Deportivo y Liceo. Liceo y Deportivo. Dos clubes ganadores, dos muestras de ADN competitivo y arraigo en A Coruña. Dos campeones de todo unidos por Lendoiro. Hay muchos más nombres en común, como Dava Torres, capitán liceísta y deportivista de corazón. Hace unas semanas en estas páginas narró uno de sus mejores recuerdos en Riazor: “Lo primero que me viene a la cabeza es el Dépor-Celta de 2011. Teníamos el partido controlado, pero Orellana metió un golazo al final. Había sido un bajonazo y justo después metió Lassad, hubo como una estampida, fue una locura”.
Leo a Dava de madrugada. Estoy en cama conectado a un amasijo de cables y sensores para comprobar la saturación de oxígeno en sangre y otras cosas de hacerse mayor. Cómo para dormir. Retrocedo 14 años. Yo también estaba aquella noche de noviembre en Riazor, un celtista de mierda camuflado en la zona de prensa. Celebré el gol de Orellana con rabia. Se lo dediqué al periodista que tenía a mi lado. Y él me devolvió el grito con el trallazo de Lassad. Una pequeña victoria: se quedó calvo antes que yo.
La vida siempre te da segundas vueltas. Como al Liceo. El año pasado no se clasificó para la Copa del Rey, una mancha impropia en su trayectoria. Hoy inicia en Calafell ante el Igualada un esperanzador camino en el torneo que ha ganado más veces (diez). “Después de un año fuera llegamos con mucha ilusión, voy con una sonrisa grande y soñando en poder conseguirla”, desea Dava, el capitán del Liceo que anhela otro ‘Lassadzo’.