Dagoberto Moll, el exjugador del Depor vivo de mayor edad cumple 97 años
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Dagoberto Moll, el exjugador del Depor vivo de mayor edad cumple 97 años

Dagoberto Moll, el exjugador del Depor vivo de mayor edad cumple 97 años
El exjugador uruguayo hace ejercicios en el gimnasio de La Solana, donde nos recibió para la entrevista | Quintana

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“Es el día 12, eh, no el 22, que no sé por qué hay sitios en los que publican mal la fecha de su cumpleaños”, avisa, con enfásis, su mujer, Flora, nada más descolgar el teléfono, mientras gestionamos la entrevista con Dagoberto Moll (Montevideo, 1927), leyenda blanquiazul de la década de 1950 y el exjugador del Deportivo vivo de mayor edad. Este viernes celebra su 97 aniversario —“seguramente nos juntaremos la familia, aunque aún no hemos preparado nada”—, edad imposible de adivinar tanto por su lucidez mental como por su estado físico. Nos recibe en el gimnasio de La Solana, donde acude cada mañana, sin falta, para ejercitarse durante una hora.

 

¿No se aburre de venir?
Al contrario. Primero, porque físicamente lo necesito. Me mantiene bien. Y segundo, porque tengo bastantes amigos y charlamos, así que se me va el día rápido.

 

¿Qué rutina sigue?
Me meto en el gimnasio y hago pesas con los brazos y con las piernas, ejercicios... Es una serie que me he preparado yo mismo. Estoy una hora más o menos y después me echo en una tumbona un rato.

 

¿En la piscina?
A la piscina no voy porque se me hace demasiado, después de la rutina de máquinas. Meterme en el agua a trabajar otra vez, ya mi cuerpo enfermo, como dice el tango, no resiste más (risas).

 

Bastante mérito tiene ya.
Verás. Un hermano mío murió hace poco, pero teníamos un abuelo que murió con 122 o 123 años, así que ellos también están a la espera (risas). Viene en los genes. Además, no tuve enfermedades ni nada.

 

Teníamos un abuelo que murió con 122 o 123 años, así que viene en los genes

 

Sólo las secuelas del fútbol.
Sí, las patadas.


Como esas dos cicatrices que luce en la rodilla izquierda.
Sí, primero, fue esta (se señala la más pequeña) y después esta (la más grande). Fue el primer año que llegué al Barcelona, a la mitad del campeonato, durante un partido contra el Hércules. Driblé a dos jugadores y cuando regateé al tercero, se me tiró de atrás, en el medio de la cancha, ya no le vi la cara ni nada. Se tiró a darme y me rompió la rodilla y el ligamento. Me operaron y ya no volví a jugar con el Barcelona, sino con el España Industrial para perder el miedo y recuperar la confianza, pero ya no volví a ser el mismo.

 

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Moll nos muestra las cicatrices de las dos lesiones importantes que sufrió en la rodilla izquierda  | Quintana

 

¿Cuida su alimentación?
Yo como de todo. Lo que hace mi mujer hay que comerlo (risas).

 

¿Con qué se entretiene, además de hacer deporte?
Voy a casa, leo un poco, estoy con mi mujer, vemos alguna cosa en la televisión, salimos a dar una vuelta... Y por la mañana, además del ejercicio, me siento con unos amigos a tomar un café.

 

El compañero que más he admirado es Juan Acuña. Nunca vi un portero como él

 

En el Depor, antes de fichar por el Barça, demostró ser un jugador y un driblador ‘top’ y formó parte de la inolvidable ‘Orquesta Canaro’ que enamoró por su fútbol.
Qué equipo tuvimos. Ese ataque que formamos Corcuera, Oswaldo, Franco, Tino y yo... Dimos con la forma de jugar y en la temporada 1949-50, antes de que llegasen Corcuera y Oswaldo, quedamos segundos. Teníamos a Acuña, que paró todo y más.

