Un disgusto la derrota ante el conjunto cántabro. El deportivismo había respondido a la importancia del duelo y de los puntos en juego, nada que reprochar. Vaya mérito, más de veinte mil almas en las gradas Riazor, todo un lujo.

Perder un partido siempre entra dentro de lo posible, fútbol es fútbol. Pero el ambientazo hizo temblar las piernas de los fútbolistas locales, demasiado para ellos. Les pudo la responsabilidad y los miedos. El equipo blanquiazul se hizo pequeño, no estuvo a la altura de su afición. Son aficionados, puros y duros. Luego, al final, escuchas al entrenador y no da explicaciones razonables de lo que pudo suceder. Utiliza un lenguaje para la ‘galería’, hizo un ‘FV’.

Cierto que son los mismos jugadores que nos han colocado a la cabeza de la clasificación, nadie lo discute. Pero los rivales a estas alturas saben perfectamente a qué juegas, te estudian, te analizan y se aplican. El que golpea primero se puede salir con la suya. Ahora habrá que saber gestionar este mini bache. Hay equipo, potencial suficiente para reponerse. Vamos a ello.