En pleno casco urbano de una ciudad que respira fútbol como Donosti puede encontrarse un rincón doblemente blanquiazul, tanto realista como exageradamente deportivista.
Mikel Jiménez regenta al bar Copaiba desde 2018, intentando transmitirle al recinto hostelero su pasión por el club de sus amores, el RC Deportivo.
Sin familiares ni antepasados gallegos, este singular aficionado vasco del Depor explica cómo nació su fervor por la escuadra de la Plaza de Pontevedra.
“La verdad es que hice la ‘mili’ en Ferrol en 1991 y allí me enamoré del Deportivo; conocí a muchos amigos y desde entonces no he podido dejar de ser seguidor del Depor. Lo del bar es lo mínimo que podía hacer porque forma parte de mi manera de ser y de los motivos por los que vivir”, relata Jiménez.
Un foto gigante del estadio de Riazor, vinilos del escudo del club y de la Torre de Hércules, bufandas e incluso una cubertería especial con el emblema del equipo conforman la atmósfera perfecta para cualquier hincha herculino que se precie.
“La clientela por aquí es fantástica, los niños le llaman al bar ‘Riazor’ o ‘el del Depor’ y eso me llena de orgullo”, agrega su propietario, quien confiesa que “incluso aficionados del Celta vienen y disfrutan del ambiente, siempre con respeto”.
Todavía dolido por el 3-0 de Irún, Mikel afirma que “nos fuimos muy tristes del estadio pero seguimos confiando”.