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La pregunta de este momento para aquellos que venimos siguiendo de una u otra forma los pasos del Deportivo es la que se hacen todos: ¿qué se puede esperar del equipo esta temporada? No debe preocupar la escasez momentánea de refuerzos –dicen- porque faltan dos semanas para el cierre de la ventanilla. Pero sí hay que observar la calidad de los que llegan, y de ahí parten algunas de las dudas. 


A estas alturas, el que más y el que menos conoce la Segunda División y la proverbial igualdad entre los equipos que compiten en ella. 


Esta dificultad se agrava con la ansiedad que acucia a muchos de ellos, por los años que llevan en la categoría de plata, sin poder salir de ella a pesar de un pasado brillante cada vez más lejano. 
Y cuando decimos esto nos estamos acordando especialmente del Real Zaragoza, una entidad de esplendoroso historial (seis copas del Rey, una Recopa, una Supercopa de España y una Copa de Ferias) y que inicia este mes su decimosegunda temporada consecutiva en Segunda División.


Pero también hay otros equipos de reconocido bagaje, como los asturianos Oviedo y Sporting de Gijón, u otros como el Málaga, el Tenerife o el Castellón, por poner varios ejemplos. Se les supone a todos una ansiedad similar a la del equipo maño. Dado el componente psicológico que tiene el fútbol, harían bien los blanquiazules en no obsesionarse con ningún objetivo en principio.


Sin embargo, el punto de mira también está en el Deportivo. En esta ocasión, el paso por Segunda División no es como otras veces, en las que el equipo se veía casi abandonado con sus cinco o seis mil socios de siempre. Ahora se espera llegar a los treinta mil, cifra impensable incluso en la época más brillante de Lendoiro. 


Nos dicen que los principales responsables de este auge de la masa social son los más jóvenes, que acuden como embaucados a la cita quincenal de Riazor e incluso se presentan en inusitado número en los desplazamientos.


Pero el fútbol es como es y no obedece a sentimientos de ningún tipo. 


Es cruel cuando se lo propone y lo mismo puede hacer mucho daño anímico que elevarte el espíritu hasta lo sublime. 


Por eso siempre se piensa que es importante empezar bien, con paso firme, porque las primeras jornadas pueden marcar los objetivos de las últimas (véase el ejemplo del Racing de Ferrol la pasada campaña). Aquí, ni los descendidos de Primera División tienen un punto de superioridad ni los ascendidos están en un escalafón inferior. Así que vayamos poco a poco.

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