Después de haber sufrido un retroceso en su carrera profesional en el fútbol iraní, Ibai Gómez firmó por el Deportivo con 32 años, una edad a priori idónea para poder aportar calidad y pegada a la entidad de la Plaza de Pontevedra.
Muy bajo de forma, precisó de dos semanas de entrenamientos en solitario para comenzar a unirse al grupo dirigido por un Borja Jiménez que, sin embargo, le concedió minutos en las siete primeras jornadas de Liga —todas las del abulense esta campaña 22-23 antes de su destitución—.
Ibai Gómez solo dejó pinceladas del talento que atesoraba en sus pies, con apenas siete encuentros con el Deportivo —dos de ellos como titular—.
En total rubricó 184 minutos en Primera RFEF con los blanquiazules, sin llegar a estrenar su casillero goleador.
Al menos sí pudo brindar una asistencia de gol que otorgó un punto a los de Riazor en el derbi gallego ante el Celta B en Balaídos; en esta ocasión Diego Villares fue el autor de una diana crucial para al menos no caer ante el filial vigués (1-1) después de un inicio de encuentro caótico.
El 8 de noviembre, el de Santutxu sorprendía a propios y extraños con su decisión de no seguir en activo y rescindió su contrato con el Depor, dejando el dorsal ‘7’ vacante.
Lucas Pérez ya había intentado su retorno al RC Deportivo en la temporada anterior 21-22, pero no sería hasta enero de 2023 cuando consiguió que el Cádiz le permitiese volver al equipo de su ciudad.
El delantero de Monelos tuvo que poner de su bolsillo cerca de medio millón de euros para facilitar su salida de Nuevo Mirandilla.
Su traspaso fue noticia a nivel internacional, recolocando al Deportivo en primera plana de informativos nacionales e incluso extranjeros.
En A Coruña se desató la ‘Lucasmanía’, con aumento significativo de socios, venta de camisetas o afluencia de público al estadio de Riazor; su repesca se vio como un motivo de esperanza más para lograr el ansiado ascenso.
El delantero blanquiazul debutó ante Unionistas en Riazor (3-0) con un doblete que encandiló a un deportivismo que soñaba con una sociedad de quilates junto a Alberto Quiles.
A pesar de que el bajón fuera de casa de la mano de Óscar Cano le privó de mayor esplendor, firmó unas estadísticas más que aceptables, con 19 encuentros jugados —todos ellos como titular—, en los que acumuló 1.710 minutos, anotó 8 goles y regaló las mismas asistencias.
Su compromiso fue espectacular, actuando incluso con una máscara después de sufrir una rotura en su pómulo en la recta final de Liga frente al Alcorcón.
En el playoff de ascenso, ante el Castellón, dio la cara tanto en Riazor como en Castalia —donde no falló desde los once metros—.
Sin embargo, la eliminación frente a los ‘orelluts’ —dio la cara en sala de prensa— eclipsó su soñado retorno.
Con contrato en vigor en Riazor un año más —podría extenderse hasta 2029—, será el referente del Depor 23-24.