Un Mundial da muchísimo de sí. Fuera del campo, pone al país organizador en boca de todos. En este caso, produce náuseas. Y dentro del terreno de juego promueve discusiones y análisis diversos.
Hoy me voy a centrar en la figura del seleccionador. Y sobre esa base, hago una clara distinción entre seleccionador-alineador y seleccionador-entrenador.
Contextualizando en la propia cita mundialista, un vértice lo representa el prestigioso técnico brasileño Tite, y el otro, nuestro tan admirado como vilipendiado Luis Padrique, perdón Enrique. La labor de un seleccionador es particular por aquello de que no tiene tiempo para trabajar con sus jugadores, pero sobre esa base (que siendo verdad, no es siempre cierta) los responsables federativos suelen optar por una figura carismática, neutra, que produzca simpatía e incluso ternura. Es el caso del por todos valorado Vicente del Bosque.
El seleccionador-alineador vive en la retaguardia de la vanguardia, arriesga poco porque innova poco, va en cuarta porque la quinta le supera. Y consecuentemente, sus equipos se basan en las individualidades que, ojo, pueden ser suficientes para ganar un Mundial.
En ese mismo saco de Tite, metería a Deschamps, a Southgate y me atrevería a decir que a nuestro querido Leo Scaloni.
Lo que pasa es que los tres pilotan naves de última generación, los franceses con unas bestias por delanteros, los ingleses por un talento y un ritmo de competición brutal, y los argentinos por su talante competitivo y por su efectividad arriba. Y fundamentalmente por Messi, híper claro.
Y corresponde el turno a hablar de los ’entrenadores’ de una selección. Ahí está, en lo más alto, Luis Enrique, perfectamente flanqueado por el alemán Hansi Flick y por el sempiterno Van Gaal. Hay varios, no demasiados, hay que cuidarlos, son oro puro.
Esta es una de las causas por las que me gusta el trabajo de la Selección Española. Es un equipo con horas de dedicación a las espaldas de los jugadores. Hay plan, hay desarrollo, hay continuidad. Me gusta. Y eso no significa ganar el Torneo. Esto va de otras cosas.
Para terminar y volviendo por un instante a Louis Van Gaal y su mítico “siempre negatifo, nunca positifo”, decirles que esto ya es historia, una historia a la que no sé si pasará Óscar Cano por haber conseguido el ascenso con el Deportivo, pero que sí lo hará por su respetuoso, contemporáneo, diverso y sin caspa, “Lo que pasa en Tarifa se queda en Tarifa”.
Salud y suerte!