Cuando se habla del Club del Mar de San Amaro, a todos se le viene a la cabeza los numeros deportes en los que destaca, sobre todo en bádminton y en tenis de mesa.
Es precisamente en el primero de ellos, donde hay una familia que, si no es la más conocida en ese mundo poco le falta para serlo.
Ellos son los Poncela, una saga que está vinculado al Club del Mar desde los inicios, pues de hecho, un miembro de su familia contribuyó a su fundación, hace ya muchos años.
En total, hasta cinco generaciones han pasado por esta conocida institución coruñesa. En el caso de Fernando Poncela, en una conversación con este periódico, afirma que “yo nací en el Club del Mar”, explicando que “mi padre fue fundador del antiguo Club del Mar, entonces yo estuve metido toda la vida allí”.
Aunque al principio no practicaba el bádminton, “yo jugaba al fútbol en el Sporting coruñés y luego al fútbol sala”, fue con 35 años con los que empezó a disfrutar de un deporte, hasta entonces, poco reconocido. “Empecé a jugar con 35 años y no paré. Detrás vinieron mis hijos, para jugar conmigo y se fue convirtiendo en una especie de tradición”, afirma Fernando Poncela.
Vivencias
La familia guarda muy buenos recuerdos de su paso por dicha institución
Sus hijos, Fernando, más conocido como Nando, Gonzalo y José Luis, confirman esta historia, diciendo que empezaron a practicar bádminton por su padre. Aunque fue de imprevisto, los tres coinciden en que fue una buena decisión, pues guardan muy buenos recuerdos.
Nando, por su parte, destaca que lo que más “me gustaba eran las instalaciones para entrenar porque nos permitían jugar y crecer como personas y deportistas”. Su hermano Gonzalo, además, añade que “fueron los mejores años de mi vida por todo lo que viví con los viajes, los entrenamientos y conocer a las personas”.
José Luis, aunque estuvo poco tiempo porque se dedicó al fútbol donde llegó a jugar con el Betanzos, también guarda un grato recuerdo de esa época que pasó allí.
Actualmente, la familia de los Poncela sigue vinculada con el Club del Mar gracias a su Nando, trabajador en el club, y a su hija, Inés, la quinta generación que juega al bádminton.
Ella, comenzó en el bádminton porque “su padre hizo la misma táctica que yo: la llevaba con él a jugar”, afirma su abuelo, Fernando.
Fue entonces cuando ella se “enganchó” y no deja de disfrutar de este deporte. Además, que decidiese ir al Club del Mar, fue “un motivo de alegría enorme para todos”, afirman sus tíos. Ellos siempre le preguntan como va, le aconsejan como jugar, y sobre todo, le dicen que disfrute.
Ella, a pesar de su corta edad, ya es una de las más destacadas a nivel nacional. Otro motivo de orgullo para su familia. Además, por todo lo que logra, hace que su padrino, José Luis, “me sienta un poco identificado con ella”. Su padre, Nando, también se siente feliz por lo que está consiguiendo.
Con este apoyo, fijo que Inés Poncela estará ahí arriba, y quien sabe, si no estaremos ante la futura Carolina Marin, porque como dice su abuelo “mi nieta promete y mucho”. Por eso, el deseo de la familia, es que “ todo salga bien, siga muy ilusionada y puede llevar su nombre a lo más alto”.