 

¿Quién le sorprendió más?
El compañero que más he admirado es Juan Acuña. Era un bárbaro, porque se tiraba a los pies. Nunca vi un portero como él. Estaba un poco gordo, pero fue el mejor jugador que he visto. En un partido con el Valladolid, se tiró a los pies de un extremo, y chocaron pelota, él y el jugador del Valladolid, que se partió la pierna. Lo suspendieron cuatro partidos, malamente, porque fue fortuito. Y si él hubiera jugado esos cuatro partidos, hubiéramos salido campeones porque sin él perdimos mucho y fue el año que quedamos subcampeones.

 

Estábamos Oswaldo y yo viendo a Luis Suárez con 15 años y me dice, "Lalo, ‘fijáte’ en aquel hijo de puta que esta allá, cómo nos va a sacar el puesto”

 

El pasado año fallecieron tres leyendas blanquiazules con las que compartió vestuario, Amancio, Arsenio y Luis Suárez. ¿Cómo eran?
Sí. Arsenio ha sido lo que es. Lo primero de todo, una gran persona, y después, bastante buen jugador. Y como entrenador, ya se pasó de bueno (risas). Con Amancio coincidí cuando volví de Barcelona (temporada 1958-59). Él debutó contra el Avilés en Riazor y jugamos juntos. Al principio, un poco tímido, porque me senté a su lado y no sé si es que dudaba un poco de sí mismo o porque era su debut, pero temblaba mucho. Pero entró y jugó muy bien. No como cuando ya era adulto, pero se veía que tenía calidad para eso.

 

¿Y Luisito Suárez?
Era un espectáculo verle jugar. Cuando él jugaba en el Juvenil, los sábados por la tarde el entrenador nos llevaba a ver partidos y él tenía 15 años. Estábamos Oswaldo y yo viendo el partido y me dice, “Lalo —porque Oswaldo me llamaba Lalo—, ‘fijáte’ en aquel hijo de puta que esta allá, cómo nos va a sacar el puesto”. Aun así, los dos fuimos a decir que tenían que ponerlo en el equipo porque queríamos jugadores buenos. Y eso que sólo tenía 15 años... Luego nos marchamos juntos al Barcelona.

 

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El uruguayo sonríe durante un instante de la entrevista  | Quintana

 

¿Cuál fue el mejor momento de su carrera deportiva?
Lo que más recuerdo es que jugué en la selección uruguaya. Tenía 16 años, pero había una huelga de los mayores y nos llevaron a varios jóvenes. Y con 17 años, aunque yo estaba en un equipo modesto como el Miramar Misiones, había equipos que cuando iban a jugar a Chile o a Sudamérica, pedían permiso a mi club para que me prestara, y jugaba de interior izquierdo con ellos, futbolistas muy buenos.

 

Sufrí bastante con el Depor porque verlo tan abajo estos últimos años fue muy duro


Actualmente, la afición del Depor es muy joven. ¿Le conocen?
No, no me conocen... Pero es increíble la cantidad de gente que va hoy en día a Riazor y lo jóvenes que son. En mi época no era así. El día del ascenso, contra el Barça Atlètic, tardé un buen rato en salir del estadio por la gente que había. Salían personas que se veía que eran jóvenes, con niños pequeños al hombro o en carritos, que yo en mi vida había visto un niño pequeño que lo sacaran en carrito de aquí. Y el campo estaba abarrotado, no cabía un alma. Cuando marcó Lucas, me alegré muchísimo.

 

¿Sufrió mucho con el Depor?
Sí, porque lo llevo en el alma, porque ya no me moví más de A Coruña. Me casé aquí, tengo cinco hijos aquí... Soy hincha del Deportivo y sufrí bastante porque verlo tan abajo estos últimos años fue muy duro. Esta última temporada, menos mal que espabilaron faltando media temporada.

 

Reaccionaron a tiempo.
Me gustó la responsabilidad de dar un poco más de lo que estaban jugando para poder quedar primeros para subir otra vez, porque cuando se habla del Depor, se habla de un equipo de Primera, no de Tercera. Me alegro mucho por el club y por la gente. Espero que este año se acomode bien.

