Hoy, 28 de diciembre, justo tres años después de su fallecimiento a los 64 años de edad, tras no poder superar una larga enfermedad, y con la resaca emocional de la Navidad, período del año que tanto le gustaba, me gustaría compartir unas líneas sobre mi querido ‘Chechi’.
La verdad que me cuesta empezar a pensar y describir todo lo que mi tío Cesar significaba para nuestra familia y todos sus seres queridos. Era una persona muy apreciada por todos los que tuvieron el placer de coincidir con él y llena de orgullo poder escuchar que en cualquier lado que se hable sobre él solo existan palabras buenas y de agradecimiento, quedando claramente reflejado la gran persona cercana, humana y querida que era.
Entre todas estas palabras destaco algo en lo que la gente coincide cuando habla sobre él y es que siempre estaba a disposición de los demás, nunca había un momento malo cuando le sonaba el teléfono y se trataba sobre su profesión. Estos valores en gran parte fueron heredados de su padre, mi abuelo, también llamado Cesar, por esa gran labor en la medicina que ambos llevaron a cabo en su querida Coruña.
En su carrera profesional, Cesar desarrolló la medicina deportiva vinculada con su gran pasión que le acompañó toda su vida, el fútbol. ‘Doc’, ‘doqui’, ‘doctor’, como se le conocía en el mundo fútbol, realizó gran parte de su carrera al servicio del club de su vida, el Real Club Deportivo de La Coruña: Estuvo dieciséis años (1991-2007) en los servicios médicos y desde 1994 asumió la coordinación de estos. Fue testigo, a la vez que protagonista, de la época dorada del conocido SuperDépor, en la cual el club conquistó seis títulos (el campeonato de Liga, las dos Copas del Rey y tres Supercopas de España), un tiempo en el que se participó en las grandes competiciones europeas con noches mágicas que ocupan un hueco en la memoria de todos los coruñeses, como aquella remontada al poderoso AC Milan en Champions League.
Durante aquella etapa. César se ganó el cariño de jugadores, cuerpo técnico y aficionados que le acompañaron durante su andadura en la ciudad.
Tras su desvinculación en el Deportivo se trasladó a la Comunidad Valenciana para encargarse de los servicios médicos de equipos como CD Castellón, Hércules CF, CD Alcoyano, Orihuela e incluso de la selección de Guinea Ecuatorial durante la Copa de África en 2012. También asumió responsabilidades como presidente de la Asociación Española de Médicos de Fútbol y fue miembro de la Comisión Antidopaje del Consejo Superior de Deportes. Además desarrolló sus servicios médicos al servicio de la Asociación Española de Futbolistas Españoles (AFE) y en varios hospitales. César era un apasionado del fútbol, pero también del deporte en general. Muestra de ello es cuando estuvo ligado a otras disciplinas: fue director médico de la Federación Gallega de Natación y del OAR de balonmano.
En lo personal, nuestra relación siempre fue muy especial desde muy pequeño. Era mi segundo padre, mi tío, y mi mejor amigo, al que le contaba cualquier cosa y me ayudaba en todo lo que necesitase. Además, ese apego era aún mayor por lo que nos unía: el fútbol.
Recuerdo con nostalgia todas aquellas charlas interminables llenas de anécdotas de aquella época del SuperDépor, tardes en la que nos pasábamos horas y horas hablando sobre ello y podía quedarme todo el día y la noche escuchando una tras otra. La verdad es que siempre sentí una espinita clavada de no poder vivir y disfrutar todo aquel tiempo. Aunque, estoy seguro que se volverá a vivir porque este club y esta ciudad se lo merecen.
De esa época guardo con mucho cariño una gran variedad de camisetas como la de Diego Tristán, Claudio Barragán o la de nuestro apreciado Albert Luque, entre otros. Además de un libro con las fotografías más emblemáticas o una placa de sus queridos Riazor Blues, los cuales siempre le apoyaron durante toda su trayectoria en el Dépor. Se tenían un mutuo cariño especial.
Cuando mi tío se mudó yo siempre pasaba los veranos y parte de las Navidades en las diferentes ciudades en las que estuvo: Castellón, Alicante, Elche… Allí recuerdo estar siempre de un lado para otro entre partidos, entrenamientos, comidas de equipo o con gente del mundo del fútbol. Nos podíamos recorrer cientos de kilómetros en coche para ver varios partidos en un día a los que él tenía o quería ir.
Siempre que cogía ese avión y aterrizaba en la Comunidad Valenciana ya podía respirar ambiente de fútbol y esa sensación era increíble. Esa pasión que sentía mi tío por el fútbol que heredé y pensaba que más no podía ser, aumentó. Por gran parte de todas estas vivencias a su lado empecé a sentir que me gustaría dedicar mi vida si las circunstancias me lo permiten a lo mismo que él, solo que desde una perspectiva diferente a la medicina, la del derecho deportivo.
Como dije en el día de su funeral y homenaje, una parte de nosotros, de nuestra familia, se ha ido con él y siempre lo tenemos muy presente.
Descansa en paz.