Faustino Sáez (Madrid, 1979) es una figura imprescindible en el periodismo de baloncesto en este país, de perfil bajo pero una pluma elegante. Llegó a la sección de deportes de El País en 2010 y cubrió la información del Real Madrid durante las once temporadas de la era Laso, incluido el título de la Copa del Rey que el equipo blanco conquistó en A Coruña en 2016. De la relación con el técnico salió el libro Pablo Laso. Ganar para contarlo.
Además narró durante años los éxitos de las selecciones españolas masculina y femenina en Europeos y Mundiales. En la actualidad escribe en la revista Gigantes del Basket, es analista de Play Basket en la Cadena SER y colabora con el programa Colgados del Aro, combinando esa imagen de periodista serio y riguroso con otra más relajada, mezclando el humor con reflexiones vitales que le han tocado la fibra a más de uno.
El domingo se cumple una vuelta de la epatante victoria del Básquet Coruña contra el Real Madrid en el primer partido en la historia del club en la Liga ACB. ¿Cómo lo recuerda?
Si hay que escribir una historia para el debut del Básquet Coruña probablemente no saldría mejor. Fue un comienzo muy bonito para el proyecto: ante el campeón, con una canasta ganadora, en casa y delante de 9.300 espectadores… Un final de cuento. Lo más bonito fue el ambiente general, que se transmitía incluso a los que vimos el partido por televisión.
¿Le ha sorprendido la respuesta masiva del público en una ciudad tan futbolera?
Hay muchas ciudades que no son de fútbol o de baloncesto, son de deporte, y A Coruña me da esa sensación desde que en la década de los 90 el rey era el SuperDépor. Es una ciudad con ganas de vivir el deporte de élite y en este caso se lo ofrece el baloncesto. Es verdad que el Básquet Coruña es un proyecto relativamente joven, pero llevaba muchos años jugando playoffs de ascenso y a las puertas de la ACB. Era fácil prever que cuando se diera ese salto se engancharía mucha gente, de esa que sabía que había un reducto de deporte de élite para la ciudad. Ojalá dure muchos años.
En el Básquet Coruña hay material, talento y personalidad de sobra para que logre la permanencia
Empieza la segunda vuelta con el Leyma en la última posición de la tabla, ¿qué crees que necesita para salir de esa situación?
Da la sensación de que la apuesta del proyecto pasa por los fichajes de Thompkins, Lima o ahora el refuerzo de Heurtel. Son jugadores expertos y con mucha experiencia, pero que siempre han estado en grandes vestuarios. Hay que comprobar cómo cuaja eso en momentos difíciles en un vestuario más modesto. Material, talento y personalidad hay de sobra para que el equipo salga de esa situación y logre la permanencia, pero el nivel de la ACB es altísimo. No va a estar nada fácil.
Habla de Heurtel, Lima y, sobre todo, Thompkins, tres exponentes en el Real Madrid de Pablo Laso que tan bien conoce.
Lima fue un refuerzo que llegó en un momento de muchas lesiones y recuerdo que estaba en la foto del equipo que ganó la Copa del Rey en A Coruña. A Heurtel y Thompkins se les asocia tristemente con aquel episodio de la última temporada de Laso en la que los dos fueron apartados. Heurtel confundió un poco su rol y su estatus. Creo que tenía que haber llegado después de aquel conflicto con el Barcelona y lo del aeropuerto. Su fichaje se ejecutó en diferido y ya no era el momento. Creo que por eso no funcionó.
Thompkins jugó siete temporadas y ganó 13 títulos de blanco. Merece un aparte.
Es uno de los símbolos de lo que fue aquel equipo, que estaba basado en un núcleo de grandes jugadores nacionales y en la paciencia con fichajes como él, que acabaron dando muy buenos resultados. Tenía mucha clase y en Madrid se le trataba como un tipo especial. Por lesiones o problemas personales siempre retrasaba su llegada al equipo, pero se le esperaba porque aparecía en los momentos clave de la temporada, como en aquella Euroliga de Belgrado que ganaron con un palmeo suyo. Unas veces te desesperaba y otras te deslumbraba. Eso fue lo que le hizo permanecer durante mucho tiempo en el Real Madrid. Lo que nos queda por ver es si es capaz de proyectar esa jerarquía y experiencia en un vestuario heterogéneo como el del Básquet Coruña, con una mezcla de jóvenes y veteranos de muchas nacionalidades, y con un entrenador que ya tuvo su experiencia en la élite con San Pablo Burgos, pero que no le dejaron tener continuidad. Hay que ver cómo mezcla la coctelera en estos tiempos difíciles.
Thompkins estaba precisamente lesionado en aquella Copa del Rey de A Coruña en 2016, ¿Qué recuerdos guarda de aquella experiencia?
