Catorce años después de instalarse en Lugo, Carlos Pita (A Coruña, 1984) regresa a casa. Debutó en Primera División con el Deportivo, pero fue en el club lucense donde se erigió en una leyenda, con 415 partidos oficiales. En 2022 colgó las botas y asumió la dirección deportiva de la entidad albivermella. El pasado verano dio el salto a los banquillos como entrenador del equipo juvenil de la SDC Residencia y ahora vuelve a su tierra natal, mientras hace un paréntesis para seguir formándose.
¿Qué tal la experiencia como entrenador?
Como aprendizaje, muy bien, porque buscaba estar delante de un grupo de chavales para tratar de transmitir ideas, dirigir un grupo, gestionarlo y aprender el día a día. Tenía la visión desde el punto de vista del futbolista y no es lo mismo enfrentarte a un grupo siendo capitán o jugador que siendo entrenador. Al final, la experiencia bien. Lo malo fue que no conseguimos salvarnos.
Ha sido futbolista, director deportivo y entrenador. ¿Con qué se queda de cada faceta?
Trato de quedarme con lo positivo. Como entrenador estás más metido en el día a día con los jugadores, la gestión de grupo, sesiones, tareas, preparación de partidos y demás. Después de ser futbolista, es lo más cercano a lo que es el juego en sí porque estás todos los días en el campo y puedes tener cierta incidencia en los partidos. Como director deportivo gestionas una parcela más grande. Ver jugadores, tratar de pensar en cosas más de cara al futuro que en el día a día. Es más a medio plazo.
Regresa a A Coruña, ¿tiene algún proyecto en marcha?
No. Desde que dejé el fútbol como jugador, primero me metí de lleno un año en la dirección deportiva y otro, entrenando en la ‘Resi’. Ahora quiero ver fútbol todos los fines de semana, el mayor número posible de partidos en directo para tener una base de datos de jugadores, por lo que pueda pasar. También intentaré ir a ver diferentes clubes para conocer otras maneras de entrenar, de trabajar en la dirección deportiva y, sobre todo, aprender y seguir creciendo, porque esto no para y hay que evolucionar.
Intentaré aprender y seguir creciendo, porque esto no para y hay que evolucionar
¿Y seguir entrenando o entrar en la cantera del Depor?
La cantera del Depor no tuve posibilidad y hubo un par de opciones para entrenar otra vez a juveniles, pero después de este año con la ‘Resi’ y todo, prefería coger un poco más de distancia con el día a día.
¿Se le hace raro volver a casa después de 14 años?
No, para nada. Tampoco la distancia es muy grande, aunque no venía muy a menudo porque con las actividades de los niños es más complicado. Lo único, que Lugo es una ciudad muy cómoda porque es mucho más pequeña que A Coruña y es más fácil moverte, pero mi familia está en A Coruña de toda la vida y mi grupo de amigos también.
¿Qué echará de menos?
Todo. Son muchos años en Lugo, muchos amigos... Las rutinas, el fútbol del niño, que estaba encantado, los amigos del colegio. Dejas una vida atrás, casi. No vamos a perder el contacto con la gente y seguiremos yendo a Lugo, al Arde Lucus y estas fiestas, pero creemos que lo mejor para todos es volver a A Coruña y hacer vida aquí.
¿Qué añoraba más de aquí?
Lo primero, la familia, porque aunque no estén muy lejos, el día a día se nota, el estar cerca de ellos. Y luego, mi casa, porque aquí tengo todas las comodidades, ver otra vez los barrios donde viví es lo que más echaba de menos.
Jugó su único partido con el Depor, el 29 de mayo de 2005 en Los Pajaritos, contra el Numancia (1-1), en la última jornada de la Liga 2004-05, cuando Javier Irureta le dio los 11 últimos minutos. ¿Aún recuerda esos instantes?
Recuerdo lo que me dijo Jabo, el momento de entrar, los cinco balones que toqué, más o menos... Lo recuerdo todo. Lo disfruté muchísimo y fue una experiencia inolvidable.
¿Qué le dijo Irureta?
(Risas) Que había que asegurar la Intertoto, que entrara con todo y que disfrutara.
De mi partido con el Depor recuerdo lo que me dijo Jabo, el momento de entrar, los cinco balones que toqué... Lo recuerdo todo
Aquella temporada entró en la convocatoria de algunos partidos más de Liga e incluso fue convocado en la Champions contra el Olympiacos en Riazor y el Mónaco fuera en la fase de grupos.
Fue un aprendizaje muy grande para mí porque se dio una situación completamente inesperada porque ese año, sobre todo en mi posición, hubo bastantes lesiones, se abrió esa puerta para ir convocado con el primer equipo, y para mí fue increíble. Llegué a un vestuario lleno de ídolos y traté de afrontarlo con la mayor naturalidad posible, dentro de la impresión que supuso llegar ahí, porque era un sueño. La pena fue sólo jugar ese último partido en Liga.
Luego hizo las maletas y pasó por diferentes equipos hasta que llegó al Lugo, donde se convirtió en uno de los jugadores que en más ocasiones visitó la camiseta albivermella, con 415 partidos.
Siempre lo digo, que somos los jugadores que hemos vivido la época más importante y más bonita del club, porque llegamos al fútbol profesional, nos mantuvimos muchos años en Segunda División, cada vez con más dificultades, porque hay equipazos con presupuestos espectaculares, y el Lugo compitió contra todo el mundo durante todos esos años.
Allí es una leyenda. ¿Echa en falta no haberlo sido aquí?
