Enmanuel Reyes atiende la llamada de este diario desde una habitación en Belgrado. No conoce la ciudad porque no ha salido del hotel más que para pelear, admite. Hoy disputa las semifinales del Campeonato del Mundo de la AIBA (Asociación Internacional de Boxeo Aficioando) en la categoría de los pesos pesados.
“Ya tenemos la medalla, ahora quiero cambiar el de color”, avisa el púgil cubano afincado en A Coruña, que el martes aseguró el segundo metal en la historia del boxeo español en los Mundiales. La primera fue para Enrique Rodríguez Cal en 1972, hace 47 años.
“No he venido aquí a hacer historia, he venido aquí para ganar”, lanza Enmanuel. “Mis compañeros, mis entrenadores, mi club, la Federación son los que hacen historia... Yo simplemente me subo al ring a pelear, pero detrás hay mucho trabajo”, añade el Profeta, que utiliza el plural para involucrar a todas las personas que han hecho posible su éxito.
Reyes disputa, no antes de las 20.30 horas, su quinto combate en diez días: “Estoy bien, descansando. El masajista de la selección nos ayuda a recuperar cada día”, asegura el Profeta, que en semifinales se enfrenta al italiano de origen marroquí Aziz Mouhiidine, al que ya derrotó dos veces, la última este mismo año en la final del Grand Prix de Usti Nad Labe, en la República Checa.
“Es zurdo, se desplaza mucho y pega bien, pero nos hemos enfrentado ya dos veces y le he ganado las dos. Yo voy a hacer mi boxeo para llevarme la victoria”, zanja Enmanuel, que con la medalla de bronce ya se ha asegurado 21.650 euros, aunque el 10% es para la Federación. “El dinero del premio es para ayudar y sacar adelante a mi familia. Ese ha sido siempre mi objetivo y espero conseguir más”. Si gana la plata serían 43.300 euros, mientras que el oro vale 86.437.
En caso de victoria, se vería las caras en la final del sábado con el ganador del duelo entre el uzbeko Madiyar Saydrakhimov y el también cubano Julio La Cruz, un viejo conocido y su verdugo en el polémico combate de cuartos de final en los Juegos de Tokio.
“Voy paso a paso”, anticipa Reyes, que se quiere sacar la “espina” de los Juegos. “En el deporte siempre hay revancha, pero sin rencor. Él no tiene la culpa porque la medalla olímpica me la quitó un tercero”, recuerda el púgil del PlanasBox, que espera brindarle a España un título inédito antes de empezar el próximo ciclo olímpico.
“Tengo mucho que agradecerle a España, que me ha permitido volver a boxear y a ser persona. Y trabajo 24/7 para devolvérselo”, zanja el Profeta, un tipo tranquilo en la vida, un tifón en el cuadrilátero.