Laura Buelmo era una joven profesora zamorana que el destino la llevó a la localidad onubense de El Campillo. Era su primer trabajo. Recién llegada, sin tiempo aún para relacionarse, solía salir a correr sola, hasta que un desaprensivo se cruzó por desgracia en su camino. El final ya lo conocemos todos. El crimen de Laura sería el hartazgo definitivo para todas esas mujeres que se vieron reflejadas en ella, que se hartaron de salir a correr con miedo, no poder desarrollar su pasión si era de noche, hartas de correr siempre con desconfianza, a mirar continuamente hacia atrás, fue la gota que colmó el vaso.
Con motivo de la carrera nocturna de A Torre se organizó una caminata bajo el lema #querémonosvivas. Quisimos testar la opinión del grupo de mujeres que forman la Mochila del Deporte, el equipo capitaneado por Elena González que entrena cada día en horario nocturno mayoritariamente y que aglutina a un gran número de mujeres que les encanta el deporte, que les encanta correr y que quieren correr libres y sin miedo. En las carreras están seguras y arropadas, pero no siempre es así. Nos cuentan en primera persona sus experiencias, sus miedos, sus vivencias cuando salen a correr de noche. Se están dando pasos, pero queda mucho, mucho que hacer, mucho que avanzar, mucho que educar.
Elena González
“Llevo 30 años corriendo, muchos de ellos por las calles de A Coruña o zonas cercanas. No hay mucha evolución porque falta educación. Se escuchan los mismos comentarios y se tienen las mismas inseguridades. Mi hermana y yo acostumbramos a correr en el Paseo Fluvial del Mero dependiendo de si vamos solas cambian las cosas, dependiendo de la hora y afluencia de la gente también. Dudo que alguno de mis compañeros atletas tengan esos ‘cuidados’. El problema está en la sociedad no en el deporte o el running de forma particular. Entrenamos a mujeres y a niñas y sí que los ‘avisos’ son diferentes dependiendo de en que zonas salgamos a correr”.
Mar Barcón:
“El miedo es una sensación que comienza sin que te des cuenta. Se va colando por las rendijas de tu cerebro, de tus piernas, de tus ojos... Poco a poco, casi sin sentirlo... Te va abrazando de una manera silenciosa y te atrapa hasta que un buen día lo sientes hasta al respirar.
“El miedo se instala, para quedarse. El día que tu madre te advierte “no vuelvas sola, que te acompañe alguien”. Y ya está. Ahí se queda para siempre, condicionando tu vida, tu manera de moverte, de entrar y salir, de hacer deporte, de vivir”.
“El miedo a estar sola, a volver sola de noche, a cruzar un parque mal iluminado, a ese tipo que parece que te sigue, a pasar en medio de una pandilla de chicos, a sacar la llave del portal. Correr con amigas, por lugares iluminados, entre la gente, con el móvil en la mano. El ayuntamiento anuncia ‘rutas seguras’, el taxista esperará que entres en casa, el autobús parará si alguien te acosa... El mundo preparado para defenderte del depredador... Para que te sientas libre, tranquila, sin miedo...”.
“Da igual que vivas en Coruña, en Hamburgo, Ginebra, Albacete o Nueva York. Si eres mujer llevas una vida entera pensando que alguien puede atacarte, acosarte, intimidarte...”.
“Ojalá un día no tengas que correr mirando de reojo, si vas sola, ni volver acompañada, ni correr si se apaga una farola. Ojalá un día todas podamos correr sin miedo”.
Pilar Hermo
“La inseguridad en general que existe actualmente se traslada al deporte al aire libre, lo que muchas veces impide que las mujeres lo practiquen. El hecho de pertenecer a un club como ‘la mochila del deporte’, te aporta seguridad porque lo practicamos en grupo, aunque se echan de menos zonas acotadas para la práctica, para lo que necesitamos la colaboración de las instituciones”.
Sara Pita
“El miedo a correr sola es cambiar las rutas de mis salidas cada día. El miedo a correr sola es tener que soportar palabras, pitidos y miradas que no son correspondidas por mí. El miedo a correr sola no sólo es mi miedo, sino también el de mi familia y amigos”.
“Un día leí la siguiente frase “Nos enseñan a no ir solas por sitios oscuros en vez de enseñar a los monstruos a no serlo”; y no le falta razón. Aunque tenga miedo, esos monstruos no van a conseguir que deje de correr”.
Ana Hermida
“En general, las mujeres que salimos a correr solas lo hacemos con miedo y con muchas inseguridades. Siempre mirando hacia atrás por si aparece o nos persigue alguien. Solemos correr por lugares transitados y con luz. Por supuesto, llevamos el móvil encima. A diferencia de los hombres que corren a cualquier hora y por cualquier lugar sea monte, pistas, asfalto... Y la única preocupación o miedo es que les pueda salir un perro o se pierdan.
Yo animo a todas las mujeres a correr solas o acompañadas, como más cómodas estén, sin miedos ni inseguridades”.
“Nadie nos puede quitar la libertad de practicar lo que nos gusta y de la forma que nos apetezca”.