido a sus goles (1,22 puntos por cada diana), el problema es que se ha olvidado de un detalle sumamente importante: marcarlos. El balance de 18 en 30 jornadas, el peor ataque junto al Cartagena, es insostenible. Más todavía cuando ha encajado 49.
En el otro extremo están los que lo han fiado todo a su potencia de fuego. Suelen ser los proyectos más ambiciosos, que generalmente coinciden con equipos recién descendidos, los que aprovechan este mismo contexto complicado a nivel financiero para retener a buena parte de sus estrellas. No siempre garantiza la gloria.
Al Espanyol le salió bien con Braithwaite el año pasado, aunque necesitó el playoff a pesar de los 22 goles del punta danés. Sobre ese molde quiso construir el Almería con Luis Suárez, que lleva ya 20, y el Granada con un Uzuni que decidió marcharse a mitad de temporada tras firmar 14 tantos. Ambos equipos son los máximos goleadores de Segunda (50 y 49 goles). Ambos están fuera de playoff en estos momentos debido, precisamente, a que sufren en defensa cuando los de arriba no tienen el día.
En esta clasificación de rentabilidad ofensiva el Deportivo transita como en la general, navegando por la zona media. La tendencia desde la llegada de Óscar Gilsanz es al alza, en parte por esa evolución hacia un equipo más maduro y que sabe moverse en los márgenes que ofrece cada partido el segundo escalón del fútbol español.
El cuadro herculino está mutando para pasar de ser un equipo que necesitaba que todo fuera de cara para ganar, a un bloque que se agarra a los partidos mientras aprende a provocar que los detalles no siempre lleven la camiseta rival. De las primeras seis victorias de la temporada, cuatro llegaron con amplias goleadas. O atropellaba o no lograba imponerse. De las cuatro últimas, todas ellas en 2025, tres se decidieron por un gol de diferencia, incluida la reciente del Tartiere en la que hubo que esperar al descuento.
Es una de las lecciones que debe llevarse de este primer año de regreso al fútbol profesional después de cuatro temporadas siendo el más grande de estanque. Que el camino a seguir es el mismo que ha recorrido un Mirandés que hace unos meses se paseaba en Riazor marcando 4 de los 39 goles que le permiten ser líder. Curiosamente, la misma producción que al Dépor solo le vale para ser 12º en la clasificación.