Estábamos todos tan contentos con el ascenso que parecía que nada iba a salir mal. Celebramos el éxito en el estadio, otros lo hicieron fuera, otros lo celebraron toda la noche, los bares hicieron su agosto. Todo iba bien. Tocaba por fin celebrar una alegría que se nos resistía desde hacía ya demasiados años… Y en esto llegó el follón. El equipo no iba a celebrar el ascenso en el balcón del ayuntamiento como era preceptivo. Por lo visto, unas discrepancias entre ayuntamiento y club por el tema del convenio de cesión del estadio provocaron esta situación.
No sé a ustedes, pero a mí la noticia en cuestión me produjo una considerable desazón. ¿Es que no hay manera de poder tener la fiesta en paz? ¿Es que no había otro momento para esto? Llevábamos no sé cuántos años sin una alegría que llevarnos a la boca y ahora nos salen con esto. A mí al principio me recordó a las viejas guerras ayuntamiento-Deportivo de las épocas de Paco Vázquez y Lendoiro. Esas guerras en las que una parte de la ciudad se ponía del lado del alcalde, otra de parte del presidente deportivista y casi todo el mundo se ponía de parte del sentido común y simplemente pedía que se pusieran de acuerdo ambas partes. Bueno, pues más o menos ha sucedido ahora lo mismo.
Es posible que el Deportivo no haya estado acertado al no acudir al ayuntamiento a celebrar desde el balcón el ascenso. Es posible que la alcaldesa no haya estado afortunada al decir eso de que “no voy a regalar Riazor a un banco”, utilizando peyorativamente el término “banco” y obviando la inyección económica que lleva realizada Abanca en el Deportivo. Es posible que el Deportivo tenga razón cuando dice que ese convenio ya tenía que estar acordado y firmado. Es posible que la alcaldesa tenga razón cuando alude a ciertos aspectos de la propuesta del Deportivo con los que no está de acuerdo (a mí eso de eliminar la cláusula que dice que la sede del club tiene que estar en la ciudad me dio muchos escalofríos). Es posible todo esto y muchas cosas más, pero lo que a mí me ha dejado más perplejo es que al final la solución haya sido “oye, ¿y si dejamos todo como está y lo firmamos otros 25 años?” Sinceramente, para acabar haciendo un corta y pega del convenio anterior (que, por otra parte, me parece muy bien) ya nos podían haber evitado todo este follón.
Al final tendremos celebración en María Pita. Será el día 25 tras el partido ante el Real Unión. Pero va a ser una celebración en diferido, que no es lo mismo. Como los goles que te anula el árbitro y luego te los da el VAR, que no se celebran igual. Lo suyo hubiera sido al día siguiente del ascenso. Pero no pasa nada, vamos a disfrutar todo lo que podamos, que hay ganas para ello. Aunque tampoco podemos olvidar que cuatro días después tendremos en Riazor el partido de ida de la final de campeones ante el Castellón. Y a mí me apetecería ser campeón de la categoría, sinceramente. Que ya que nos hemos tirado cuatro años sufriendo la Primera RFEF que por lo menos nos vayamos a lo grande.
Y por favor, no nos den más disgustos. Las cosas se pueden arreglar de otra manera. Y no montando este follón absurdo.