Hubiese sido espectacular, pero me quedo con lo vivido. Después de Guadalajara, cuando llegué al Lugo, mi idea era volver a ilusionarme con el fútbol porque venía de un par de años complicados en los que en Segunda B lo más normal era no cobrar al día, impagos, y en el Lugo me encontré una familia que me acogió con los brazos abiertos y me sentí importante desde el principio.
Se retiró hace dos años. ¿Qué añora más del fútbol?
Jugar. Me lo dijeron muchos entrenadores muchas veces, “no te retires nunca, alárgalo lo máximo posible”. Llega un momento en el que la cabeza decide parar, pero jugar es lo mejor que hay. Cuando juegas en la calle de pequeño, todo el mundo quiere correr detrás de la pelota, no ser entrenador.
Echo de menos Jugar. Me lo dijeron muchos entrenadores muchas veces: No te retires nunca, alárgalo lo máximo posible
¿Cuál es el mayor aprendizaje que se llevó?
Por cómo entendí siempre el fútbol, el vestuario y el grupo, hay ciertos valores que están por encima de todo, el compañerismo, la lealtad, el esfuerzo y el sacrificio, pero no por dejar cosas aparte, que por el fútbol habría dejado casi cualquier cosa, sino porque tienes que priorizar otros aspectos.
¿Cómo valora la mayor presencia de canteranos en el primer equipo del Depor?
Buenísima. Lo mejor que le puede pasar al Depor es que haya gente de la casa porque es una identidad y le das importancia al trabajo de la base, de entrenadores, coordinadores, de metodología... El objetivo tiene que ser el llevar el mayor número posible de jugadores al primer equipo. Si encima añades la explosión de Mella y Yeremay, que casi son ídolos o referencias en A Coruña en las que los niños se ven reflejados, es un espectáculo, porque se junta la explosión de estos jugadores con el ansiado ascenso y las renovaciones de los chicos del filial, que es una apuesta clara de seguir tirando de gente de la cantera. Siempre hay que tener jugadores de fuera, pero que sean diferenciales que no tienes en casa.
¿Ve a Mella y Yeremay rompiéndola en Segunda?
Es complicado, porque las categorías están para algo, pero les veo mucho potencial para marcar diferencias en Segunda. Mella es un niño con un desparpajo, una capacidad de desborde y una verticalidad que hoy cuesta mucho encontrar. Eso vale mucho dinero y es un diamante al que le queda mucho por pulir y que puede ser diferencial en cualquier categoría, al igual que Yeremay. Son jugadores de la misma posición, pero perfiles totalmente distintos y ambos con un potencial muy grande. Ahora, hay que saber cuidarlos porque llegan al fútbol profesional, contra jugadores más preparados, equipos con un potencial enorme, pero creo que se van a adaptar perfectamente.
Salvando las distancias, son un poco los Lamine Yamal y Nico Williams de la selección española, pero en el Depor.
Sí, perfiles parecidos, además, también parece que fuera del campo hay buen ‘feeling’ y eso se nota en el terreno de juego también, esas conexiones. Y salvando las distancias, son jugadores de ese perfil los dos, verticales, de uno contra uno, de desborde, un poco anárquicos a veces, con respecto al juego, pero diferenciales casi en cualquier acción.
Mella es un diamante... puede ser diferencial en cualquier categoría, igual que Yeremay
Y sin miedo, porque no tuvieron ningún problema en asumir el peso del equipo en un club con la historia del Depor y ejercer de líderes para conseguir el ascenso.
El liderazgo lo asumieron los veteranos, que es natural, Lucas como capitán; Pablo Vázquez, completamente identificado con el club y la afición; Ximo; José Ángel; Villares; esos veteranos que sí asumieron esa responsabilidad, pero ellos son el descaro, el atrevimiento, la insolencia de querer demostrar que están capacitados para jugar y al final el cambio radical del equipo fue la recuperación de Yeremay y la incorporación de Mella al once. Ambos marcan diferencias con la recolocación de Lucas de segundo punta. Tener jugadores por delante, para él, era un espectáculo.
¿Le gusta la base que hay para competir en Segunda?
El once titular de la segunda vuelta me parece de garantías para competir, pero entiendo que el objetivo del Depor va a ser estar en los puestos de arriba y necesita jugadores que le mejoren para alcanzar el nivel competitivo de los que van a pelear por ascender, como Cádiz, Granada, Almería, Zaragoza, Oviedo otra vez, Sporting...
¿Qué le gustó más del Depor?
Primero, la confianza en sí mismos que tuvieron desde el inicio de la segunda vuelta. Parecían invencibles. Fue un cambio en la confianza brutal. Me gustó que después del ascenso, el equipo mantuvo una ambición tremenda para seguir ganando, y eso habla muy bien de la mentalidad del grupo. Y también el fútbol vertical que hizo el Depor. Tiene velocidad en las bandas, velocidad arriba y no especuló nunca.
El once titular de la segunda vuelta me parece de garantías para competir
Jugó 338 encuentros en la categoría de plata. ¿Qué es lo más duro de la Segunda?
Lo larga que es. Se hace eterna. Y los momentos malos también se hacen eternos. Las rachas son muy habituales, tanto positivas como negativas, es importante cortar las negativas cuanto antes. Yo lo viví en el Lugo el año que nos salvamos en Vallecas, que estuvimos 16 partidos sin ganar y aquello era una losa muy grande. Es saber que va a haber muchos altibajos, pero mostrar esa madurez que mostraron este año en los momentos difíciles y reaccionaron.