L.N./B.A.
La igualada de partidos entre Imanol Idiakez y Óscar Gilsanz tuvo que esperar hasta el pasado miércoles por culpa de una borrasca bautizada con el nombre ‘Dorothea’ que nunca llegó a atemorizar Tenerife el pasado 15 de diciembre.
Aunque las comparaciones son odiosas, con la balanza de encuentros como entrenadores del Deportivo nivelada a doce partidos cada uno, es momento de analizar si el despido de Idiakez y la llegada de Gilsanz vino acompañada de una mejoría o, por lo contrario, hizo dar al equipo un paso atrás en la categoría de plata.
De forma inevitable, el primer dato que se examina en todo club es el que marca la posición en la tabla: los puntos totales. Y lo cierto es que el betanceiro toma la delantera de manera considerable. Con Gilsanz en el banquillo, el Deportivo hizo casi el doble de puntos que con Idiakez; 19 por los 10 del técnico vasco.
Con el anterior entrenador, primaron los empates por encima de cualquier otro resultado. Los blanquiazules cosecharon cuatro: el primero llegó en la jornada 4 ante el Granada, en el Nuevo Los Cármenes (1-1). Los otros tres vinieron seguidos, en la 8, 9 y 10, contra Málaga (0-0), Elche (0-0) y Eldense (1-1) respectivamente. Las únicas dos victorias —contra el Racing de Ferrol y frente al Albacete— en el casillero de Idiakez, reflejan un bagaje pobre para un club al que las aspiraciones le forzaron a tomar la decisión de rescindir su contrato el 28 de octubre.
Sin embargo, a las órdenes del betanceiro, el resultado que abunda es el de la victoria, aunque sendos técnicos equilibran la estadística de los empates. El Deportivo ganó hasta cinco veces de doce posibles desde su llegada. Gilsanz se estrenó en el banquillo deportivista con la mayor goleada de la temporada (1-5). Fue ante el Cartagena en la jornada 13, y encadenó su segunda victoria de manera consecutiva al ganar al Eibar (1-0) en la 14. Tras dos fines de semana sin sumar de tres en tres, retomó el camino de la victoria en casa del Cádiz (2-4) y en la jornada 20, repitió goleada (5-1), esta vez al Castellón. Sus últimos tres puntos en un partido, al menos por ahora, llegaron en El Plantío (0-1), al calor de la afición deportivista, desplazada para reforzar a un equipo que necesitaba ganar para alejarse del descenso.
Si algo se le está atragantando al Deportivo en esta temporada, eso es Riazor. Suena paradójico que uno de los estadios en los que más arrima la afición, sea el principal hándicap para un equipo a la hora de puntuar. El balance entre ambos preparadores es similar, aunque Gilsanz vuelve a tomar una ligera ventaja. De seis partidos jugados, Idiakez ha logrado ganar solo una vez —Racing de Ferrol, en la tercera jornada liguera—, mientras que el de Betanzos ha vencido en dos ocasiones al calor de la afición herculina: la primera al Eibar y la segunda contra el Castellón. Se igualan los datos en los empates, con dos cada uno.
Es en Riazor, precisamente, donde el antiguo entrenador del Fabril se enfrenta a las cuentas pendientes; cuentas que el vasco tampoco logró solventar. La goleada del Mirandés (0-4) no hizo más que poner de manifiesto las complicaciones que tiene el conjunto coruñés para forjar un fortín en su propio feudo. Además, hizo aumentar de forma considerable el casillero de goles recibidos de la era Gilsanz en Riazor, convirtiéndose así en una de las pocas estadísticas que el gallego no logró perfeccionar.
Por su parte, Idiakez, que no acababa de dar con la tecla para que el equipo compitiese en casa, logró marcharse con una renta inferior a la cosechada por el de Betanzos: 6 goles en contra, por los 9 que ha recibido el Dépor de Gilsanz.
Si hay un dato encargado de avalar la progresión que evidenció el equipo en cuanto a la consecución puntos, ese está en los goles a favor. Porque aunque los goles en contra reflejan que la fiabilidad defensiva sigue siendo un objetivo a lograr —cada técnico suma 15 goles encajados—, Gilsanz dobla a Idiakez cuando se habla de hacer dianas. Y seguramente sea ahí donde el equipo haya encontrado su mejor baza a nivel ofensivo.
