No me gusta el VAR
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17º-23º

No me gusta el VAR

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Muresan Muresan señala la revisión por parte del VAR en una jugada durante el partido entre el Mirandés y el Dépor. Foto: Fernando Fernández

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No me gusta el VAR. Lo pondría en negrita, subrayado o incluso aumentaría el tamaño del caracter. Sin paños calientes. El videoarbitraje aterrizó en España en 2018, parece que fue ayer, pero ya nos lleva acompañando desde hace un par de años. Llegó, según anunciaban, para hacer más justo el fútbol, para alcanzar a donde el ojo humano no veía a la hora de tirar las líneas en los fueras de juego, para terminar con la picaresca de las simulaciones. Siete años después, lejos de ser la panacea para mí la ha quitado toda la frescura al fútbol que, ávido de ritmo y velocidad, se ve ralentizado por sus múltiples interrupciones. Una revisión, una llamada a la pantalla, un chivatazo al pinganillo... 

 

El espectáculo, que no siempre es gustoso sobre el verde, transcurre una y otra vez a trompicones. Ya no hay que recurrir al ‘otro fútbol’ para parar los partidos, coger aire y cortar el ritmo de juego. Ahora el VAR se ocupa de eso, convirtiendo muchos encuentros en un espectáculo aburrido y que acumula parones. Solo así se explica que ahora tengamos tiempos añadidos que casi parezcan prórrogas. 

 

Manos y penaltis a parte, porque el criterio de señalización es a la carta y no me llegarían cinco columnas para manifestar mi hartazgo, lo que más me enerva es el tema de los goles. Las celebraciones, quizá lo más espontáneo del fútbol (con permiso de Cole Palmer y su patente), ahora incorporan el freno de mano. No vaya a ser que no sea. Y si la diana va a revisión hay que contener la euforia a veces por espacio de varios minutos hasta que el árbitro sentencia. Celebraciones en diferido en un fútbol para mí, con el VAR, ha perdido en viveza y ha ganado en bostezo.
 

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