Las sensaciones y las heroicidades
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Las sensaciones y las heroicidades

Las sensaciones y las heroicidades
Ximo

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Cayó Ximo, literalmente, y su batacazo le duele a todo el deportivismo. El equipo pierde durante las próximas semanas a uno de sus pilares y parece que todo se complica un poco más porque Escudero, el otro experto lateral del equipo, se ha pasado casi todo el año en blanco y Obrador también está lesionado. Los contratiempos son parte de la vida y también del fútbol, claro. La capacidad para resolverlos es un valor que marca diferencias. Y para hacerlo ayuda tener criterio propio. El lunes transcurrió entre la cla blanquiazul entre varios debates, pero el más futbolero tenía que ver con la evaluación del partido del pasado domingo. Se trataba de discernir si el Deportivo jugó uno colosal o por el contrario firmó una actuación que no pasó de correcta. Así son estos extraños tiempos en los que llueven invitaciones a dudar de lo que ven tus propios ojos.


Llegamos al punto en el que una cosa es lo que vivimos y otro el relato. Se ha dado un paso adelante. Siempre hubo, hay y habrá quien quiere controlar las informaciones. Ahora de lo que se trata es de dirigir la realidad. En la voluntad de cada cual está la capacidad de rebelarse contra ese tipo de dictados. ¿Usted vio el partido del domingo? Pues ya sabe lo que allí ocurrió. Los datos pueden arrojar luz: el Deportivo remató diez veces, tres veces entre palos y marcó dos goles, le remataron doce, cuatro para obligar a Helton y le marcaron dos; el equipo de Gilsanz juntó más pases que el rival y dio más en campo contrario. Pero lo que realmente alumbra opiniones y estados de ánimo son las sensaciones. Las mías fueron las de que el Cartagena llevó el mando y obligó a restar al Dépor, que pudo jugar mejor ante un rival muy debilitado.


Las sensaciones son muy personales y más en el fútbol porque cada uno lo vive a su manera y desde sus recuerdos y emociones. Hay casi unanimidad en explicar que la acción de Ximo sobre Ortuño se resuelve con tarjeta roja, “juego brusco grave”, le llaman. Yo vi una acción fortuita, alevosa, peligrosa lógicamente, pero sin daño aparente para el rival (no tenemos noticias de que se haya lesionado, de hecho siguió jugando). Toda la vida fue amarilla, agua milagrosa y a jugar. Pero el fútbol moderno se posiciona del lado de los más impresionables. Debo estar equivocado, ojo, porque casi todo el mundo me explica y me pondera que es roja. Voy mayor.


Tampoco los números me ayudan a explicar el fútbol, prefiero las percepciones empíricas. Lo que vi en Riazor fue un equipo que lógicamente se apostó a la contra y no consiguió engranar esa idea hasta bien entrada la segunda parte. La entrada de Mella en el partido ayudó, también la excelente labor de Mario Soriano como pasador. Y cuando el Cartagena se adelantó dos veces vimos a un combo corajudo y orgulloso que se fue a por el empate. Y al final, incluso con la igualada, a por la victoria.


¿Heroico? También puede considerarse heróico hacer un periódico cada día (y más en papel en los tiempos que corren), pero es el trabajo de todos los que firmamos aquí.

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