Partido grande en el Abanca-Riazor, de esos que los futbolistas ansían jugar, de los que la afición no quiere perderse por más que haga frío y caiga en puente (para los afortunados que lo hagan). Un puente de siete puntos es lo que separa después de trece partidos al Deportivo y el Córdoba. Los coruñeses pueden mantenerlo, recortarlo a cuatro o ponerlo a diez. Lo último, mejor ni pensarlo ahora que hay un optimismo moderado en la parroquia blanquiazul, fiel en las buenas y en las malas, ávida de alegrías como la que se llevó en Fuenlabrada, donde, curiosamente, no pudo arropar a su equipo. Y si pudiera, quizás, ni lo habría hecho.
El karma pasó por el Fernando Torres para convencer al Deportivo que está de vuelta. Sin contar la Copa del Rey, el equipo de Óscar Cano ha logrado enlazar cuatro jornadas sin perder, diez puntos de doce. Solo dejó escapar el empate con la Cultural y Deportiva Leonesa en el último precedente en casa, un partido que mereció ganar, que estuvo a punto de perder y en el que al final tuvo que darse por satisfecho con un punto que supo a poco, que se quedó corto por méritos, pero que fue la justa condena a esa fragilidad defensiva que le lastra desde el inicio del campeonato.
Por primera vez en toda la temporada el Deportivo podría repetir alineación. Cano ha encontrado su once tipo y el deportivismo, aunque tal vez con otras preferencias, se lo empieza a saber de memoria.
Del once destaca el nueve. Alberto Quiles está en racha. No vio portería hasta la octava jornada, la primera con Óscar Cano como técnico. Sus tres primeros goles fueron en casa (Linares, Sanse y Cultural) en partidos consecutivos. Si marca al Córdoba, por el que pasó, será el cuarto que enlaza anotando como local. Tres tantos en Riazor y otros tres, de golpe, en Fuenlabrada. Regresó sin el balón del ‘hat-trick’, pero aquí se lo regalaron sus compañeros. Hay buen ambiente en el vestuario y los resultados positivos ayudan que todo fluya.
Por todo ello, el encuentro con el Córdoba se presenta como la oportunidad idónea para confirmar que el Deportivo está de vuelta, que puede aspirar al ascenso directo. Queda mucho, sí, pero por qué no llamarle final. Por estos lares hay experiencia. Quien más y quien menos recuerda el partido con el Racing de Santander la temporada pasada. Aquel en el que un Depor lanzado empezó a titubear y los santanderinos pusieron rumbo al fútbol profesional. Ese ritmo, o más, es el que llevan los cordobeses. Líderes del Grupo I con autoridad, con números que acongojan. Y sin Isi Gómez ni Gorka, como decía esta semana el consejero delegado de los andaluces, quien, eso sí, elogiaba al Depor como club y su estadio.
Solo cedieron una derrota esta temporada los de Germán Crespo, el técnico que les ascendió el curso pasado. Fue como local (0-1) ante el Sanse, así que como visitantes se mantienen invictos con cuatro victorias y dos empates. Sus delanteros están, además, enrachados. Da igual quién salga al césped. Pero ‘quen dixo medo’.
La última vez que se vieron las caras en Riazor fue en la última jornada de la temporada 2018-19 en Segunda División, la que sirvió (2-0) para sellar el billete al playoff de ascenso que rompió en mil pedazos el Mallorca en Son Moix. Aún nos estamos recuperando de aquella noche de San Juan.