Es honesto y trabajador, como él mismo reconoce pero, además, muchas otras cosas. Para el colectivo de entrenadores de Tercera, para los que se han enfrentado a él, es uno de los mejores preparando partidos, uno de los que más se lo curra. Juan Riveiro no tiene que demostrar nada. Ya lo ha hecho prácticamente todo en el fútbol. Y más aún en el Paiosaco, un club secundario en el Concello da Laracha hasta que él se hizo cargo prácticamente de todo. El ascenso y las tres temporadas en Tercera eran palabras mayores en otros tiempos no muy lejanos. Juan es un entrenador exitoso a pesar del descenso de esta temporada y, sobre todo, una de los profesionales más legales del fútbol coruñés.
Una semana después de que se confirmase la noticia, ¿qué sensaciones tiene?
Liberación. Nos quedan cinco partidos de una fase que alguien pensó con el dedo meñique del pie izquierdo y somos tres equipos que ya no tenemos nada que hacer en la competición. Es un alivio para mí que se haya hecho pública la noticia, pero queda liga y no puedo dejar de trabajar.
¿Por qué ahora y no al finalizar la temporada?
A mitad de temporada hubo una serie de problemas. Ya había tocado este tema con Carlos (presidente del Paiosaco). Con esta decisión le doy tiempo al club para poder organizarse de cara a la próxima temporada. Salvo en mi primer año, en el que colaboraba conmigo Rubén (exdirectivo del club), he sido yo el que ha confeccionado la plantilla a nivel de fichajes. El Paiosaco se enfrenta a una situación que no ha vivido en los últimos seis años y, al hacerse pública la noticia a falta de cinco jornadas para que termine la competición, el club tiene un margen más amplio para fichar a un entrenador y para elaborar la plantilla.
¿Llegó a plantearse esta decisión durante la competición?
Tanto en la temporada pasada como en esta, puse mi cargo a disposición de la directiva. A veces no se da con la tecla para que el equipo vaya hacia delante, independientemente de que se compita bien, pero competir bien no es suficiente en Tercera División. En otras categorías, compitiendo bien, sacas muchos partidos adelante. En Tercera no es suficiente, hay que ganar, ser resolutivo en las áreas. En la vida hay que ser honrado, puse mi cargo a disposición del club y, a partir de ahí, se produjeron una serie de hechos con los que no estuve para nada contento. Se acordó mi continuidad y la única condición que le puse al presidente fue que no quería volver a hablar de ninguno de esos temas, ni un solo comentario más, hasta que se terminara la temporada.
Por lo que dice, no ha sido una temporada tranquila.
La resolución a la que hago referencia tendría que haberse tomado mucho antes para evitar una serie de circunstancias que ocurrieron, pero se dilató durante tres semanas que fueron insufribles, muy duras a nivel personal. Eso fue lo que más me ha dolido.
¿Han tratado de convencerle para seguir un año más?
No. La semana pasada, el cuerpo técnico y yo tuvimos una reunión con el presidente para exponerle la decisión que queríamos tomar y creo que su sensación fue de alivio. Son seis años y queda una relación personal. Yo considero a Carlos un amigo. Es una cuestión buena para el club y, para mí, de higiene mental. Ha habido causas internas que no voy a comentar pero que me duelen porque no creo que me las merezca. Me puedes echar porque no ganamos partidos y me pagas para que los gane, pero cuando empezamos a valorar otras cosas –cuestiones técnicas, cuestiones tácticas, opiniones de si entrenamos de una forma o de otra…– hay que tomar una decisión. Necesito liberar mi mente.
Cuando pone su cargo a disposición del club a mitad de temporada se entiende que, al terminarla, no continuará.
Mi decisión ha sorprendido a muy pocos. Algunos jugadores estarán dando palmas, no lo sé, y a otros les joderá pero el 95% de los futbolistas tenían claro que no íbamos a seguir. Lo que no se puede discutir es que tenemos mejores resultados en la segunda fase que en la primera y eso quiere decir que el equipo sigue compitiendo y que no hemos bajado los brazos ni los vamos a bajar en las cinco jornadas que nos quedan.
¿Ha notado desgaste con futbolistas?
Hay jugadores que llevan conmigo seis temporadas y es duro. La relación con ellos es como la de un matrimonio: quiero mucho a mi mujer, pero también es la mujer con la que más discuto porque es con la que vivo.
En la última jornada, Paiosaco-Ourense. ¿Visualiza su último partido en A Porta Santa?
Después de seis años, mi relación con la directiva es buena, hay gente a la que le tengo mucho cariño y la afición siempre se ha portado muy bien conmigo y con el equipo. En muchos partidos en los que el resultado no era el esperado, nos esperaban en el pasillo del bar aplaudiéndonos. Nunca me he sentido mal querido en el Paiosaco independientemente de los resultados; todo lo contrario. Me voy a sentir extraño, va a ser un partido especial para mí.
¿Cuál es el secreto para estar seis años en el mismo club?
