Ganó al fin el Leyma Básquet Coruña, que sumó la sexta victoria de la temporada cuando le quedan siete partidos por jugar y una distancia de cuatro victorias por recortar para salir del descenso. Al menos ya no es colista tras superar al Granada (93-89) y remontarle el basketaverage porque en la capital andaluza la victoria local fue por tres puntos. Al final todo fue una bendita agonía.
El Básquet Coruña se abocó a un partido de pico y pala, huérfano como se quedó de sus mejores talentos. Heurtel vio el partido desde una esquina. El club informó de que sigue con las mismas molestias que le impidieron alinearse hace dos semanas en Málaga. A su lado estaban Lima y Núñez. Lo peor ocurrió mediado el segundo cuarto cuando Diagne se cayó encima de la rodilla izquierda de Thompkins y el americano se largó disparado de la pista para echarse en el suelo en la antesala del vestuario. Ya no regresó a la pista. El primer diagnóstico apunta a un esguince de ligamento lateral interno en la rodilla izquierda, pendiente de pruebas que confirmen si todo se queda ahí. Al menos el jugador pasó por la ducha y regresó al banquillo en el tercer cuarto para ver el resto del partido y animar a sus compañeros.
Entre tantos avatares, el equipo trató de agarrarse al partido con sus armas, que ya se sabe que no son precisamente las defensivas. El Leyma es un equipo pinturero y a ratos gustoso para atacar. Encuentra soluciones porque mueve bien la pelota y hay calidad, pero atrás no rasca. Por eso toda la colección de highlights que hizo durante el primer cuarto, con Taylor a los mandos, no le sirvió para despegarse en el marcador, más bien para pelear por una trabajada paridad tras los diez primeros minutos (21-21). Se abrochó el equipo a la producción de su pequeño base, también a la aportación del infravaloradísimo Lundqvist, que encendió al Coliseum con un mate tras contragolpe que animó un cotarro un tanto mustio. Hubo un ambiente mohíno en todo lo que rodeó el partido y contra eso también jugó el Básquet Coruña, avivado para atacar, premioso para taparse.
Con todo, llevó el partido hacia su terreno en un segundo cuarto en el que se ancló a la aportación reboteadora de Diagne para liberar riendas y salir al galope. El senegalés no pisó la cancha hasta que se habían jugado catorce minutos de partido. Su ingreso coincidió con una leve escapada del equipo en el marcador (30-24). Ocurrió que llegó un inesperado invitado, Aleix Font, que anotó nueve puntos consecutivos en su mejor performance de la temporada.
Encontraron los naranjas soluciones que le abriesen vías para anotar y se sobrepusieron al golpe de la lesión de Thompkins, que llegó con 32-28 a favor en el marcador. Barrueta y, sobre todo, Burjanadze lideraron al equipo en ese momento. El cubano anotó el triple que disparó el marcador hasta el 40-32, la máxima ventaja local hasta aquel momento, ya en la recta final del segundo cuarto que murió con un 45-40 en el luminoso.
El regreso confirmó que el equipo que adiestra Diego Epifanio había tomado el camino de la victoria. Estaba más acertado en el triple que de costumbre y abusó menos de ese tipo de lanzamientos, no fallaba tiros libres, y a poco que se aplicó en defensa empezó a sentirse dominador. Burjanadze le dio alternativas que hacía tiempo que no ofrecía. Las ausencias le permitieron cambiar de rol al georgiano, que una vez más dio la cara por el equipo. El Coliseum se quitó la melancolía de encima y fue al mismo paso. El marcador se disparó hasta una ventaja de 17 puntos (64-47) tras un triple de Scrubb. Para entonces Burjanadze ya era el máximo anotador del partido, a la altura del finlandés Valtonen, que trataba de sostener a Granada. Ocurrió entonces algo jamás visto esta temporada: el rival se comió dos posesiones consecutivas sin poder tirar a canasta. Pablo Pin detuvo el partido tras el triple de Scrubb y sus chicos empezaron a trabajar la zona en ataque. Quisieron regresar por ahí al partido y rebajaron la desventaja hasta los diez puntos que incluso fueron más cuando la bocina liquidó el tercer cuarto (71-59).
El último acto empezó con mambo, Diagne se desahogó con un mate que casi manda al suelo la canasta y acto seguido colocó un tapón estratosférico antes de emitir un rugido. Ahí estaba el Básquet Coruña para defender aquel tesoro de doce puntos. Un error del italiano Visconti en el triple y el acierto posterior de Scrubb, que hizo un partido excelente, volvió a ampliar la ventaja (78-62) con menos de siete minutos por jugar. Pero había que matar el partido. Barrueta tuvo un triple para dejarlo catorce arriba con cuatro minutos y medio por jugar, pero lo escupió el aro y en el contragolpe fue Valtonen el que anotó de tres para dejar la ventaja en ocho (84-76). Epi mandó parar y en el regreso Lundqvist se fue hacia el aro con decisión y anotó tras validación arbitral en el video. Valtonen falló el triple siguiente cuando Pablo Pin ya estaba hecho un basilisco. Se ganó la técnica, pero cambió el partido. Noua anotó dos triples consecutivos y Granada se puso cinco abajo con tres minutos y medio por jugar.
Granada volvió a buscar a Noua, que falló el triple que les dejaba a dos. Burjanadze también marró y a Ubal no le tembló el pulso en la línea de tiro libre (87-84). Tampoco a Valtonen después de canasta de Huskic. El final fue una apoteósis de imprecisiones y despropósitos hasta que el serbio se fue a la línea de tiros libres y anotó dos que dejaron la ventaja en un 91-87 con catorce segundos por jugar. El parcial, aún con esos dos puntos, era de 9-21. Granada hizo su trabajo y llevó el final a la línea de tiros libres, pero Taylor tampoco dudó, el equipo apretó los dientes y se llevó el partido