Ya de por sí el rival en los octavos de final de la Liga de Campeones, el Chelsea, es exigente para el Atlético de Madrid, que compite mañana contra él y las circunstancias en Bucarest, lejos de su territorio, mermado por las bajas, en duda por los resultados y enfrentado con la adversidad.
Si hay un momento que probablemente no habría elegido el equipo rojiblanco para ponerse delante de nuevo de su anhelo más fuerte, la Champions, sería este, sobre todo porque lo dirige a jugar fuera de su fortaleza del Wanda Metropolitano, donde perdió con el Levante el sábado, sí, pero donde acumulaba 447 días invicto hasta entonces.
La pandemia y las consiguientes restricciones para la llegada de ciudadanos procedentes del Reino Unido a España para contener la propagación de la cepa británica de la Covid-19, prorrogadas hasta el 2 de marzo, le privan de su refugio, su lugar más confortable, donde ha batido al Liverpool (1-0), el pasado curso, o a la Juventus (2-0), hace dos, en sus dos precedentes en esta misma ronda.
Es una desventaja, porque ahí solo ha caído en seis de sus 91 encuentros oficiales, por mucho que el Chelsea haya sido uno de los vencedores en ese campo (1-2 en 2017-18, en el primer duelo de Champions en ese recinto), porque ha marcado 157 goles, porque terminó imbatido en 55 encuentros y sobre todo porque el partido se vuelta se jugará en Stamford Bridge, el campo del conjunto ‘blue’.
El cuadro rojiblanco tendrá cinco bajas que limitan las posibilidades de Simeone, sobre todo en el lateral derecho, donde no están ni Kieran Trippier, sancionado, ni Sime Vrsaljko, con molestias, ni la alternativa a ambos, Yannick Carrasco, lesionado.
Y tienen una influencia capital en el Atlético, sobre todo porque Simeone ha reubicado ahí a Marcos
Llorente, un recurso indudable en cualquier parte del terreno.
Enfrente, el cambio Lampard-Tuchel ha salido bien al Chelsea, que no conoce la derrota bajo el mando del alemán. El equipo ha pasado de ser noveno a pelear seriamente por las posiciones de Liga de Campeones y en los siete partidos en los que ha estado Tuchel en el banquillo el Chelsea ha ganado cinco y empatado dos.
El cambio de dibujo, del 4-3-3 al 5-2-1-2 ha dado solidez defensiva a un equipo que ha encajado solo dos goles en esta nueva etapa, pero al que, eso sí, le falta gol.