El trabajo y la honradez. Nadie puede decir que Juan Riveiro es un entrenador que vaya por dinero al Paiosaco. Me considero un tipo comprometido que ha intentado adaptarse a un club completamente diferente a todo lo anterior y que ha intentado ser una esponja para adquirir la filosofía del Paiosaco y luego transmitirla a los jugadores manteniendo todo lo que la directiva me pidió hasta la última temporada: que todos los jugadores cobrasen lo mismo y que lo importante era el grupo.
“Que todos los jugadores cobrasen lo mismo”. Eso llama mucho la atención.
Durante las cinco primeras temporadas eso fue así. El año pasado fue una de mis condiciones para renovar, algo que a lo mejor no debía haber hecho. Es cierto que esta temporada no todos los jugadores cobraban lo mismo. El club me dio un presupuesto y fui yo el que manejó el dinero. Creía que eso nos podía permitir reforzar el equipo con jugadores más interesantes, pero fui un poco iluso; un aprendizaje más. Si quieres fichar a un futbolista que sea resolutivo en un mercado como el de Tercera te hacen falta 700-800 euros. En Paiosaco, ningún jugador cobra ese dinero.
¿Qué se le pasa por la cabeza si le digo “verano de 2015”?
Te voy a contar una anécdota. En nuestro segundo o tercer entrenamiento estábamos jugando un partidillo condicionado y le digo a un jugador: “¿qué haces aquí? Bascula, que el balón está allí”. La contestación que me dio fue: “este é o meu”. Me di la vuelta, miré a Jesús y le dije: “madre mía, lo que nos queda por hacer aquí”. Se me puede tildar de muchas cosas, pero no de falta de trabajo. Últimamente se comenta que soy un entrenador defensivo. Yo no me considero defensivo porque son los muñecos los que permiten hacer unas u otras cosas ofensivamente. Nosotros somos un equipo de transición, reactivo. No podemos ser proactivos porque, a poco que nos presionan, tenemos muchísimas dificultades con el balón. No pasa nada porque para mí también fue un aprendizaje manejar otras armas e intentar sacar el máximo provecho de lo que tenemos.
¿Ser un equipo de transición es lo contrario a ser ofensivo?
No, pero si juegas con una línea de cinco pareces el entrenador más defensivo del mundo. Si uno de esos cinco se llama Bili, al que a veces hay que echarle una cuerda para cogerlo, o Pablo, al que hay que recordarle que hay que volver, en muchas situaciones se defiende con tres y no con cuatro. Entiendo que hay propuestas mucho más vistosas, pero también tiene mejores muñecos. No hay más.
A pesar del descenso, ¿se va con la satisfacción del trabajo bien hecho?
Me voy con la satisfacción del trabajo, pero no con la del trabajo bien hecho. Ni en esta temporada ni en la anterior, el equipo ha dado lo que tenía que dar. Estamos dando un nivel aceptable ahora, cuando no hay presión. Hubo dinámicas de las que no fuimos capaces de salir pero por falta de acierto en el área contrario y no de competitividad. El equipo tiene ocasiones y nunca tira para fallar. El gol vale dinero, pero vale dinero en Tercera, en Primera, en la Champions y en cualquier categoría.
¿Le queda alguna espina clavada?
Sí, la de no dejar el equipo en Tercera División.
El Paiosaco me hizo recuperar la ilusión por entrenar
La relación entre el Paiosaco y Juan Riveiro ha trascendido lo deportivo. El trato en los últimos años ya era personal.
En más de 6.000 días, ¿qué le ha dado el Paiosaco a Juan Riveiro?
La primera, la ilusión por volver a entrenar. Cuando salí del Depor me fui al Arteixo. Lo pasé mal porque era un club complicado, pero estuvo bien: fui el coordinador, entrené el Cadete de Liga Gallega y tuve que sustituir al entrenador del Juvenil, algo que nunca entenderé. Para prescindir de un entrenador de base que trata bien a los jugadores, que trabaja y que tiene idea de fútbol, muy bueno tiene que ser el club para poder fichar un recambio; es una filosofía que yo no comparto. Todo lo que rodeaba al club fuera del aspecto deportivo no era de mi parecer. Recibí la llamada del Paiosaco y recuperé la ilusión por volver a entrenar. La ilusión y las preocupaciones. Me encontré una directiva y un equipo muy receptivo. El Paiosaco me ha dado más buenos momentos que malos.
¿Y Juan al Paiosaco?
Estructura en el fútbol base, sección en la que también participamos, con Jesús como cabeza visible, en los primeros años. Y también estructura en el primer equipo aunque el club no tenga el potencial económico de otros: tenemos una cámara que es la envidia de la categoría y tenemos un cuerpo técnico en el que no falta de nada, incluido un fisioterapeuta en el día a día y en los partidos. Dejamos una buena herencia, sin perder la esencia de club familiar que trata muy bien a los jugadores, para el entrenador que llegue. En el último año y medio perdimos los viernes de cobro y churrascada, que ayudaban mucho a hacer grupo aunque la gente no lo crea. En la ‘post churrascada’ se arreglaban pequeños problemas que distorsionan la marcha de un colectivo.