Es cierto que en los planes de partido del entrenador de San Sebastián no entraba el renunciar a la posesión y al control del partido. De hecho, solo hubo dos equipos capaces de arrebatarle el esférico al Deportivo de Imanol: el Albacete, que acabó recibiendo una goleada (2-5); y el Elche (0-0). Hacen prueba así estos dos encuentros de que, para este Deportivo, tener la pelota en su posesión no es sinónimo de crear más peligro y, mucho menos, de ganar. Incluso al contrario, pues la mayor goleada recibida en lo que va de temporada —el 0-4 ante el Mirandés en Riazor—, que se dio con Gilsanz en el banquillo, estuvo acompañado de un 60% de posesión.
Pero con Óscar en el banquillo, los datos de posesión reflejan una pequeña bajada que, visto lo visto, no se traduce en menor rentabilidad, sino todo lo contrario. Con Idiakez, el Deportivo obtuvo una media de 54,2% de posesión en 12 partidos; con Gilsanz lleva el 52,2%.
La verticalidad se erige como la diferencia principal entre un equipo y otro. El Dépor de ahora se encomienda más a las cabalgadas de Mella o Yeremay y no le importa tanto renunciar a la pelota: hasta en cinco partidos con Gilsanz estuvieron por debajo del 50% de posesión.
A pesar de ello, la disparidad entre los disparos a favor con un técnico u otro no es muy notable. El conjunto coruñés promedió, con el primer entrenador, 4,5 disparos a puerta, dato que mejoró con el segundo, logrando elevar la media a 4,7 tiros entre los tres palos.
Sí lo es más el acierto. Con una diferencia ínfima entre los tiros a puerta, Gilsanz dobla los goles cosechados en la ‘era Idiakez’.
No está siendo el Deportivo, al menos por ahora, un equipo que se encomiende a las rachas. Sobre todo porque la irregularidad es la encargada de marcar lo que va de campaña, siendo el equipo capaz de mostrar dos caras muy diferenciadas incluso en un mismo partido. Sin ir más lejos, el pasado miércoles, así lo hizo en el Heliodoro Rodríguez López contra el Tenerife.
Siendo la parcela defensiva un deber a solucionar cuanto antes, logró Idiakez la mejor racha sin encajar de lo que va de temporada. Nació en la jornada 7, contra el Albacete, tras haber recibido un gol de Fidel en el minuto 76 y murió tres jornadas más tarde, ante el Eldense, en el 8 de partido merced a una diana de Jorquera. Entre un tanto y otro pasaron 202 minutos que decantan una segunda estadística hacia el lado de Imanol Idiakez.
Se igualan las fuerzas al hablar de partidos consecutivos sin perder. Sendos técnicos sumaron cuatro. Lo logró primero el Deportivo con Idiakez, entre las jornadas 7 y 10 —contra Albacete, Málaga, Elche y Eldense—, con una victoria y tres empates. Lo igualó Gilsanz entre las jornadas 13 y 16 —Sporting de Gijón, Cádiz, Zaragoza y Castellón—.
Mostró el Deportivo en su inicio de temporada un déficit considerable a la hora de defender las jugadas de estrategia. Y lo evidenció ya en el primer partido de su vuelta al fútbol profesional, contra el Real Oviedo, en Riazor. Cinco minutos tardó en exponerse como endeble en las acciones a balón parado, una lacra que le haría cobrarse cuatro tantos más durante los doce partidos con Idiakez al mando.
Sin embargo, el cambio de entrenador trajo consigo un perfeccionamiento en este aspecto. Y es que el betanceiro logró, al menos de momento, disminuir los goles recibidos merced a la estrategia rival a solo dos.
Lo mismo ocurre con las dianas a favor en este tipo de acciones, dato que Gilsanz mejoró con cinco tantos logrados a raíz de jugadas de estrategia. Aunque su homólogo anterior no había firmado un número complicado de superar: cero.
En Ipurua, Óscar Gilsanz desnivelará la balanza a su favor, que ahora marca la igualdad con Imanol Idiakez de doce encuentros como entrenadores del Deportivo. El objetivo del técnico de Betanzos es claro: lograr una victoria que permita seguir aumentando la renta de los 19 puntos cosechados hasta el momento para alejarse del descenso lo máximo posible y conseguir asentarse en la categoría.