Tal día como hoy hace 40 años, el Fabril se convirtió en el Deportivo y disputó una jornada de Segunda División contra el Tenerife. El partido acabó con empate (2-2) después de que los blanquiazules se adelantasen dos veces en el marcador gracias a los tantos de Ramón y Andrés Ramos.
Esta fue una de las situaciones más insólitas que vivió el fútbol español en su historia. Debido a una huelga de jugadores, motivada por diversas cuestiones laborales y por la exigencia de los futbolistas de intervenir en los convenios con las televisiones para hacer valer sus derechos de imagen, los clubes decidieron alinear a juveniles y aficionados para disputar la jornada y así boicotear la protesta de los profesionales.
Para entender esta situación hay que remontarse al 4 de marzo de 1979, cuando se produjo el primer parón de futbolistas en España. En ese momento, protestaron por el derecho de retención (los equipos podían renovar eternamente a los jugadores españoles) y provocó la suspensión de la Liga. Sin embargo, la situación se resolvió y todo continuó con normalidad.
Una par de años después, en 1981, llegó la segunda gran huelga, en esta ocasión era para cobrar todas las deudas pendientes por parte de los futbolistas. La Liga comenzó con cierto retraso.
Con todo, el paro más recordado es el que se produjo a partir del 2 de septiembre de 1984. Esta nueva protesta estaba motivada por diversas cuestiones laborales y por la exigencia de los futbolistas de intervenir en los convenios con las televisiones para hacer valer sus derechos de imagen.
“Al no ser profesionales, teníamos que hacer lo que nos mandaban” (Andrés Ramos)
La Asociación de Futbolistas Españoles (AFE), tras varias reuniones con el Comité de la Liga Profesional acordó que no suspendía la huelga que afectaba a los futbolistas que militaban en Primera, Segunda y Segunda B. Además, tras las consultas de varios jugadores que estaban en situación de servicio militar, debían solicitar autorización de su mando para secundar el parón. La mayoría se vieron obligados a jugar.
En caso contrario, deberían vestirse de corto para evitar problemas. Eso sí, en caso de que lo hiciesen tenían que hacer declaraciones de que si disputaban el partido era por obediencia a los mandatos de su jefe directo.
Los clubes, aprovechando esta situación, decidieron alinear en la segunda jornada de la competición a jugadores del equipo filial, extranjeros, aquellos que estaban haciendo la mili y algunos que no secundaron la huelga. De esta manera, el 9 de septiembre de 1984 tuvo lugar la situación más insólita que ha vivido el fútbol español a lo largo de su historia. Todos los clubes implicados disputaron sus partidos alineando a esos jugadores anteriormente mencionados para continuar con cierta normalidad la competición.
Entre esos clubes implicado estaba el Dépor, que militaba en Segunda División. El conjunto herculino llamó a filas a los futbolistas del Fabril. Los jugadores, dirigidos por Arsenio Iglesias, fueron: Joaquín Pérez, Enrique Barbolla ‘Enri’, Juan Manuel Varela ‘Juanito’, Jesús Suárez ‘Suso’, Cipriano Pozas, Luis Vázquez ‘Fisquelas’, Ramón Rodríguez II, José Antonio Vieites ‘Chechu’, Modesto Rafael Méndez ‘Pupi’ –padre del jugador de la Real Sociedad Brais Méndez–, José Lago Castreje, Andrés Ramos, José María Rivadulla ‘Chema’ y José Manuel Fachal.
“En los días previos al partido vinieron los jugadores de la primera plantilla, entre los que estaba Pancho García, como capitán, para darnos una charla y supiésemos lo que estaban defendiendo, ya que también nos podíamos beneficiar si llegábamos a profesionales”, rememora Enrique Barbolla.
“Ellos intentaron, sin forzar mucho la situación, que no jugásemos y así hacer más presión”, continúa. “Sin embargo, nosotros no teníamos la opción de no jugar porque al estar en Tercera y no ser profesionales, hacíamos lo que nos mandaban”, agrega Andrés Ramos.
