Álex Bergantiños, miembro del Consejo de Administración del Deportivo, analizó con motivo de su visita a dxt campeón su cambio de vida después de la retirada, su posible rol en el futuro, sus traumas deportivos, sus referentes y su evolución como futbolista, entre otros temas.
La primera parte de la entrevista al exfutbolista coruñés se puede consultar de forma íntegra en el podcast de dxtcampeón. Hoy ofrecemos la primera mitad de esta interesante charla que mañana se completará con el segundo fragmento.
¿Cómo te sientes en tu nueva faceta como consejero?
Se hace raro, es un cambio muy brusco, estoy adaptándome. Estoy pasando ese luto de los deportistas de dejar de competir día a día, que lo tenemos metido dentro. Estoy agradecido a la dirección del club y a la gente que ha entrado nueva porque me están ayudando en ese paso. Estoy aportando ideas y tomando decisiones pero también aprendiendo de cómo se ve el fútbol desde el otro lado.
¿Qué es lo que más te está costando en este proceso?
Perder el competir día a día. Ahora lo que más me cuesta es no querer hacer todo. Hay personas que están preparadas para tomar las decisiones y tienes que estar un poco de supervisor o aconsejador, que no sé si es la palabra correcta, de la gente que realmente está decidiendo y que está capacitada para hacerlo. Yo no estoy preparado para ser ni entrenador, ni director deportivo, pero sí que puedo aportar mi experiencia porque tantos años me han servido para conocer muy bien cómo funciona el club, la ciudad y el entorno. En ese aspecto soy válido y por eso me han buscado esa función y me la han pedido directamente.
¿Tus excompañeros se adaptan a verte en esta nueva ocupación o se les hace extraño?
Un poco. Al principio estaba un poco más perdido en el sentido de hasta dónde puedo entrar. ¿Debo estar más aislado para ver un entrenamiento o para entrar en un vestuario? Hay que buscar un poco ese equilibrio. Muchos son amigos míos todavía y a la vez soy directivo. Tengo que mantener esa relación de amistad pero a la vez hacerles ver que ahora tengo unas responsabilidades diferentes y que tenemos que tener una relación un poco diferente en ciertas cosas.
¿Cómo sientes que ha acogido la gente de la calle y los aficionados tu nuevo rol?
La gente está ilusionada. Siempre que hay un cambio, hay esa ilusión. Veo que la gente ahora dice ‘ha entrado Álex, ha entrado Ballesta, ha entrado gente de fútbol’. Ese era un poco el runrún que había en los últimos años. Es nuestra responsabilidad el poner el máximo trabajo posible y empeño en empujar para que esto salga bien. Y devolver de una vez un éxito que tantos años llevamos a esa gente que nos muestra tanto cariño.
Soy más de chándal, de día a día, pero no podía ponerme a entrenar ya
Te vemos mucho junto a Fernando Soriano. ¿El área de la dirección deportiva es lo que más te tira de cara al futuro?
Estoy empapándome de todo. Yo soy más de chándal, de día a día, de entrenamiento, pero también necesitaba ese espacio. No podía ponerme a entrenar ya ni a dirigir ya, así que estoy aprendiendo mucho de Fernando, de cómo trabaja en la dirección deportiva. Ya tengo los títulos de entrenador desde hace tiempo pero necesito esa cuarentena de pasar del campo a reubicarme y ver dónde podría buscar mi espacio. El club me ha dado plena libertad para irme empapando de todas las parcelas y así ubicar el día de mañana puedo unirme a alguna de ellas o seguir de aconsejador y transmitir experiencias que igual desde fuera no se ven. Ahí creo que somos muy válidos, tanto Ballesta como yo, porque sabemos las necesidades que puede haber en el día a día. De alguna manera, poder influir para que ese canal entre Abegondo y la Plaza Pontevedra sea mucho más fluido que en los últimos años.
¿Has dejado totalmente aparcado el fútbol y el deporte?
Sinceramente en verano me he dedicado a ser padre y a aguantar a las dos fieras que tengo. Me ha entrado el gusanillo de hacer algo de deporte, aunque no sé muy bien qué hacer porque los fines de semana los voy a tener bastante ocupados. No sé si un poco de gimnasio, pádel... El deportista tiene el competir en la sangre, aunque sea contra sí mismo, y hay que buscar eso porque si no a la cabeza le cuesta adaptarse.
Si metemos la de Quique o la de Pablo Marí, el club estaría en Primera
De los últimos años, ¿qué duele más en el recuerdo? ¿Fuenlabrada, Mallorca, Albacete, Castellón?
Hay mucho daño ahí pero creo que el más determinante fue el de Mallorca. Además, a nivel personal me tocó estar involucrado con mi acción de la ida y tuve que ver la vuelta con la cara destrozada con 80 puntos en un palco de Mallorca rodeado de mallorquines. Fue un día para olvidar. Eso ha cambiado la historia reciente del club. Si metemos la de Quique o la de Pablo Marí, el club estaría en Primera y yo seguramente tendría 50-80 partidos menos con el Depor (ríe). Habría sido más fácil mantenerse y la historia reciente sería diferente para todos. El playoff contra el Albacete también fue traumático, pero me quedo con la de Mallorca porque es la que más impacto tiene a todos los niveles.
