Hay que hablar, inevitablemente, de los Juegos Olímpicos. Ya estamos en ellos y se espera la participación de todo el mundo del deporte, con representación de más de 200 países, excepto Rusia y Bielorrusia, por razones conocidas, a los que el COI no permitirá su presencia como naciones pero sí de sus atletas como representación individual. La mayor preocupación de las autoridades francesas es la seguridad porque siempre hay grupos marginales que utilizan el atractivo de un acontecimiento así para llamar la atención de sus causas, aunque no siempre de manera irreprochable.
Los Juegos Olímpicos siempre se han utilizado como reclamo político. Todos los que peinamos canas recordamos la ausencia de Estados Unidos en Moscú´80, como protesta por la invasión soviética de Afganistán, que contó además con la solidaridad de más de cuarenta países, entre ellos Alemania, Japón o Canadá, aunque no de Gran Bretaña o España.
La revancha llegó en 1984 y la todavía Unión Soviética boicoteó Los Ángeles´84. Se solidarizaron con ella los países de su órbita, como Corea del Norte, Cuba y algún otro. Después, en 1988, Cuba y Etiopía no acudieron en solidaridad con Corea del Norte. Desde entonces, ninguna ausencia llamativa en casi cuarenta años, lo que no está mal dadas las relaciones internacionales entre los países del mundo.
Sin ir más lejos, hace tres años, estábamos festejando los Juegos Olímpicos de Tokio, de cuya ejecución no se tuvo la certeza hasta pocas semanas antes, por culpa del maldito Covid. Las autoridades japonesas siempre fueron optimistas y, finalmente, llevaron a buen puerto el acontecimiento.
Nada menos que 382 deportistas representarán a España en 31 deportes. La mayor participación se la lleva el atletismo (58 atletas), seguido por el fútbol (36) y el hockey sobre hierba (32). Los abanderados españoles fueron Támara Echegoyen y Marcus Cooper Walz.
La competición se desarrollará hasta el próximo día 11 de agosto y en ella se podrán seguir deportes nuevos como el surf o el breakdance, incorporados por el COI con el presumible objetivo de modernizar los Juegos. De la misma manera ha tumbado un deporte tan tradicional como el kárate, que parece no gozar ya del favor de los dirigentes olímpicos, al que se unen el béisbol y el sófbol, más modernos.
Todos estamos dispuestos a ver estos días algún deporte del que sólo tenemos noticias cada cuatro años. Aun así, ¡vivan los Juegos Olímpicos!