Un Tenerife amparado en el cuchillo
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Un Tenerife amparado en el cuchillo

Un Tenerife amparado en el cuchillo
Luismi Cruz celebra su gol ante el Granada | CD TENERIFE

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Con la botella de oxígeno consumiéndose más rápido de lo que es capaz de nadar hacia la superficie, al Tenerife solo le queda le queda ir a degüello. Bracear más rápido. Sin margen para ser contemplativo. Sin opción para permitirse algo que no sea ganar, por mucho que en el último mes y medio sea el cuarto mejor equipo de la categoría. La remontada del ‘Tete’ ha llegado tarde. Y cuando la necesidad apremia y la creatividad no sobra, solo queda colocarse el cuchillo entre los dientes e ir hacia delante sin mirar atrás.


Precisamente a través de ese estilo que se desvía un poco del ‘Cerverismo’ más tradicional, el Tenerife ha encontrado la citada reacción. Y aunque ha sido tan poco madrugadora que el destino del cuadro tinerfeño parece escrito, no es menos cierto que ha llegado puntual para, al menos, permitirle plantarse en Riazor con la sensación de que todavía queda una última bala en la recámara. 
 

Los resultados le han dado fe para seguir creciendo como equipo. Pero a esta racha de cuatro victorias y un empate en las últimas seis jornadas, el equipo chicharrero ha llegado a través del juego. Un juego que no es pulcro, pues al Tenerife le cuesta llevar la iniciativa en los partidos. Pero un juego que, a la vez, se aleja del exclusivo repliegue y contragolpe con el que el ‘Gafa’ se convirtió en leyenda en Cádiz. 
 

Porque como él mismo ha reconocido, el Tenerife de Cervera presiona más arriba. No solo por la necesidad de abrochar victorias, sino por las propias características de un equipo que ha encontrado estabilidad a través de ese perfil físico que le pide ritmo. No es casualidad que el cuadro canario sea el segundo equipo que más faltas por partido promedia.


De este modo, el ‘Tete’ mezcla momentos de un bloque sin balón con una altura más elevada con otros de mayor recogimiento. Precisamente parece que tenderá más hacia la primera modalidad en Riazor, pese a que el propio técnico tinerfeñista reconoció que, ante el Dépor de la velocidad, la lógica le invita a protegerse atrás para buscarle al contragolpe. 

 

No lo hará, aseguró en la rueda de prensa previa al partido, ante la necesidad de ganar. Pero, por mucho que a Cervera se lo pida el cuerpo, no lo hará también porque a su equipo no le está yendo mal cada vez que se lanza arriba. De hecho, es una forma de condicionar al rival. De estresarle a partir de los duelos y de poder robar más arriba. Todo para evitar tener que construir demasiado o expandirse desde muy abajo. Lógico cuando tu cerebro es parte desde la banda y cuando apenas tienes a Waldo Rubio como única arma ofensiva para estirarte.

 

Más que un ‘lanzador’

Y es que el Tenerife late, a nivel ofensivo, al ritmo que lo hace Luismi Cruz. El futbolista forjado en el Sevilla y que estalló en el Barça Atlètic como paso previo al fútbol profesional es el metrónomo blanquiazul. Ningún equipo de la Liga Hypermotion sobrecarga más un carril que el Tenerife su pasillo derecho. El 39% de sus ataques se gestan en el perfil diestro y no es casualidad. Porque en Luismi, el ‘Tete’ tiene a un extremo derecho con cerebro zurdo y alma de mediapunta. Una mente que también es la punta de su cuchillo.

 

Luismi no va al espacio. Pero sí al apoyo. Para recibir al pie, para girarse, para conducir, para dirigir. Para atraer a los rivales y liberar a los compañeros. Con un centro del campo conformado por el destructor Aitor Sanz -no estará en Riazor por sanción- y los ‘box to box’ Bodiger y Youssouf Diarra, Cruz piensa y también ejecuta. No solo porque de su pie izquierdo sale el balón parado del equipo, sino también los centros a un área de remate en el que Enric Gallego sigue empeñado en reinar. A pesar de su bajón de rendimiento, el gigantón se ha hecho un hueco como ariete ante un Maikel Mesa indefinido y un Ángel Rodríguez lejos de su nivel.


Atrás, Edgar Badía le ha aportado estabilidad. Una estabilidad que, sin uno de sus centrales -Sergio González- y su mediocentro posicional -Aitor Sanz-, tendrá que volver a reinventar.

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