Hace unos días, mientras en A Coruña se habla de fichajes, de canteranos que se nos van, se nos fue un ángel, ‘Rubio’, un deportivista de corazón.
Un chico joven, alegre, maravilloso y que jugó toda la vida en un equipo de fútbol sala de nuestra ciudad, que es mucho más que un equipo, es una familia (U.D. Libertad).
A Rubio todos lo queríamos, desprendía bondad, tenía una energía especial y, aunque era muy familiar y muy amigo de sus amigos, tenía una gran pasión: el Depor.
Parece que fue ayer cuando empezaste a luchar como un titán contra tu enfermedad y a pesar de todo, nunca dejaste de sonreír, ni de seguir al Dépor por todas partes. Y es que el fútbol para ti era un sentimiento y hasta en tus últimos días fuiste a Riazor a animar a tu equipo del alma, con la ilusión de conseguir el soñado ascenso.
No pudo ser, continuaremos un año más en Primera RFEF, pero lo duro de verdad será no volver a verte. La vida fue muy injusta contigo, te quedaba mucho por vivir aquí y no encuentro explicación, solo sé que en el cielo brillará para siempre una estrella blanquiazul, que nunca te olvidaremos y tu legado será eterno.
También me gustaría darte las gracias de parte de todas las personas que tuvimos la suerte de compartir vivencias contigo, disfrutamos de una persona única y hasta en los momentos finales nos regalaste una lección de vida.
Te despediste pidiéndonos que estuviéramos alegres y a partir de ahora cada vez que el Depor marque un gol y todos canten: “Olelé, Olalá, ser del Depor es, lo mejor que hay”, nosotros cantaremos “Olelé, Olalá, nuestro Rubio es, lo mejor que hay”.
In memoriam de Rubén Castro Espasandín, ‘Rubio’.