Hace unos días apareció en la prensa nacional la noticia difundida por el diario inglés ‘The Telegraph’, por la cual la Internacional Football Association Board (IFAB), que es el órgano de la FIFA encargado de dictar las reglas de juego, estaba estudiando la posibilidad de añadir una nueva tarjeta para sancionar aquellas faltas menos graves, en las acciones por las que ahora se muestra la tarjeta roja. Dicha información es prematura, en declaraciones de la FIFA, que primero debería ser experimentada en torneos de categorías inferiores, pero la cosa no debe de ser tan prematura, cuando va a ser estudiada en la reunión de su Asamblea General anual, a celebrar el próximo día 2 de marzo.
Las tarjetas amarilla y roja se pusieron en práctica en el Mundial de México de 1970. Su inventor había sido el árbitro inglés Ken Aston, que también ideó el cartelón de las sustituciones, introducido en 1974. Desde entonces, las tarjetas se siguen utilizando sin ninguna modificación, en todas las categorías del fútbol mundial. Todos conocemos, mejor o peor, la aplicación de estas tarjetas: la amarilla, se aplica básicamente por un comportamiento antideportivo, una infracción reiterada, retraso en la puesta en juego del balón, etc. La roja se aplica en conductas violentas o como consecuencia de una segunda amarilla, entre otros casos menos frecuentes.
La tarjeta azul vendría a castigar las faltas tácticas cometidas por un jugador que impida un ataque prometedor, o cuando un jugador le proteste de forma excesiva al árbitro. Esta tarjeta llevaría consigo la expulsión temporal del infractor por un período de diez minutos. Si el mismo jugador recibe dos tarjetas azules, o una amarilla y una azul, será expulsado, como sucede ahora con las dos amarillas.
Después de la aparición del VAR, con sus detractores y partidarios, todavía es pronto para enjuiciar debidamente esta nueva propuesta que tendrá que pasar por la formación a los árbitros y a los jugadores. Lo que sí puedo afirmar es que esta nueva tarjeta, de ser aprobada, no es nada nuevo en los deportes de equipo. Hace más de cincuenta años que se aplica en el hockey hierba con buenos resultados. En este deporte las tarjetas tienen los colores verde, amarillo y rojo, y aunque al principio eran rectangulares como las actuales del fútbol, más tarde y para una mejor distinción pasaron a tener forma diferenciada: triangular verde (2 minutos), cuadrada amarilla (de 5 a 10 minutos) y redonda roja (expulsión por todo el partido). En hockey, el jugador expulsado temporalmente deberá permanecer fuera del banquillo de su equipo, en un asiento previsto al respecto. Lo mismo ocurre con otros deportes como el balonmano, con exclusiones de 2 minutos y a la tercera queda descalificado; el fútbol sala, el rugby o el waterpolo, donde existe desde hace tiempo la expulsión temporal. En el rugby también existe la tarjeta azul, pero con otro cometido. Se usa para avisar de que un jugador o jugadora pueda estar grogui por efecto de un golpe.
La aplicación de esta nueva tarjeta en el fútbol no será un problema económico, como sucede con el VAR que requiere mucha tecnología y mayor número de personal, lo que ha impedido hasta el momento instalarlo en la liga femenina o en las de la RFEF, ya que en este caso se trata de unas simples cartulinas de plástico como únicas inversiones necesarias para poner en práctica esta iniciativa.
El fútbol, como los demás deportes, tiene que seguir avanzando y así lo ha venido haciendo desde que se convirtió en el deporte rey. Con el fútbol televisado, aparecieron los nombres de los jugadores en las camisetas, después la publicidad en las mismas, después las espinilleras obligatorias, los tres cambios, ahora los cinco cambios, etc. etc. ¡Bienvenidas sean las tarjetas azules!