 

Te pones a pensar que esos chicos (Mella y Yeremay), como sigan así, van a llegar muy alto

 

¿Qué le pareció Lucas?
Al principio, no muy... Dio muestras de su categoría, pero no lo que tenía que dar, quizá por sus compañeros o porque siempre ha jugado en equipos grandes, pero en los últimos diez partidos fue cuando más respondió a su realidad.

 

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Moll posa junto al espejo del gimnasio de La Solana  | Quintana

 

¿Le gustan Mella y Yeremay?
Sí, mucho. Creo que los dos son buenos jugadores. Te pones a pensar que esos chicos, como sigan así, van a llegar muy alto, pero también tienen que tener buenos compañeros, porque ellos solos no van a hacerlo todo. Pero han jugado muy bien y han hecho muy buenas jugadas, sobre todo el derecho, Mella.

 

¿Cómo los ve para competir en Segunda División?
Ahora el Depor está en una categoría superior y hay que traer más futbolistas, porque una cosa es la Tercera y otra la Segunda, porque hay buenos equipos. Van a tener que fichar buenos jugadores.

 

De lo que más orgulloso me siento es de tener la familia que tengo, haberme casado con la mujer que me casé y la cantidad de amigos que tengo


El pasado verano, cantó el tango ‘Volver’ en el vídeo de la presentación de la camiseta de la temporada 2023-24, junto al músico Nano MZ. ¿Qué tal se le dio?
Fatal (risas). Me llevó mi yerno, porque se lo pidieron del club, pero me dio vergüenza cantar. El otro chico cantaba muy bien y la experiencia estuvo bien. ‘Volver con la frente marchita’. Uno de los tangos más famosos.

 

¿De qué se siente más orgulloso en su vida?
No sabría decirte... Tener la familia que tengo, haberme casado con la mujer que me casé y la cantidad de amigos que tengo. Todos me siguen tratando bien. Ya no soy Moll el jugador, sino que soy Moll el amigo. La gente de aquí me trata muy bien y con mucho cariño.

 

El talentoso y driblador cerebro de la ‘Orquesta Canaro’

 

Con sólo 19 años, Moll dejó su Uruguay natal para fichar por el Depor en el verano de 1949.


“Mi viaje fue excepcional. Volé de Montevideo a Buenos Aires. De allí, a Brasil. Cruzamos el mar hasta África. Volamos a Portugal. Más tarde, a Madrid. Y desde allí, en el tren hasta A Coruña”, donde fue recibido por el entrenador Alejandro Scopelli, y el presidente, Daniel Chaver.

 

"Me llevaron a un sitio en el que hacían una tortilla que era famosísima. Y de ahí fuimos al club, firmé el contrato y a entrenar", explica.

 

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Moll, durante la entrevista con dxt campeón  | Quintana


Con 1,66 metros de estatura, habilidoso y una capacidad notable para driblar, fue el cerebro del Depor subcampeón de la Liga 1949-50, así como el de aquel inolvidable equipo blanquiazul que se armó a partir de la temporada 1950-51, con la llegada de los argentinos Oswaldo García y Julio Corcuera, que, junto al también argentino Rafael Franco, al coruñés Marcelino Fernández 'Tino' (de San Pedro de Nós) y al propio Moll formaron un ataque espectacular que el periodista Ponte Patiño bautizó con el nombre de 'Orquesta Canaro'.

 

El primero, junto con Luis Suárez, que recibió la insignia de oro y brillantes del Deportivo

 

Tras cinco campañas defendiendo la elástica blanquiazul, en 1954 fichó por el Barcelona, junto con Luis Suárez, donde coincidió con un futbolista de la talla del húngaro László Kubala.

 

En su despedida, Moll y Luis Suárez recibieron la insignia de oro y brillantes del Deportivo. De hecho, fueron los primeros jugadores a los que el club brindó tal honor.


Regresó al cuadro herculino en la temporada 1958-59, en Segunda División. En total, disputó 164 partidos con el equipo coruñés y marcó 38 goles.


En la campaña 1967-68, entrenó al Deportivo en Primera. Cogió las riendas quedando diez jornadas —sucedió a Enrique Orizaola—, pero no pudo evitar el descenso de categoría.

Dagoberto Moll, el exjugador del Depor vivo de mayor edad cumple 97 años

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