Cuando se disputaba la temporada 93-94, allá por noviembre de 1993 (hace 30 años, madre mía…), me fui con dos amigos coruñeses de mi colegio mayor de Madrid a ver al Deportivo al desaparecido Vicente Calderón. Nos habíamos sacado una entrada bastante centrada. Un poco alta, pero se veía bien. Lo que se podía permitir económicamente un estudiante, vaya. Ya en el estadio estaban los del Frente Atlético de entonces (los de ahora ni habrían nacido) y enfrente, lógicamente, encima de la otra portería y arriba del todo, unos pocos centenares de Riazor Blues, también de entonces, que se habían desplazado a la capital a ver el partido. Pronto empezaron los cánticos de unos contra otros llamándose de todo menos bonito. Hasta que llegó el momento anecdótico de la noche en la que los del Frente empezaron con un cántico contra el Real Madrid y que fue secundado a grito pelado por los Blues. “Estos acaban yéndose de copas juntos”, decía uno de mis amigos al ver como coincidían en ese cántico. Nada más lejos de la realidad. Luego se cansaron de gritarse unos a otros y los del Frente se dedicaron a silbar a sus jugadores, los cuales estaban haciendo un juego pésimo. Eran los tiempos de Moacir, Pizo Gómez, Kosecki y algún otro fichaje fracasado del Atlético. Pero vaya, que aunque coincidieran en un cántico, los ultras de los dos equipos no tenían nada más en común.

Viene todo esto a cuento porque ayer vivimos justamente todo lo contrario. Es curiosa esta hermandad y esta camaradería tan bonita que se ha creado entre la afición de Unionistas y Deportivo cuando en principio no hay nada que nos pudiera unir de antemano. Se podrían buscar muchos motivos, pero eso quizás dé un poco lo mismo. Supongo que influirá un poco de todo. Con la extinta UD Salamanca no nos unía nada y tampoco nos teníamos ninguna animadversión. Quizás sea el origen de Unionistas en contraposición al equipo artificial que se creó llamado Salamanca UDS lo que hizo que nos cayeran simpáticos. El sistema de gestión de los salmantinos es algo que hace que todos les admiremos por su idea de organizar un club de una forma tan alejada del fútbol moderno tan mercantilizado que tenemos hoy en día. Y por lo que se ve nosotros también les hemos caído bien a ellos. Habría que preguntarles el porqué, pero es posible que sea por el apoyo que le damos al equipo estando en esta categoría y que seamos tantísimos abonados año tras año. Y también que llevamos cuatro años los dos en la misma categoría y ya nos tenemos muy vistos. Sea como fuere, ayer fue una fiesta entre las dos aficiones y, seguramente, cuando sean ellos los que vengan a Riazor, el recibimiento sea similar. Supongo que todos podemos nombrar algún amigo que tengamos y que hayamos conocido de la forma más casual. Bueno, pues lo del Depor y Unionistas viene siendo lo mismo.
Y ahora que lo pienso, este buen rollito entre aficiones bien se podría extrapolar a la SD Logroñés. El sistema de gestión del club es muy parecido al de Unionistas y este club también surgió tras la desaparición del equipo insignia de la ciudad, el CD Logroñés. Además también son legendarios los desplazamientos de deportivistas a Logroño en la década de los 90 y el buen rollo que había entre las aficiones en aquel momento, sobre todo en la maravillosa calle Laurel de Logroño (el equivalente a los Olmos-Galera-Barrera-Franja de nuestra Coruña). Lo que pasa es que con los riojanos hemos coincidido sólo un año. Este será el segundo y, claro, para todo hay que conocerse un poco más. Pero vamos, que no estaría nada mal. 
Y por cierto, aquel día de noviembre de 1993 ganamos en el Calderón por 0-1 con gol de Djukic de penalti. Curiosamente.