Con tantas dificultades en tu carrera, ¿has pedido ayuda psicológica a un profesional? ¿En quién te has apoyado?
A nivel mental es muy exigente. Hubo unos años que teníamos a Macario, un psicólogo que tenía el club, que era excepcional, con el que guardaba una relación increíble. Y lo recomiendo. Está de moda hablar de la salud mental, pero poca gente se atreve a buscarlo o a darle importancia. Además, a mí se me junta el hecho de ser de la ciudad y de estar más expuesto. Te vas a tomar un café y todo el mundo te conoce. Todo el mundo te habla de momentos difíciles que ha habido aquí, con la fractura social que hubo y con todo el tema del asesinato de Jimmy... Y siempre lo vives mucho más intensamente. Al final, muchos jugadores se iban pero a mí me conocía todo el mundo. Estás un poco en medio de todo y no es fácil de gestionar, pero siempre he intentado hacerlo con la mayor honestidad posible, buscando el bien común de todo mi entorno. Con mis errores, que seguro que he cometido muchos, pero tengo la conciencia tranquila porque en cada momento he intentado hacer mi función lo mejor posible.
Muchos entrenadores dirán que era de los jugadores que más pases daba hacia delante
¿Crees que en lo futbolístico ha quedado una imagen de ti como un jugador que no arriesgaba en el pase cuando no era así?
Sí, se generan muchos tópicos y se encasillan a los jugadores. Mi carrera fue evolucionando muchísimo. Fui central hasta los 21 años, luego me adaptaron a mediocentro, he cumplido en distintas posiciones, he jugado de lateral en Primera e incluso de portero. Si buscas estadísticas y hablas con entrenadores, muchos te dirán que era de los jugadores que más pases daba hacia delante. Quizá no tan en largo pero sí en corto con pases que superan líneas, que son los que hoy más piden los entrenadores. Lógicamente no es el mismo jugador el Álex de 26 años, que era menos posicional, más intenso, más un poco lo que es ahora un Villares, que el Álex de la recta final de carrera. He intentado siempre evolucionar con los entrenadores y con el juego. También es el secreto de aguantar tantos años. Quizá no con tantas virtudes físicas o técnicas como otros jugadores, pero sí con inteligencia y siempre intentando sumar al equipo.
¿De qué jugador dices ‘he tenido el honor de jugar al lado de este tío’?
De Valerón. Le pillé en su recta final pero no necesitaba físico para ser determinante. Veía el juego de una manera totalmente diferente. Él influyó también en mi manera de jugar, de tener más pausa y decidir mejor los pases hacia adelante. Yo era más joven, más impetuoso y él siempre intentaba mantener esa calma demostrando que se puede hacer más abarcando menos, ser más eficiente. Es una figura que me marcó muchísimo, también con Manuel Pablo, que él buscaba más la garra y la intensidad, pero era el equilibrio perfecto en esa época. Me sirvió para aprender mucho. Estoy muy agradecido a esa etapa porque creo que sí que influyó mucho en mi mejora a nivel ofensivo con balón.
¿Qué jugadores te impulsaron a querer ser futbolista?
Todo el mundo sabe que me llaman Koeman, un poco por el parecido físico, porque en los 90 jugaba de central y teníamos características similares entre comillas. Lógicamente iba a Riazor y me fijaba en Mauro y Donato, que también era central como yo. Pero un día te fijabas en Andrade, otro en Bebeto, otro en Mauro, en Sergio... También me gustaba Fran, Valerón, Djalminha, pero yo me fijaba más en esas posiciones porque eran las mías en juveniles.
Somos de barrio y queremos mantener nuestras raíces
¿Vivir fuera de La Sagrada Familia nunca fue una opción?
He vivido las experiencias de vivir fuera con mi mujer, que también es de La Sagrada, pero todo nuestro entorno sigue ahí. Somos de barrio y queremos mantener nuestras raíces de nuestros amigos y de nuestra familia. Hemos tenido experiencias maravillosas viviendo fuera en Jerez, en Gijón, y nos ha servido también mucho para abrir nuestro mundo. Pero en casa es donde nos sentimos cómodos y orgullosos.
¿Siempre fuiste así de responsable? ¿Nunca hubo ningún lío ni en el colegio de La Sagrada ni en el Masculino?
Que va. Todos tenemos nuestros problemas. Si le preguntas a mis amigos, a mi mujer o a mis padres te contarán algunas. Todos hemos sido jóvenes e impulsivos. Seguro que he tenido liadas grandes pero vamos a dejarlas al margen porque si ven esto mis hijos, igual les doy pistas.