Se acaba una semana en la que nos hemos pegado un buen empacho de homenajes, fiestas y, sobre todo, mucha nostalgia. Han sido hasta cuatro homenajes a futbolistas que en su día hicieron época en el Deportivo y que bien merecidos se tienen estos reconocimientos.
El primero fue el de Scaloni. Y puede que sea uno de los más merecidos de los cuatro ya que el argentino jamás pudo despedirse de Riazor como merecía. Recordemos que en la Navidad de la temporada 2005-2006 fue cedido al West Ham tras alguna que otra discrepancia con el entrenador Caparrós y que en el verano de 2006 se le dejó sin dorsal y se le rescindió el contrato. Hoy ha vuelto como campeón del mundo y de América y superando muchas reticencias en su país cuando fue nombrado seleccionador.
Fue campeón de Liga, Copa y Supercopa en el Deportivo y bien merecida se tuvo la ovación que le dimos los que estábamos en Riazor el martes pasado. Para el recuerdo me quedo con las cuatro veces que golpeó el césped de Riazor en señal de la emoción que sentía en ese momento tan especial para él. Luego repitió ovación, cánticos y pancarta cuando dio el pregón (lo de la alcaldesa presentándole como Leo Messi lo vamos a dejar en anécdota, aunque ya le vale) y recordó lo alterado que estaba aquel mes de mayo de 2000 en ese mismo balcón. A fe que lo estaba. Hoy es un hombre más maduro, qué duda cabe.
En cuanto a Mauro y a Bebeto, ellos sí que pudieron despedirse en su día en el campo. Bebeto lo hizo en la última jornada de la temporada 95-96 en Riazor frente al Barcelona y marcando dos goles. Fue un partido sin nada en juego y donde el brasileño mostró una camiseta dedicada a los Riazor Blues en el momento de ser sustituido. Unos Riazor Blues que obviamente no son los de ahora. Es más, posiblemente muchos de los de ahora ni habrían nacido en ese año 1996. Pero eso da lo mismo. A Bebeto y a Mauro se les pueden hacer homenajes mil veces en los próximos años y siempre se llevarán el aplauso de Riazor. Y es que fue mucho lo que nos dieron. Muchísimo. Y si se me permite, nadie nos dio tanto como Mauro Silva. Para mí, el más grande.
Y ayer, por fin, se pudo despedir sobre el césped alguien a quien le ha tocado vivir el barro. Álex Bergantiños ha jugado en el Nou Camp y ha marcado, ha jugado en el Bernabéu, ha visto ascensos, descensos, salvaciones milagrosas… pero también ha sabido quedarse en casa cuando hemos caído al pozo. Y hasta sufrió una denuncia falsa que quedó vergonzosamente impune. Hubiera sido una pena que después de todo lo que ha vivido de blanquiazul se hubiera retirado de los terrenos de juego el día de la triste eliminación en Castalia. Menos mal que no ha sido así.
Y del Teresa Herrera poco que decir. Ayer sirvió para todos estos homenajes y despedidas que a muchos deportivistas nos hizo ver lo necesitados que estamos de dar cariño.
Nos tenemos que traer a nuestros campeones de los 90 para que podamos aplaudir a rabiar y demostrar que si se nos quiere un poquito nosotros tenemos cariño para dar y tomar. Y es que hay futbolistas que nunca nos olvidaremos de ellos por muchos años que pasen. Sobre todo los que hemos tenido la inmensa fortuna de verles jugar.
En cuanto al rival, iba a ser el Bragantino, por aquello de homenajear a Mauro, pero he aquí que nos traen al filial y que encima ahora ahora se llama Red Bull al principio por aquello de que son los que ponen la pasta. Una pena para lo que ha quedado el Teresa Herrera. Pero bueno, teniendo en cuenta la de filiales que vamos a tener en la liga pues igual hasta nos viene bien como partido de preparación.