"No estábamos acostumbrados a jugar delante de tanta genete en Riazor" (Enri Barbolla)
Después de esos intentos infructuosos, la prensa coruñesa de la época “comenzó a darle mucho bombo al partido y a pedir que nos fuesen a animar contra el Tenerife –su rival en esa jornada de liga– y surtió efecto ya que el campo presentaba una entrada muy buena”, apunta Enri.
De acuerdo con la crónica del encuentro acudieron unas 6.000 personas a Riazor “algo que a lo no estábamos acostumbrados porque en nuestros partidos en casa –que también se disputaban en ese estadio– no venía tanta gente a vernos”, dice.
Esa situación les generó muchísima ilusión ya que para todos era la primera vez –y acabó siendo la única para la mayoría– que vestían la camiseta del primer equipo del Dépor. “Parecía que estábamos en una burbuja, que teníamos energía extra y que podíamos estar todo el rato corriendo”, recuerda Andrés.
Mientras que ellos eran todos jugadores de 18 o 19 años, su rival, el Tenerife, aunque también contaba en su mayoría con gente del filial, disponía de los dos extranjeros del primer equipo: los yugoslavos Zoran Milenković y Stjepan Milardović ‘Milo’. Ambos, que no secundaron la huelga, fueron decisivos en un partido que acabó 2-2.
Con todo, tanto Enri como Andrés señalan que “les dimos un baño”. “Fue uno de esos partidos en los que si hubiésemos ganado 6-1 no pasaría nada”, empieza el defensa coruñés a lo que añade “no supimos aprovechar las ocasiones para ampliar la renta y acabar ganando”.
Y es que el conjunto herculino se adelantó en el marcador por medio de Ramón en el minuto 9, pero Milardović empató la contienda “en el descuento de la primera con un penalti un poco riguroso”, indica Andrés Ramos.
A pesar de ese golpe, el Dépor se resupo y sería el propio Andrés quien le diese una nueva ventaja a su equipo. “El 2-1 lo marcó yo y debo decir que fue un gol bonito al conseguir enganchar el balón tras dar una media vuelta que nadie se esperaba”, explica.
A partir de ese tanto, los blanquiazules siguieron atacando y creando mucho peligro. Incluso “el árbitro (Esquerdo Guerrero), no nos pitó dos penaltis a favor que fueron muy claros”, lamenta Andrés Ramos.
No obstante, en los últimos minutos, el Tenerife empató, por medio de Milo, tras el saque de una falta. Este tanto provocó un disgusto en la plantilla fabrilista ya que “pudimos machacar, pero perdonamos mucho y lo acabamos pagando”, se lamenta Enrique Barbolla.
“Dio rabia porque para la mayoría, excepto Castreje que ese día hizo un partidazo, nunca más jugamos con el primer equipo y queríamos ganar, pero aun así fue una gran experiencia”, dice Enri.
En la misma línea se expresa Andrés que señala que “vestir la camiseta del Deportivo fue algo único ya que es lo que buscábamos todos”, apunta y añade que “en mi caso llevaba desde los diez años en el club así que fue emocionante”.
"Con el gol que marqué tengo una estadística que ni Bebeto: un tanto en un partido”
Además, el coruñés siempre bromea con su gol ya que “tengo un partido y un gol. Esta estadística no la tiene ni Bebeto”, pero “la pena fue que poco después tuve una lesión y no pude seguir allí”.
Algo sin duda que le dolió ya que era el equipo de sus amores, pero que no le importa ya que “la vida me llevó por otros caminos”.
Después de esta insólita jornada, los futbolistas del primer equipo, que tenían que seguir entrenando por si volvían a jugar, se encontraron con la situación de que el Dépor les negó el acceso a Riazor teniendo que entrenar un día en el Frontón de Riazor y otro en los campos de la Torre. Dando lugar a una situación surrealista.
Asimismo, el 16 de septiembre, un juez determinó que utilizar juveniles y aficionados para disputar la competición liguera no era ajustado a derecho por lo que suspendió la tercera jornada. Fue ahí cuando el Comité de la Liga y la AFE se reunieron y solucionaron el conflicto para dar por cerrado uno de los capítulos más insólitos del fútbol español.