El Racing sigue sin dar con la tecla lejos de A Malata, donde no gana desde finales del pasado mes de noviembre. Ayer, en Valladolid, se mostró impotente, incapaz de voltear el tempranero gol del filial pucelano a pesar de que disputó más de ochenta minutos en superioridad numérica debido a la expulsión de Anuar. Pero a la escuadra castellana le bastó con la intensidad con la que salió a escena, que no tardó en reflejarse en el marcador.
Avisó primero con un disparo de Higinio que Mackay despejó a córner y más tarde a través de un pase entre líneas de Samanes hacia este mismo jugador que el racinguista Maceira abortó en última instancia. Pero el cántaro fue tanto a la fuente que, cómo no, terminó rompiéndose antes de que se hubieran cumplido los diez primeros minutos de juego. A la salida de un córner, al meta Mackay se le escurriese el balón de las manos e Higinio, que pasaba por la zona, solo tuvo que empujarlo al fondo de las mallas.
Hasta ese momento el Racing no había dado señales de vida en ataque, pero el golpe le espoleó. Sobre todo, después de que el Valladolid B se quedara en inferioridad numérica después de la rigurosa expulsión de Anuar, que vio la roja directa por levantar la pierna a la altura de la cabeza de Víctor Vázquez. Sin embargo, el cuadro verde careció de profundidad en su juego. Eso sí, tan claras vio Miguel Ángel Tena las cosas que a la media hora de juego retiró del campo a José Cruz y Bicho para dar entrada a Mendi y Brais Abelenda con la intención de ser más vertical. Las permutas, sin embargo, no terminaron de funcionar y un cabezazo manso de Mendi fue todo el bagaje ofensivo hasta el intermedio.
Se esperaba una reacción fulgurante del Racing tras el paso por vestuarios, pero esta nunca llegó. Prueba de ello es que hasta mediado el segundo acto ninguno de los dos equipos disparó entre los tres palos. Fue más mérito del Valladolid B que demérito del Racing, que quiso, pero no encontró la forma de meter mano a la defensa vallisoletana, que rayó a gran altura y apenas concedió espacios a Joselu y compañía.
Incluso el filial blanquivioleta pudo sentenciar tras una contra que Higino desperdició picando el balón en exceso. En los últimos minutos llegó el acoso visitante, que de la mano de un espléndido Brais Abelenda se volcó. Lo intentó Joselu y Mendi, pero no era el día de la escuadra ferrolana.