La selección española puso pie y medio en las semifinales del Europeo tras imponerse a una de las anfitrionas en un encuentro en el que volvió a mostrar su fortaleza mental.
Le costó arrancar a la vigente campeona; a diferencia de anteriores partidos, tardó en adquirir la solidez defensiva que le había permitido contar sus duelos por victorias.
Los problemas no llegaron para ‘los Hispanos’ de los temibles Bilyk y Bozovic, sino del pivote Posch. Ni aun así perdieron su fe los de Jordi Ribera en su sistema, y con razón, ya que bastó que acabasen de calentar sus piernas y brazos para, aprovechando una exclusión de Weber, dar un primer estirón en el marcador (8-5) .
Sin embargo, España no tardó en comprobar que estaba jugando en casa de un rival que no desaprovechó la indulgencia arbitral para acercarse en el tanteador (9-10). Los colegiados acabaron con la escalada de dureza local con la tarjeta roja direct , a los 26 minutos, a Herburger por un golpe en el rostro a Entrerríos, aunque al descanso se llegó con la mínima renta favorable a los de Ribera (17-16).
Defensa decisiva
Diferencia que España logró cuadruplicar (23-19) en el arranque de la segunda mitad, con el paso a una defensa 6:0 que acabó por hacer descarrilar al ataque austríaco.
Con su portería a buen resguardo y sin temor ya a conectar con sus pivotes, que no debían temer por los agarrones locales, los de Ribera fueron rebajando poco a poco las pulsaciones al conjunto local, que, sin poder jugar a toda velocidad, acabó desinflándose.
A cada fallido lanzamiento de Bozovic, que quiso remontar él solo, respondió España con calma, talento y eficacia (25-20). Una renta que el conjunto español ogró mantener hasta el final. Y eso que Austria pareció disponer de una última oportunidad de reengancharse al partido con la doble exclusión, Maqueda y Aleix Gómez, a ocho minutos para el final.
Ni por esas se dejaron arrebatar el triunfo ‘los Hispanos’, que alcanzarán matemáticamente las semifinales si vencen mañana a Bielorrusia.