Con el acierto de Messi y Luis Suárez y las paradas de Ter Stegen, el Barcelona sacó adelante su visita al Slavia de Praga, un rival valiente e incómodo, que le complicó la vida en la tercera jornada de la fase de grupos de la Liga de Campeones.
‘Slavia till we die’. Así decía el gigantesco mosaico, a base de pancartas rojiblancas, desplegado por los hinchas del Slavia para recibir a los equipos en una noche templada en Praga.
El Barça, experto en manejarse con soltura en esos escenarios, logró poner el partido de cara en los primeros compases. Aún no se había cumplido el tercer minuto cuando el conjunto barcelonés sacó rédito a la presión de Lionel Messi en tres cuartos de ataque. El argentino se apoyó en Arthur y remató la jugada con un disparo en el área que acabó ene l fondo de la red.
El tanto no redujo la intensidad de los cánticos de la hinchada checa, que abarrotó el graderío (20.800) y que siguió empujando a los suyos para intentar mantener alta la presión.
El Slavia, a la altura de su público, salió contestón. No se amilanó, no acusó el golpe, se levantó y atacó. En la primera parte solo las paradas de Ter Stegen, alguna soberbia, lograron contener el empuje del equipo de Praga.
Los locales gozaron de hasta tres ocasiones claras para empatar, pero en todas ellas el guardameta alemán del Barcelona evitó la diana.
El gol del Slavia llegó tras el paso por el vestuario con una subida del lateral izquierdo, Boril, para poner fin al bloqueo de Ter Stegen. Era el minuto 50.
El Barcelona respondió casi de inmediato, en solo ocho minutos, con otro tanto, en propia puerta de Olayinka tras disparo de Luis Suárez, para aplacar al equipo checo. El partido fue de ida y vuelta en los últimos instantes, en los que el Barça perdonó y el Slavia lo intentó con todas sus fuerzas.