Hace unas semanas se escribía estas mismas líneas que el Deportivo era ese club en el que “siempre pasaba algo”. No logra escapar de ese mal fario el conjunto blanquiazul, que le dio el placer de revivir la tan recordada tarde ante el Extremadura a todos los que en 2020 no habían podido estar en Riazor debido a la pandemia.
Todos los ingredientes se dieron cita. Equipo desahuciado, expedición llena de jugadores de la cantera por las bajas... y la guinda de una expulsión cuando muchos de esos aficionados que acudían a celebrar lo que parecía una victoria segura no se habían sentado todavía en su butaca. Faltó un detalle. Un único detalle, pero que puede ser la diferencia entre que esta temporada no termine como aquella.
El desempeño del equipo no hace pensar que vaya a ser necesario mirar durante tanto tiempo al abismo, pero la serenidad que tuvo el equipo para sumar el punto que se escapó en la fatídica tarde frente a los de Almendralejo es más importante de lo que pueda parecer. Es lo que permite aumentar la distancia con el renacido Eldense, que sigue marcando el descenso, a siete puntos. Es lo que permite, con el golaveraje perdido ante los del Nuevo Pepico Amat, tener dos vidas extra en los diez partidos que quedan para el final del campeonato. Es lo que hubiera permitido no haberse ido a Primera RFEF.
Agrandar el botín con puntos siempre es buena noticia. Más en uno de esos días en los que Don Fútbol asomaba por la puerta. Cuando baje la polvareda, quedará que el Deportivo va por buen camino aprendiendo a escapar, aunque por poco, de estas ‘Deportivaciones’ tan suyas.