Detalles olímpicos
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En la imagen, la prueba de triatlón femenino, disputada en las aguas del río Sena, que han generado muchas quejas en los deportistas | miguel gutiérrez

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Transcurren tiempos de inconformismo, tiempos en los que todo el mundo protesta por el mínimo motivo, tiempos en los que pesa más destruir que construir. Son tiempos en los que es difícil complacer al conjunto de la sociedad y en los que ésta manifiesta su desacuerdo a las primeras de cambio por cualquier nimiedad. Por eso, asumir el reto de la gigantesca organización de unos Juegos Olímpicos era un desafío que se escapaba incluso a un país tan poderoso y orgulloso como Francia.


El controvertido acto inaugural de los actuales Juegos Olímpicos -por el que los organizadores pidieron perdón por sus ofensas a los cristianos- no ha hecho otra cosa que confirmar los pasos que lleva Francia en su discurrir como sociedad.


La influencia de las nuevas corrientes y de las nuevas culturas ha quedado patente, habiéndose remarcado con claridad el paso que la sociedad francesa está dando de manera irreversible desde hace ya unos cuantos años.


Pero no vamos a ponernos filosóficos ante lo que probablemente -dirán ustedes- no son más que un conjunto de actividades físicas, aunque sí con fuerte capacidad de influencia porque el deporte interviene cada vez más en el desarrollo material y espiritual de la sociedad.


Como éste no es lugar adecuado, vamos a limitarnos a comentar ligeramente algunas anécdotas ocurridas en diferentes pruebas y que, si llegan a ocurrir en otras sedes no francesas, estaríamos hablando casi del Tercer Mundo. Es inaudito, y es la primera vez que lo hemos visto, que una carrera de atletismo de 100 metros contemplara tres o cuatro calles secas y el resto, mojadas. Parecía de circo.


Lo mismo que la falta de información de la que carecían los ciclistas de la prueba de fondo sobre la ventaja que llevaban a sus rivales, algo que no ocurría ni en la época de Merckx. O la ausencia de datos en los marcadores de los partidos de tenis.


También podríamos hablar del asco que da ver el río Sena, donde incluso una atleta belga resultó infectada por sus oscuras aguas. Algunos deportistas se quejaron también en la Villa Olímpica de haber encontrado gusanos en el pescado y otros protestaron por un exceso de menús vegetarianos.


En fin, no estamos capacitados para decir si la organización está bien o mal porque para autocomplacerse ya están ellos. Hay que reconocer que se han volcado en infraestructuras, pero la sensación desde fuera es que se pudo hacer mejor.

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