El Deportivo se sigue desinflando, esta vez en El Sardinero, con la misma naturalidad con la que se agota un depósito al borde de la reserva. No hizo falta un Racing de Santander deslumbrante ni un derroche de talento para llevarse el partido con una comodidad que dice tanto del acierto de los cántabros como del bajón de los coruñeses. Bastó con el nivel básico de los atacantes locales y con los errores de un Dépor que ya no vuela como antes, que comienza a arrastrar las piernas, la cabeza y hasta las ideas. Un gol de Javi Castro tras un córner mal defendido, validado tras una revisión del VAR, y otro de Karrikaburu justo antes del descanso acabaron por sentenciar a un equipo falto de chispa y de inspiración. El equipo coruñés reaccionó en la segunda mitad, pero ni siquiera supo sacar provecho del conformismo de un rival adormilado, quizá atenazado por sus propios objetivos. De este modo, el Deportivo pone fin a su racha de nueve partidos sin perder y, de paso, entierra prácticamente cualquier ilusión de acercarse a la pelea por el playoff.

El once de Óscar Gilsanz no se salió de lo esperado. Diego Gómez reemplazó al lesionado Mella en la banda derecha. Rafa Obrador, ya con minutos en las piernas tras su lesión, recuperó el lateral izquierdo para tratar de frenar a Andrés Martín, uno de los jugadores más determinantes de la categoría. Barbero ganó el pulso a Eddahchouri en la delantera, aunque el Dépor sigue sin encontrar a su referente. Y José Ángel volvió al centro del campo tras cumplir sanción, en lugar de un Mfulu inoperante contra el Tenerife.

Otra vez el VAR

El Dépor, al menos en los primeros minutos, quiso imponerse a través del balón y pisó el campo rival con personalidad. Pero su consistencia se desmoronó al primer revés. Tras un córner mal defendido y una intervención desafortunada de Helton, Javi Castro empujó el balón a la red. El árbitro anuló el gol por falta en ataque de Pablo Rodríguez sobre el brasileño, pero, a instancias del VAR, corrigió su decisión. Ni falta ni mano: 1-0 y un nuevo capítulo de la relación tóxica que vive el Deportivo y el videoarbitraje.

La respuesta visitante fue tímida. El Racing olió sangre y aumentó su intensidad, incluso hasta rozar la excesiva agresividad en alguna acción puntual. Los blanquiazules, mientras, se encogieron y comenzaron a mostrar grietas, sobre todo a balón parado, en salida de balón y ante la electricidad del cuarteto de atacantes de los locales.

Karrikaburu, tras una pérdida de Mario Soriano, y posteriormente Iñigo Vicente pudieron ampliar la renta. Mientras, las ideas se le deshilachaban al Dépor. Soriano no encontraba su sitio como enlace, Yeremay apenas conseguía desbordar y Barbero, aislado, peleaba sin apoyos. El Dépor intentó rehacerse agarrándose al balón, pero sin velocidad ni profundidad, alimentando un escenario cómodo para el plan del Racing: esperar, robar y castigar.

Pese a todo, el Dépor fue creciendo en los últimos minutos del primer tiempo. A falta de brillo, sí encontró más verticalidad y presencia en las inmediaciones del área rival: Villares mandó un remate a las nubes que ya estaba invalidado por fuera de juego previo de Pablo Martínez; Barbero conectó un tiro flojo, sin potencia ni colocación, tras un desmarque de ruptura de Villares, y Yeremay protagonizó un zurdazo defectuoso después de un gran control orientado.

Error en el añadido del primer tiempo

Pero cuando parecía que el descanso podía servir para recomponer el ánimo, llegó el segundo golpe. Una pérdida de Pablo Vázquez desembocó en un ataque vertical del Racing que destapó carencias de posicionamiento de varios jugadores blanquiazules. Vencedor filtró un pase en profundidad a Karrikaburu al enorme espacio entre Pablo Martínez y Obrador, mal perfilados, y el punta, además, definió con una sutil vaselina ante la salida de Helton. El 2-0 al borde del descanso dejó al Dépor al borde del KO, no solo en el marcador, sino también en el estado anímico.

Sin embargo, en la segunda parte, el Deportivo consiguió asentarse algo más en campo contrario. Yeremay probó fortuna con un zurdazo alto, Barbero rozó el gol de cabeza y José Ángel obligó a Ezkieta a intervenir en un lanzamiento de falta en el minuto 60. Fue el primer disparo del Deportivo entre los tres palos en dos partidos, tras el despropósito contra el Tenerife en Riazor. No obstante, tampoco estaba claro si ese paso adelante era fruto del empuje coruñés o del plan de partido del Racing, cómodo y demasiado expectante.

Reacción, pero insuficiente

Óscar Gilsanz agitó el banquillo pasada la hora de juego. Introdujo a Hugo Rama y Cristian Herrera buscando una reacción que tardó en llegar. Pero llegó. En una de sus primeras acciones, Herrera protagonizó una buena jugada individual que Barbero no supo aprovechar con un remate que fue desviado a córner. El Dépor tenía el balón, pero sin maldad, sin colmillo.

Aunque el equipo coruñés sí marcó. Lo hizo Yeremay en una acción que fue invalidada por un fuera de juego previo de Eddahchouri. En la siguiente jugada, Zaka erró un mano a mano ante Ezkieta, que sacó una mano espectacular, aunque el asistente también levantó el banderín, esta vez de forma equivocada. 

El Racing siguió jugando con fuego, dejando pasar el tiempo ante un Dépor que parecía inofensivo. Hasta que se juntaron Cristian Herrera y Genreau para castigar la indolencia local. El extremo trazó un pase medido y el australiano, tras ganar una pugna a Mario García, definió con un trallazo que se coló por la escuadra del primer palo. Un premio merecido, aunque tardío. El cuadro coruñés buscó el empate en los instantes finales, pero se pegó otro tiro en el pie en la última acción del partido, con una expulsión estrambótica de Genreau que echó por tierra cualquier posibilidad de encontrar el empate.