Mucho se ha hablado durante las últimas semanas de la tendencia a la excepcionalidad del Deportivo. Casi siempre con relación a desenlaces fatales por el contexto de una permanencia que amenaza con encarecerse a topes históricos, pero sabiendo también que el conjunto blanquiazul también ha sabido romper moldes para bien. Y en esas se mueve desde este lunes con ilusión renovada después de una victoria contra el Cádiz que abre de par en par las puertas a soñar con el playoff. Conviene no engañarse, en todo caso. Porque colarse en ese minitorneo por el ascenso con la desventaja actual de seis puntos exige una gesta que hasta ahora solo ha podido conseguir el Girona.
Se han completado 14 temporadas desde que la Segunda División implantó este nuevo formato para decidir la última plaza a la máxima categoría. Únicamente en una se produjo la remontada de un tapado como la que hoy necesita el Dépor. El cuadro de Montilivi es el espejo en el que el deportivismo debe mirarse para intentar acortar los plazos de ese plan a cuatro años para regresar a Primera. Fue en la temporada 2020-21, después de la pandemia, cuando con Francisco de entrenador el equipo catalán completó un sprint final sobresaliente sumando 18 de 24 puntos posibles para recortar el déficit de seis con el que partía después de la jornada 34. El playoff en aquel curso se cotizaba a nivel similar al de ahora, ya que el listón solo estaba un punto más elevado y el Girona tenía también uno más que actualmente la escuadra coruñesa.
No ha sido fácil históricamente colarse entre los seis primeros a partir de este tramo de competición en el que los que han trabajado duro para pelear el gran premio protegen su terreno con todo. En cinco temporadas, de hecho, los que ya estaban en puestos de privilegio a estas alturas fueron los que terminaron jugándosela en el todo o nada. La otra llegada desde atrás que se asemeja a la que tiene que cubrir el Dépor cuenta con asterisco. El Córdoba se coló a última hora entre los mejores en la 2013-14, descontando cinco puntos el año en el que el equipo blanquiazul subió directo junto al Eibar con Fernando Vázquez a los mandos. Pero ahí los del Arcángel aprovecharon la presencia del Barcelona B en el grupo de cabeza para sacar billete a las eliminatorias siendo séptimos.
Y es que el ritmo que marcan los mejores suele provocar que para tener altas opciones sea necesario estar, como mucho, a un partido de distancia. En la mitad de las campañas desde que se instauró el playoff acabó accediendo a él algún equipo que estaba fuera a falta de ocho jornadas. Uno de ellos fue el Dépor la campaña del fatídico desenlace en Mallorca, pero solo tuvo que descontar un punto, como el Sporting el año pasado. Zaragoza, Valladolid y el Girona, un experto en remontadas, recuperaron tres puntos en diferentes temporadas antes de la pandemia.
En lo que se refiere a la exigencia para estar entre los mejores, el listón está sobre la media de los últimos 15 años. La frontera la marca hoy el Huesca con 54 puntos, pero siempre ha oscilado entre los 51 y los 55 a estas alturas del curso, con la única excepción del año de la pandemia, la 2019-20, donde el parón y reinicio afectó a todos para fijarla en 49 puntos.
Hasta dónde se vaya el objetivo, en todo caso, dependerá del ritmo que se marque desde ahora hasta el final. La historia eleva el listón una media que supera los 12 puntos en las últimas ocho jornadas, una subida que nunca bajó de los 11.
Tal y como está hoy la clasificación, y salvo anomalía, esto exigiría al conjunto de Óscar Gilsanz extender el mejor momento de la temporada ganando al menos seis de los ocho encuentros que faltan para sumar, como poco, 18 puntos que permitirían mantener vivo hasta última hora el sueño del playoff.