Juan Luis Cudeiro [director de DXT Campeón] fue mi anfitrión y yo el paracaidista que llegué allí para cubrir el torneo. Recuerdo que entrevistamos a Aíto García Reneses [entonces entrenador del Gran Canaria] en el descanso de un partido, el peor momento posible. Gracias a poder trabajar a cuatro manos sacamos aquello adelante: la entrevista, la crónica… Fue un poco locura. Deportivamente, la Copa en A Coruña llegó una temporada después de la histórica epopeya del Madrid que ganó todos los títulos en un mismo año. Era un equipo al que le tocó sufrir porque después de esa apoteosis siempre hay una distensión en el vestuario y además se acumularon varias lesiones. La Copa fue un punto de inflexión.
El penalti de Djukic es una de las frustraciones más grandes en la historia del deporte, pero afortunadamente hubo revancha
Hablemos de fútbol. Le tocó crecer con la irrupción del SuperDépor. ¿Qué significó para un chico de Madrid ver a un equipo pequeño codearse y ganar a los grandes?
Fue el equipo de media España porque en aquellos años, después de las dos Ligas que el Madrid perdió en Tenerife, asumió el contrapoder del Barcelona de Cruyff. Fue una historia de cuento, la del equipo humilde que llega a pelear por todo, y además tenía referentes muy entrañables: Arsenio Iglesias, un perfil que todo el mundo apreciaba y respetaba, o Bebeto y Mauro Silva, que además de ser grandes jugadores tenían elegancia y deportividad.
Una historia de cuento pero sin final feliz…
El penalti de Djukic es una de las frustraciones más grandes en la historia del deporte, pero afortunadamente hubo revancha años más tarde, también con otra figura peculiar como la de Jabo Irureta. Lo que queda es la imagen de un equipo muy especial que se abrió paso en el corazón de todos los aficionados.
¿Cómo percibe al Dépor actual, el de los años en el fango y el ruido constante a su alrededor, como con la precipitada y dramática salida del ídolo Lucas Pérez?
Lo que nos llegan ahora son historias humanas de un equipo que pelea contra su propio destino para volver a ser lo que fue en su día. Ha sido víctima de lo rápido que va el deporte y de como, si no se hacen las cosas bien, grandes proyectos pueden llegar a pasarlo muy mal y perderse en las profundidades de nuestro fútbol. Desde fuera lo veo como a un equipo que, si llega a Primera, tiene todo el potencial para volver a ser una referencia, por su historia, por el estadio y, sobre todo, por el impulso de la afición, pero lo difícil es salir de esa travesía del desierto. Tan cerca y tan lejos.
El Dépor tiene todo el potencial para volver a ser una referencia, pero lo difícil es salir de esa travesía del desierto
Defienda la profesión en estos tiempos convulsos para el periodismo: clickbait, fake news, polarización…
Estamos fastidiados. Hay poca gente que resista ante la presión de lo que tenemos ahora. Y lo que tenemos ahora son gestores que están desnaturalizando el oficio, por encima incluso de su crisis estructural. Se ha colado demasiada gente que ha vivido del ensayo-error. Vendieron que internet pasaba por ser la salvación, pero todavía no han sabido materializarlo y convirtieron la desaparición del papel en una profecía autocumplida, porque lo están degradando y descuidando. Es muy complicado resistirse a la presión del SEO, que elige un titular peor que el que pueda generar la inteligencia artificial, o a la presión de los jefes, que te obligan a hacer noticias de consumo rápido en lugar de reportajes en profundidad buscando más pinchazos que prestigio. El periodismo está perdiendo el sentido de servicio público por las decisiones de los propios medios. La estupidez natural nos puede arrasar antes que la inteligencia artificial. En el medio está el periodista, al que antes se le juzgaba por lo que valía y ahora se le señala por lo que cuesta.
Dijo no hace mucho que sentía nostalgia de escribir las crónicas de la Euroliga.
Es cierto que he perdido esa adrenalina del día a día, de la crónica de última hora… Pero escribo en Gigantes del Basket desde hace dos años y eso me permite seguir haciendo reportajes, entrevistas y estar en contacto con grandes deportistas. El periodismo de baloncesto es un mundillo que se está convirtiendo en un reducto en el que todavía quedan compañeros a los que admiro y gente muy digna a la que leer y seguir.
¿Colgados del Aro también llena ese vacío?
Colgados es como una ventana aparte para hablar de una manera más distendida, con el baloncesto como excusa, de todas las cosas que nos preocupan y que ya no hay muchos espacios para decirlas. Es un programa especial y muy bonito que no se hace en otros deportes. La naturalidad sin grandes pretensiones es un gran valor en tiempos de impostura.