Mucho ha tenido que esperar el Deportivo para que, por fin, la segunda unidad produjera puntos. El debate del fondo de armario blanquiazul viene de lejos, incluso ya de la temporada pasada a pesar del ascenso y una segunda vuelta histórica cimentada, eso sí, en un número reducido de futbolistas. Un debate que además de las sensaciones, se refrenda con números. A menudo los entrenadores, por gestión de vestuario, y los directores deportivos, para justificar su trabajo, cantan las alabanzas de los menos habituales poniendo sobre la mesa el trabajo en el día a día y la importancia en que el grupo se entrene siempre con la máxima exigencia. La realidad es que hasta el duelo en el Carlos Tartiere, los jugadores que habían entrado desde el banquillo para el equipo blanquiazul esta temporada no habían logrado tener impacto en el marcador final.
Esta afirmación tiene ciertos asteriscos, pero ninguno de ellos cambia el fondo de la cuestión. De hecho, el fútbol es muy traicionero cuando se ve de espaldas mientras se mira de reojo a las estadísticas. Esas que probablemente no le concedan la asistencia a Hugo Rama a pesar de ser decisivo a la hora de lanzar a Ximo Navarro para su doble duelo ante Aarón. Injusticia mayúscula.
Aunque fue el lateral el que acabó marcando, la jugada se diseñó entre dos futbolistas que no habían partido de inicio. El de Sigüeiro, mismamente, apenas llevaba cinco minutos sobre el campo. Su golpe de magia vino precedido de un buen movimiento y toque rápido de Diego Gómez, que había salido al césped para jugar el tramo final. La agilidad mental de los dos hombres de refresco y el guante de Rama permitieron por primera vez en esta liga que el Dépor se llevara puntos cocinados por las sustituciones.
No se ha caracterizado el cuadro deportivista por ser capaz de cambiar partidos y, mucho menos, resolver situaciones delicadas con los cambios en lo que va de Liga. Porque sí ha sido conseguido marcar una buena suma de tantos en el último cuarto de hora, 10 de 38, pero casi siempre han tenido como autores a futbolistas que ya vestían de corto cuando el colegiado había señalado el pitido inicial.
Cinco goles y dos asistencias han aportado hasta ahora los jugadores que entraron en las segundas partes para el Dépor. Cifras que también tienen trampa si tenemos en cuenta que uno de ellos fue obra de Yeremay. Idiakez dio descanso al canario en la primera vuelta ante el Racing de Santander en una semana de tres partidos y su ingreso en el terreno de juego despertó a Riazor y a sus compañeros. Marcó y estuvo a punto de hacer el segundo, pero el cuadro herculino terminó perdiendo el partido y el técnico vasco el puesto.
El Levante ha sido el rival al que el Dépor más ha golpeado con su ‘Unidad B’. Pero en un fiel reflejo de lo que ha sucedido toda la temporada, esa aportación se quedó corta. En la primera vuelta Escudero asistió para que Barbero pusiera el 2-1 y metiera el miedo en el cuerpo a un cuadro granota que había dominado con claridad todo el encuentro. Hace unas semanas en Riazor, la cita estuvo más ajustada. Diego Villares entró por Mfulu con 0-1 y 20 minutos después igualó el marcador, pero el error posterior de Helton y Pablo Vázquez supuso la derrota final por 2-1.
El líder blanquiazul en esta faceta es Cristian Herrera, que ha firmado dos goles y una asistencia entrando para dar refresco al ataque del Deportivo. Su aportación tiene dos pegas. Una primera, menor, que tiene que ver con el escenario. El canario marcó sus dos goles en sendas goleadas, ante el Albacete y Cartagena, curiosamente poniendo en ambos casos el 1-4, añadiendo el pase a Mella para el 2-5 del Belmonte. La otra, más preocupante, es que no se ha vuelto a saber nada de él desde esa cita en Cartagonova, la primera de Óscar Gilsanz allá por inicios de noviembre.
Es esa desaparición del atacante llegado en verano a última hora como jugador en paro una muestra más de lo que le está costando al Deportivo este año encontrar buenos actores secundarios. Herrera tuvo su papel al inicio de temporada y todavía hoy es el futbolista blanquiazul que más ha entrado desde el banquillo.
El paso de los partidos, y su incapacidad para sumar cuando el viento no estaba a favor, incluidas varias ocasiones claras falladas en marcadores apretados, le pasó factura y acabó diluyéndose hasta el punto de desesperar a Riazor. En lo que va de 2025 su hoja de servicio se limita a nueve minutos. Uno en Málaga y ocho en Ipurua para ayudar a defender el 0-1 ante el Eibar.
Entre las apariciones esporádicas de Davo antes de coger rumbo a La Condomina y la pelea constante hombre por hombre de Barbero y Bouldini hasta la llegada de Eddahchouri, el testigo del canario lo recogió Juan Gauto. El argentino, al que le costó lo suyo asomar la cabeza en la rotación, fue convenciendo poco a poco al entrenador de Betanzos hasta el punto de convertirse en la primera opción para relevar a Yeremay o Mella. Incluso fue titular en una ocasión para llegar a encadenar 10 jornadas consecutivas sumando minutos a su trayectoria como deportivista. En su caso, el problema ha sido físico, con una lesión que ha frenado su progresión y que lo tendrá apartado un tiempo.
Aparecen así en escena para el tramo final Diego Gómez y Hugo Rama, los últimos candidatos con diferente punto de partida. El de Amoeiro fue repatriado del Arenteiro en enero y su adaptación ha ido poco a poco, pero está empezando a reencontrarse con esa versión que tan bien conoce Gilsanz y que no dudará en aprovechar. Para el ‘22’, que estuvo más fuera que dentro en la ventana de invierno y termina contrato en junio, es la última oportunidad de reengancharse y terminar con buen sabor de boca una etapa blanquiazul que probablemente no haya ido como él la había soñado cuando regresó a casa.