Era el minuto 86 y Óscar Gilsanz tiró de Hugo Rama como último recurso en una operación que viene repitiendo recientemente, confiando quizá en que un golpe de genialidad del de Sigüeiro pudiera abrir un encuentro espeso. Hace semanas que el mediapunta reconvenció al técnico de Betanzos para ganarse esos tramos finales de partido. Hace semanas que Rama se ganó el derecho a reclamar un final dulce para un regreso al Deportivo que se prometía feliz y en el que han predominado los toques amargos.
El centrocampista es uno de los pocos jugadores de la plantilla blanquiazul que termina contrato el próximo mes de junio. Salvo sorpresa mayúscula, no continuará en la disciplina deportivista y está buscando en sus últimas apariciones poner un broche digno. Está en ese momento de buscar la paz, incluso librándose de cualquier atisbo de superficialidad en su apariencia. Pelo corto, sin colores estridentes y medias bajas. Solo lo esencial.
Probablemente casi nada esté sucediendo como se lo imaginó cuando en verano de 2023 decidió bajar a Primera RFEF para volver al club que un día fue su casa. Llegaba para ser una pieza clave en el ascenso y tuvo sus momentos, pero en un rol secundario siempre a la sombra de Lucas Pérez y lejos del brillo que los focos aportaban a Yeremay y su ya inseparable David Mella. El golpe de gracia le llegó en el tramo final de temporada, cuando precisamente estaba en su mejor momento tras relevar con solvencia al ‘7’. Una lesión en el sóleo lo dejó KO y le impidió vivir sobre el campo el ansiado ascenso. 14 partidos como titular para unos escasos 1.299 minutos.
Tocaba empezar de cero en el regreso al fútbol profesional y Hugo Rama partía con las credenciales que le daban ser uno de los futbolistas de la plantilla con más experiencia en Segunda. El espacio era el mismo, en todo caso, o incluso más reducido con la incorporación de un Mario Soriano que volvía tras guiar al Eibar a las puertas de Primera División. Con papeletas para salir durante el verano, terminó quedándose con la esperanza, suya y de los que confeccionaron la plantilla, que pudiera reciclarse como un recurso para una sala de máquinas en la que no sobraban arquitectos. No funcionó.
Idiakez, uno de sus grandes valedores durante los momentos difíciles de la temporada anterior, no le encontró sitio. Tampoco Óscar Gilsanz durante sus primeros meses como técnico deportivista. Los números de Hugo Rama reflejan el ostracismo que ha vivido en el presente curso. Su aparición ante el Tenerife fue la décima en Liga en un acumulado que ni siquiera le permite superar la barrera de los 100 minutos de juego. Solo ha sido titular en un partido, la visita al Almería en noviembre a la que el Dépor acudió sin Mella, Yeremay ni Lucas. Dejó a deber.
Pero fue incluso más decepcionante su otra participación de inicio, la que sería la undécima de la campaña, aunque en este caso en Copa. Gilsanz le dio la opción de liderar la segunda unidad ante el Ourense CF y terminó siendo una de las caras visibles del batacazo blanquiazul para quedarse en la cuneta a las primeras de cambio en el torneo del KO.
Y es que su papel testimonial esta temporada queda todavía más en evidencia cuando esos números se ponen en contexto echando un vistazo a los del resto de la plantilla. Con el rato de ayer para alcanzar los 95 minutos en Liga, a Hugo Rama le da para ser el penúltimo jugador de la primera plantilla en volumen de uso. Únicamente Charlie Patiño ha jugado menos que él (64’) y lo supera Jaime, con 99’, e incluso Davo, que lleva tres meses defendiendo la camiseta del Murcia tras salir en el mercado de enero dejando su hoja de servicio en la misma cifra que la del central.
Fue precisamente aquel encuentro en O Couto el que abrió de nuevo las puertas de una posible salida durante la ventana de invierno. Pero Hugo Rama decidió quedarse y cambiar su sino. Renunció a marcharse y trabajó en la sombra para cargar de motivos a Gilsanz si al betanceiro le entraba la tentación de apostar por su entrada para resolver alguna cita.
Esa apuesta, por el momento, ya le dio la razón al técnico con los dos puntos ante el Oviedo. Un toque sutil del mediapunta para lanzar a Ximo Navarro le permitió al Deportivo ganar en el Tartiere y a Hugo Rama disfrutar de un gran momento de gloria ante la afición azulona que no hacía tanto lo sintió como uno de los suyos.
Ahí empezó a saldar parte de la deuda de esta temporada. La otra que le queda pendiente está en Riazor, delante de la afición que no dudó en acogerlo como hijo pródigo. Estuvo cerca ante el Tenerife de estrenar su casillero, primero de asistencias y luego de goles. Pero Barbero remató desviado un saque de esquina que salió de su bota, lo mismo que el disparo cruzado con el que intentó sorprender a Badía tras un pase de Diego Gómez.
El viaje compartido del Deportivo y Hugo Rama está llegando a su última parada. Quedan seis estaciones, tres de ellas marcadas en rojo en Riazor, para que aquel joven de Sigüeiro que recuperó su alegría por el fútbol en Abegondo cierre ahora su círculo como blanquiazul con un final feliz, aunque nunca tanto como hubiese deseado.